domingo, 31 de diciembre de 2023

FIESTA DE LA SAGRADA FAMILIA


-Textos:

            -Gn 15, 1-6; 21, 1-3

            -Sal 127, 1b-5

            -Col 3, 12-21

            -Lc 2, 22-40

 “José y María, la madre de Jesús, estaban admirados de lo que se decía del niño”.

Queridas hermanas benedictinas y queridos hermanos todos:

En este domingo inter navideño celebramos la fiesta de la Sagrada Familia. La sagrada familia de Belén y la Fiesta de la familia, de la institución familiar simplemente.

Todos tenemos experiencia de la misión fundamental que tiene la familia, tal como la diseñó Dios creador en el paraíso, y también la institución familiar tal como la enseña la iglesia: Uno con una para siempre y con la voluntad de tener hijos para Dios. Este modo de entender la familia, e intentar vivirla así, cuánto bien ha hecho, y cuánto beneficio aporta a la sociedad dándole estabilidad y capacidad de progreso; y cuánto bien hace a las familias para saber y poder transmitir valores de fe y de moral, valores que humanizan y hacen personas maduras y preparadas para vivir en libertad, en paz y en respeto a los demás.

Pero todos vemos en esta sociedad occidental en la que vivimos, desde cuántos frentes se ataca a este proyecto de familia, que muchos hemos tenido la suerte de vivir, y que muchos también lamentan no haber podido beneficiarse de ella.

Es quizá el primer objetivo que se plantean cuantos quieren, no solo cambiar la sociedad, sino pervertirla y deshacerla.

Dios nos creó por amor y quiere, porque nos ama, este modelo de familia: uno con una para siempre y con la voluntad de educar hijos para Dios.

Y ahora pregunto: ¿Qué motivos tienen en su mente los que hacen todo lo posible  para que la familia basada en la fe en Dios se desmorone desde  la raíz y cuanto antes? Y ¿qué hacemos los que hemos tenido la gracia y el regalo de Dios de nacer y ser bautizados en una familia cristiana? ¿Qué hacemos para conseguir que la familia cristina viva, y sepa vivir conforme a la voluntad de Dios y según el modelo de la familia de Belén y de Nazaret? Hoy los vemos en el evangelio: José y Maria con  el niño en brazos, dándonos ejemplo: Primero lo primero, primero lo de Dios, después, lo que  Dios quiera.

¿Qué hacemos nosotros? Me permito adelantar una respuesta: Creer de verdad en Dios, y no, como hacen algunos, nadando entre dos aguas; dar, ante los hijos y nietos, testimonio de una fe cristiana vivida con convencimiento y con alegría, y mostrando que creer en Dios y cumplir la voluntad de  Dios es el camino para ser verdaderamente felices y para hacer felices a los demás.

Pero san Pablo nos lo dice mejor en la segunda lectura: “Sea vuestro uniforme: la misericordia, la humildad, la dulzura, la comprensión. Sobrellevaos mutuamente y perdonaos, cuando alguno tenga quejas contra otro. El Señor os ha perdonado, haced vosotros lo mismo. Y por encima de todo esto, el amor, que es el ceñidor de la unidad consumada. Así sea.

  

lunes, 25 de diciembre de 2023

SOLEMNIDAD DEL NACIMIENTO DEL HIJO DE DIOS

--Textos:

            -Is 52, 7-10

            -Sal 97, 1. 2-6

            -Heb 1, 1-6

            -Jn 1, 1-18

 “El Verbo era Dios… y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros”

Feliz Navidad! A pesar de tantas dificultades, a  pesar del encarecimiento de la vida, a pesar de tantos que no pueden pagar el piso o no encuentran trabajo…

Donde está Jesucristo nace y renace la alegría. El regalo que Dios nos hizo en la primera Navidad vale más que todo el mal que podamos padecer. Donde abundó el pecado sobreabundó la gracia… Jesucristo es gracia, bendición en la prosperidad y es esperanza, y fuerza para luchar  frente al dolor y las dificultades.

Dios, el Eterno y el Omnipotente ha entrado en el tiempo y en nuestra historia. Y la historia del mundo se ha hecho historia de salvación, nuestra historia  es el lugar donde fraguamos nuestra salvación: Nuestra historia pobre y fugaz tiene un valor inmenso, es la moneda con la que adquirimos la salvación eterna, la felicidad infinita que Dios puede y quiere darnos.

¿Qué tenemos que hacer?

 A Dios nadie le ha visto nunca, el Unigénito, Jesucristo, nos lo ha dado a conocer”.

Seguir a Jesús. “Él es el camino, la verdad y la vida”. “Dios escoge lo débil del mundo para confundir a los fuerte”. Porque nuestra fuerza está en Dios. Confiar en Dios. Creer es  estar convencido que en cumplir y amar la voluntad de Dios está la felicidad en este mundo y en el otro. Jesucristo nos lo ha dado a conocer, todo el ideal de su vida, todo su programa  fue “cumplir la voluntad de su Padre”. Su Padre no le libró de las penalidades de este mundo, pero tampoco le falló, lo resucitó, para constituirlo en Salvador y Rey.

 “Hoy contemplado el portal de Belén, dejemos que hable Dios, oigamos la letra del canto de los ángeles, hagámonos sencillos y humildes como los pastores y tomemos en serio la palabra del evangelio: " “A Dios nadie lo ha visto nunca, Jesucristo el Hijo de Dios nos lo ha dado a conocer”. Y dejemos que nuestro corazón se deje  ganar por lo que siente y lo que contempla en el portal de Belén. Y hagámonos de Jesús, seamos  de los discípulos de Jesús, propongámonos ser como Jesús, vivamos en intimidad con Jesús, y dediquémonos a la misión de Jesús

 

domingo, 24 de diciembre de 2023

DOMINGO IV DE ADVIENTO (B)

-Textos:

            -Sam 7, 1 -5. 8b-11. 16

            -Sal 88, 2- 5. 27 y 29

            -Ro 16, 25-27

            -Lc 1, 26-38

“Concebirás en tu vientre y darás a luz a un hijo, y le pondrás por nombre Jesús”

Queridas hermanas benedictinas y queridos hermanos todos:

Este año este cuarto domingo de adviento tiene un carácter especial: Por la mañana celebramos el adviento, por la tarde-noche la noche buena.

La eucaristía de esta mañana de adviento  nos pone en ambiente para entender mejor la hondura del misterio que celebraremos por la tarde noche:

El evangelio  de San Lucas es admirable por lo que nos dice de cada uno de los personajes  que aparece en la escena:

En primer lugar, Dios Padre, representado en la voz del ángel Gabriel: Qué palabras más admirables dice a la joven Virgen María, desposada con san José: “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo”. María se turbó, no es para menos. María está tan repleta de la gracia de Dios, que  no le cabe absolutamente ningún pecado, ni siquiera el pecado original. Ella que en Nazaret es considerada como una joven sencilla comprometida con José. Pero además Dios Padre  le dice una palabra que todos querríamos escuchar: “No temas María”. “Dios: se ha fijado en ti, y te encomienda una misión absolutamente admirable: “Vas a dar a luz un hijo, al que podrás por nombre Jesús”, es decir, al Salvador del mundo.

A continuación aparece en  la escena la figura de Jesús, al que en esta noche buena celebraremos con gozo: Jesús es presentado por los nombres, los títulos, que el ángel, de parte de Dios, le pone: Dos títulos referidos a su persona: Jesús será grande y se llamará Hijo del Altísimo, y tres títulos, que nos dan la idea de la gran misión que va a realizar este Jesús, que María va a concebir: “El Señor le dará el trono de David, su padre; reinará  sobre la  casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin”. Este niño que va a nacer y al que el ángel le atribuye unos títulos de nobleza tan grandes abruman a María, le dejan asombrada. Ella se da cuenta de que el ángel es la voz de Dios, sí, pero no puede entender todo lo que significan esos títulos.

Pongamos la atención ahora en María.  ¿Qué dice? ¿Cómo reacciona? María con sencillez y sinceridad pregunta, no porque dude, sino porque no entiende bien: ¿Cómo será eso, pues no conozco varón? Y la voz de Dios, el ángel, le explica algo nuevo: “El Espíritu Santo vendrá sobre ti…, por eso, el  Santo que va a nacer  será llamado Hijo de Dios”.

Sólo Dios, puede hacer un milagro semejante, pero sí, Dios Padre, por medio del Espíritu Santo va a hacer que  nazca al mundo el Hijo de  Dios.

María no alcanza a comprender todo, pero entiende  que Dios habla por medio del ángel y que le solicita y le pide una misión. Ella que cree en Dios, le reza continuamente, y su  fe le lleva a cumplir siempre y en todo la voluntad de Dios, por eso, responde con una respuesta que abre los cielos e ilumina y salva a la tierra: “He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu Palabra”.

Y esto es lo que celebraremos esta Noche buena, que nos lleva a recibir la gran noticia del misterio de Navidad.

Espero que todos vengáis  a la misa de esta noche y no os quedéis solo con la cena.

 

 

domingo, 17 de diciembre de 2023

DOMINGO III DE ADVIENTO (B)

-Textos:

            -Is 61, 1-2ª. 10-11

            -Sal Lc 1, 46-50. 53-54

            -Tes 5, 16-24

            -Jn 1, 6-8. 19-28

 

¨Estad siempre alegres”

Queridas hermanas benedictinas y queridos hermanos todos:

Estad siempre alegres, nos dice hoy la palabra de Dios. Y nosotros nos preguntamos, ¿cómo podremos estar alegres en medio de tantas preocupaciones, dolores y disgustos que nos acosan cada día?

En nuestro círculo personal y familiar y  también en el ámbito político y social: la pandemia del coronavirus, los proyectos  de ley que se preparan para permitir la eutanasia,  las oleadas de emigrantes que asaltan nuestras fronteras y comprometen nuestra seguridad y también nuestra conciencia, y en el orden religioso, el dolor de tantos padres que ven cómo los hijos y los nietos rechazan la iglesia y no quieren plantearse  la fe cristiana que pueda dar sentido a sus vidas…

¿Cómo poder estar alegres, acosados por tantos  hechos que nos  entristecen?

Vengamos y  escuchemos la palabra de Dios, no nos quedemos escuchando solamente las noticias de los periódicos o de la televisión. No habremos llegado al fondo de la verdad de las cosas, y a la verdad de nuestra vida mientras nos proyectemos la luz de la palabra de Dios sobre lo que  estamos viviendo.

La palabra de Dios esta mañana es una palabra de esperanza: “Desbordo de gozo  en el Señor, y me alegro con mi Dios…. Como un jardín hace brotar sus semillas, así el Señor hará brotar la justicia y los himnos ante todos los pueblos”. Y el papa Francisco nos ha dicho: “Donde está Jesucristo siempre hay alegría”.

Jesucristo es nuestra gran esperanza, Jesucristo es nuestra gran alegría.

Él nos enseña a combatir el dolor y el sufrimiento con el amor y la solidaridad; nos dice  que hay una felicidad honda en acoger al pobre, en facilitar trabajo al desempleado, en acompañar y ayudar el enfermo, y al anciano y al desvalido. Jesucristo nos enseña que hay vida eterna junto a Dios, y que ni el dolor ni la muerte tienen la última palabra; la última palabra es el amor y el amor no pasa nunca, porque Dios es amor.

Jesucristo nos trae y ofrece una filosofía de la vida muy diferente a la que se anuncia en muchos círculos de pensamiento del mundo pagano que vivimos y que  acaba proponiendo como soluciones para la felicidad de los fuertes el aborto o la eutanasia.

Por eso, Jesucristo es cada vez más esperanza y alegría de un  mundo nuevo. Y por eso los seguidores de Jesús, si de verdad seguimos su evangelio, somos cada vez más esperanza y alternativa de un mundo nuevo y una tierra nueva.

En el evangelio San Juan Bautista nos dice “Preparad el camino al Señor”.

¿Qué podemos hacer? Escuchemos a San Pablo en su epístola: “Sed constantes en  la oración, dad gracias a Dios en toda ocasión… Examinadlo todo, quedaos con lo bueno… Que el mismo Dios de la paz os santifique  totalmente”.  

Así, con este proyecto de vida, nos preparamos para una Navidad, a la que el coronavirus, ni siquiera el dolor de no poder reunirnos con la familia como lo hemos hecho otros años, nos van a quitar la alegría.

 


domingo, 3 de diciembre de 2023

DOMINGO I DE ADVIENTO (B)

 

-Textos:

            -Is 63, 16c-17. 19c; 64, 2

            -Sal 79, 2ac y 3b.15.18-19

            -1 Co 1, 3-9

            -Mc 13, 33-37

 “Lo que os digo a vosotros, lo digo a todos: Velad”

Queridas hermanas benedictinas y queridos hermanos todos:

Nos encontramos en el primer domingo de  Adviento. En términos litúrgicos, hoy comenzamos un año nuevo. Comenzamos un tiempo litúrgico fuerte, y de gran interés litúrgico y espiritual. Un tiempo fuerte en el que la Iglesia nos prepara para la Navidad.

Nos conviene tomar nota de la oportunidad  que nos da el Adviento: crecer en la fe, en la caridad y. sobre todo. la esperanza. Aquí, en la celebración de esta misa dominical, hemos hablado varias veces del sentido que tiene nuestra vida y hemos dicho una fórmula sencilla y fácil de entender: “Venimos de Dios, vamos a Dios; y de Dios a Dios, Jesucristo Camino, Verdad y Vida”. Esta fórmula, da sentido a nuestra vida. No sé si advertimos suficientemente la fuerza para vivir, trabajar, sufrir y gozar, que nos proporciona esta breve frase.

San Bernardo de Claraval, en una de las lecturas del Oficio divino de la primera semana de este tiempo de adviento dice otra frase para explicar el sentido del adviento, que, además, ayuda  también a descubrir el sentido de la vida. Dice San Bernardo: “Conocemos tres venidas del Señor… En la primera, el Señor se manifestó en la tierra y vivió entre nosotros… En la última (al final de los tiempos) contemplaremos todos y reconoceremos a Cristo como Señor a quien traspasaron. La venida intermedia es oculta, solo la ven los elegidos.  Es como un camino que va  de la primera a la  última. En la primera Cristo fue nuestra redención, en la última Cristo se manifestará como nuestra vida, en esta venida intermedia Cristo es nuestro descanso y  nuestro consuelo".

Actualmente, entendemos el adviento como un tiempo para preparar la Navidad. Es verdad, y debemos poner el máximo interés en descubrir y vivir todas las facetas  de carácter religioso que se encierran en el misterio de esta fiesta. La primera, el tiempo de adviento bien vivido reafirma nuestra fe en Jesucristo, hijo de Dios, que se hizo hombre y nació en Belén.

Pero también debemos descubrir cómo el nacimiento de Jesús nos  da la posibilidad de creer en él, de ser hijos adoptivos de Dios, como nos ha sucedido en el bautismo y alcanzar como él y por medio de él, una vida eterna y feliz. Todo esto encierra  dentro de si el misterio de la Navidad. El adviento es tiempo para redescubrir este misterio, que, si lo vivimos de verdad, nos llena de alegría y llena de sentido nuestro diario vivir. Sí, venimos de Dios, vamos a Dios y de Dios a Dios, Jesucristo camino, verdad y vida.

¿Y qué podemos hacer para vivir bien el adviento? Velar, sí, velar, que quiere decir, en primer lugar, esperar al Señor como se espera a aquel que es mi camino, mi verdad y mi vida. Velar es también, dar a la navidad un sentido religioso y cristiano: Reconciliarnos con Dios en la confesión, participar en la eucaristía, compartir en familia la fiesta en unión y amistad. Y contribuir económicamente a que otros menos favorecidos, puedan disfrutar de una Navidad religiosa y solidaria como la fe y la tradición de la Iglesia nos enseñan.


domingo, 26 de noviembre de 2023

FIESTA DE JESUCRISTO REY DEL UNIVERSO T.O (A)

-Textos:

            -Ez 34, 11-12. 15-17

            -Sal 22, 1b-3. 5-6

            -1 Co 15, 20-26. 28

            -Mt 25, 31-46

-“Venid vosotros benditos de mi Padre… Porque tuve hambre y me distéis de comer, tuve sed y me distéis de beber…

Queridas hermanas benedictinas y queridos hermanos todos:

En este domingo final del año litúrgico celebramos la fiesta de Jesucristo Rey del Universo. Es una fiesta que afecta primero a Jesucristo, muerto y resucitado, que Reina ya desde el cielo y que al final de los tiempos será  reconocido por todos como  Rey y Señor del universo entero. Pero además es una fiesta de alegría y esperanza para nosotros que al final seremos juzgados según nuestras obras por Jesús que nos ama tanto que dio la vida por nosotros.

Esta verdad que confesamos en el credo es la fiesta que celebramos en este domingo de Jesucristo Rey del Universo.

Pero atribuir a Jesucristo el título de rey no debemos pensar que Jesucristo es Rey como los reyes de este mundo.

La primera lectura es sumamente clara y aleccionadora: Jesucristo es Rey como un buen pastor, como el mejor  buen pastor que apacienta y cuida  a sus ovejas, con amor y cariño: “Yo mismo, dice el Señor,  buscaré a mi rebaño y lo cuidaré… Yo mismo apacentaré a mis ovejas y las y las haré reposar…Buscaré a la oveja perdida, recogeré a la descarriada, vendaré  las  heridas, fortaleceré a la enferma,… la  apacentaré con justicia…”. Así es Jesucristo nuestro Rey, en el que creemos, y el que nos juzgará al final de nuestro paso por la vida.

Porque Jesucristo nuestro Rey  cree en el amor, cree en su amor, amor divino y amor humano, más fuerte que la muerte. Amor compatible con la justicia, que nos juzgará según nuestras obras, pero que no dejará de ser un juicio de amor.

¿Cuál es el criterio de Jesús a la hora de juzgarnos a todos?

El evangelio que hemos escuchado hoy es uno de los evangelios más bellos y más interpelantes de los que él nos ha dejado. Válido para nosotros los bautizados, seguidores de Jesucristo, y válido para todos los hombres y mujeres de todo el mundo y de todos los tiempos: “Venid vosotros, benditos de mi Padre, heredad el Reino que os tengo preparado, tuve sed y me distéis de  beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme…”. Porque cada vez que lo hicisteis con uno de estos hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis… Y entonces dirá a os de su izquierda: “Apartaos de mí, malditos, al  fuego eterno que os tengo preparado… Entonces también dirá estos; ¿Cuándo te vimos con hambre o con sed, y no te asistimos….? “En verdad os digo: lo que no hicisteis con uno de estos, los más pequeños, tampoco lo hicisteis conmigo”.

El mensaje definitivo de estas palabras de Jesús se resume en dos afirmaciones: primera, son de Jesús los que ponen su vida al servicio de los demás y, principalmente de los más menesterosos; segundo, los que no lo hacen y no echan una mano al que lo necesita, sino que viven para sí mismos, por más que digan “Señor, Señor”,  no son de Jesús, Jesús no los reconoce.

domingo, 19 de noviembre de 2023

DOMINGO XXXIII, T.O.

-Textos:

            -Pro 31, 10-13. 19-20. 30-31

            -Sal 127, 1b-5

            -1 Tes, 1-6

            -t 25, 14-30

 “Se acercó luego el que había recibido dos talentos y le dijo: ”Señor , dos talentos me dejaste; mira he ganado otros dos” Su Señor le dijo: “Bien siervo bueno y fiel; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante, entra en el gozo de tu Señor”

Queridas hermanas y queridos hermanos todos:

Estamos en el último domingo del año litúrgico, el próximo celebraremos la fiesta de Jesucristo Rey del universo.

La parábola de Jesús en este evangelio nos habla del juicio final. No nos suele parecer un tema interesante y agradable, más bien preferimos dejarlo de lado. Sin embargo, nos es altamente conveniente, necesario y esperanzador. Porque  Jesús nos da la clave para que podamos presentarnos ante Dios con la garantía de poder escuchar a Dios, nuestro Padre  que nos dice: “Bien siervo bueno y fiel; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante, entra en el gozo de tu Señor”.

Sí, Dios quiere que todos entremos  en el gozo y la felicidad que da estar con Él y ante Él eternamente felices. Y Jesucristo, su Hijo, vencedor de la muerte y del pecado, nos indica el camino.

¿Qué nos dice que hagamos? Que  cumplamos con responsabilidad y valentía la misión que nos ha encomendado en esta vida. En esta vida, que a veces la sentimos como un valle de lágrimas, no es solo eso, sino además, en realidad y en el fondo, es una vocación y una misión. Todos tenemos una misión en este mundo, y además todos tenemos cualidades suficientes para cumplir esa misión. Para Dios todos somos importantes y cuenta con nosotros para hacer de este mundo un mundo mejor que quedará transformado en el Reino de Dios, en un cielo nuevo y una tierra nueva. Él, nuestro Dios, lo ha prometido y lo hará. Para eso ha enviado a su Hijo Jesucristo.  Porque tanto  amó Dios al mundo, que entregó a su Hijo único, para que todo el que cree en Él tenga vida eterna.

Dios quiere que nos salvemos todos por Jesucristo y Jesucristo cuenta con nosotros y nos llama. Nos llama  a todos, todos tenemos vocación. El bautismo que hemos recibido es la muestra y el certificado. Jesucristo cuenta con nosotros y nos encomienda una misión, un encargo, una tarea en esta vida.

¿Cuál es esta misión? Ser testigos de la fe, de la fe en Dios y en su Hijo Jesucristo. Cumplir los mandamientos, vivir las bienaventuranzas, atender la voz de Jesucristo que nos dice: “Venid benditos de mi Padre, porque tuve hambre y me distéis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis…”.

Este es el encargo del Señor, que quiere que lo cumplamos valientemente y aun corriendo riesgos y esforzándonos, aunque sea ir muy a contracorriente del mundo.

Tenemos que estar muy atentos de lo que dice el dueño de la parábola al obrero que, por miedo y amedrentado, lejos de hacer rendir al dinero que le encomienda, lo entierra por miedo y lo deja improductivo: “A ese siervo inútil echarlo fuera”.

Sigamos los consejos de San Pablo en la  segunda lectura: “Que ese día  no nos sorprenda como un ladrón…No nos coja dormidos…, sino estemos en vela y vivamos sobriamente”.

 

domingo, 5 de noviembre de 2023

DOMINGO XXXI T.O. (A)

-Textos:

            -Mal 1, 14b-2, 2b. 8-10

            -Sal 130p, 1b-3

            -2, 7b-9. 13

            -Mt 23, 1-12

 

“El primero entre vosotros será vuestro servidor

Tres grupos de personas quedan retratados en las lecturas que acabamos de escuchar.

El primero se refiere a los sacerdotes, escribas y fariseos: Malaquías, refiriéndose a los sacerdotes de su tiempo, dice: “Vosotros os habéis desviado del camino… y habéis servido de tropiezo a muchos”; Jesús, habla a los letrados y fariseos contemporáneos suyos y les atribuye este rasgo: “No hacen lo que dicen”.

El segundo grupo está descrito en la Carta de S. Pablo a los Tesalonicenses y se refiere  a él mismo y a sus compañeros  en  la predicación del Evangelio. Dice así: “Os tratamos con delicadeza, como madre que cuida de sus hijos. Os teníamos tanto cariño que deseábamos entregaros no sólo el evangelio de Dios sino nuestras propias personas”.

El tercer grupo es el de los miembros de la comunidad de Tesalónica, que Pablo ha formado. De ellos dice S. pablo dos rasgos importantes: “Al recibir la Palabra de Dios, que os predicamos, la acogisteis no como palabra de hombre, sino , cual es en verdad, como Palabra de Dios”. Y añade una segunda cualidad: (Esta Palabra) “permanece operante en vosotros”.

Salvando las diferencias en el tiempo y en las situaciones, cabe sin embargo aplicar en buena medida el mensaje de estas lecturas a cuantos hoy somos seguidores de Jesús y miembros de la Iglesia:

Los sacerdotes y también los especialistas en la Biblia y en la teología haremos bien si nos examinamos con humildad ante palabras como las de Malaquías: “Os apartasteis del camino y habéis hecho tropezar a muchos”, y también con la de Jesús: “Lían fardos insoportables  y se los cargan a la gente…·; “Les gustan los primeros puestos en los banquetes… y que les llamen maestro”. Pero será muchos más provechoso para nosotros examinarnos en positivo con las palabras de Pablo: “Os tratamos con delicadeza, como madre que cuida de sus hijos. Os teníamos tanto cariño que deseábamos entregaros no sólo el evangelio de Dios sino nuestras propias personas”.

 Vosotros, queridos hermanos y hermanas, nos haréis un gran bien si oráis por los sacerdotes y por todos los que, por vocación y ministerio, nos dedicamos a proponeros y explicaros la Palabra de Dios, y a Jesucristo y su Evangelio.

Pero también vosotros haréis bien en tomar como punto de examen esas palabras tan bellas y laudatorias que dirige S. Pablo a su querida comunidad de Tesalónica. ¿Os las podéis aplicar con verdad? : “Al recibir la Palabra de Dios, que os predicamos, la acogisteis no como palabra de hombre, sino , cual es en verdad, como Palabra de Dios”. Y añade en seguida: (Esta Palabra) “permanece operante en vosotros?”.

¿Se pueden decir de vosotros estos mismos elogios?

Finalmente, hermanos, pongamos la atención en algunas de las recomendaciones de Jesús que son adecuadas y convenientes para todos indistintamente: sacerdotes, teólogos, catequistas, empresarios, padres de familia, jóvenes y mayores, para todo el pueblo de Dios: “El primero entre vosotros será vuestro servidor”; “El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido”.

Jesús es el sacerdote santo, Jesús es el Maestro coherente, que cumple lo que predica, Jesús  es el Siervo que se pone a los pies de sus discípulos y se humilla hasta la muerte y muerte de Cruz. ¡Jesús es el Señor! Lo confesamos en el “Credo” y lo comulgamos en la eucaristía; así recibimos la fuerza necesaria para poner en práctica sus enseñanzas.

 

 

miércoles, 1 de noviembre de 2023

SOLEMNIDAD DE TODOS LOS SANTOS

 

-Textos:

                -Ap 7, 2-4. 9-14

                -Sal 23, 1-2. 3-4ab. 5-6

                -1 Jn 3, 1-3

                -Mt 5, 1-12ª

 

“Bienaventurados los pobres en el espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos”

Queridas hermanas benedictinas y queridos hermanos todos:

Hoy celebramos una fiesta grande y gozosa. Y ojalá que todos los niños y niñas que ayer participaban en las escuelas en el “halowey”, sean traídos a participar de esta fiesta cristina tan significativa y aleccionadora, que celebramos hoy, los católicos, en nuestras iglesias.

En el evangelio hemos podido escuchar unas afirmaciones siempre sorprendentes, por más que casi nos la sabemos de memoria: Bienaventurados los pobres  que confían en Dios, bienaventurados los que lloran, bienaventurados  los misericordiosos y los limpios de corazón y bienaventurados…” Y podemos añadir también otro texto de San Mateo: “Venid  vosotros benditos de mi Padre… Porque tuve hambre y me distéis de comer, tuve sed y me distéis de beber, fui forastero y me hospedasteis… enfermo y vinisteis a verme…

Pero sí, queridos hermanos: Hoy celebramos la fiesta de Todos los Santos, de tantos hombres y mujeres, -el Apocalipsis nos ha dicho que son miríadas y miríadas, miles, innumerables.

Empecemos todos por hacernos una pregunta: ¿Queremos, intentamos todos ser santos, ser santas?

No hablamos solo de santos de altar: Son, cierto, los  santos y santas de altar, pero son, además y sobre todo, gente de la calle, quizá vecinos y familiares nuestros que trabajan honradamente y se sacrifican por sacar adelante la familia; matrimonios que  se privan del ocio, para poder dar a los hijos una formación humana y religiosa que los prepare para la vida; abuelos que desembolsan sus ahorros en favor de  sus hijos que se han quedado en el paro… Y en otro campo de la de nuestro vasto mundo: los misioneros y voluntarios que eligen vivir pobres con los pobres, incluso arriesgando su salud y su futuro; y como vosotras, queridas hermanas, que habéis elegido  la clausura y el silencio para dejar patente que la verdadera riqueza es Cristo, y que viviendo en pobreza y ejercitando el amor fraterno, se puede ser feliz, con temple para cantar y alabar a Dios.

Sí, es verdad, no seamos pesimistas. La Iglesia vive y está animada por el Espíritu Santo: los pobres son evangelizados, y las bienaventuranzas son un camino de felicidad. Hoy y en nuestra sociedad lo han seguido y lo siguen  muchos, muchísimos. Unos porque han conocido a Jesucristo, han creído en él y en sus palabras, y se han esforzado seriamente para seguirlo con la mayor humildad y radicalidad, otros porque escuchan la voz de su conciencia, reconocen la dignidad y el respeto que merecen todos los hombres y mujeres y, en el fondo, viven el espíritu de las bienaventuranzas y el precepto del amor al entregarse al servicio de los prójimo necesitados del bien y de la justicia.

Queridos hermanos: Fiesta de Todos los Santos, fiesta de gozo y de triunfo. Ser santos y santas está a nuestro alcance.

Demos gracias a Dios en esta eucaristía: Hoy  quedan patentes  el triunfo de Jesucristo, la fuerza humanizadora de su Evangelio, la firme seguridad de que hay un camino de felicidad verdadera ya en esta vida, y la alentadora esperanza de que Dios es fiel a sus promesas y colma la felicidad de los santos en el cielo.

 

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domingo, 29 de octubre de 2023

DOMINGO XXX T.O. (A)

-Textos:

            -Ex 22, 21-26

            -Tes 1, 5c-10

            -Mt 22, 34-40

“Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley?

Queridas hermanas benedictinas y queridos hermanos todos:

¿Cuál es el mandamiento principal de la Ley?, ¿Cuál es el objetivo, la meta, el deseo, la ambición más importante que persigo en mi vida? ¿El dinero?, ¿la familia?, el prestigio profesional?, ¿la buena imagen y la consideración de los demás?, ¿una jubilación tranquila?, ¿la justicia?, ¿servir a los demás?, ¿alabar al Señor?

“Amarás al Señor, tu  Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser. Este mandamiento es el principal y primero. El segundo es semejante a él: “Amarás al prójimo como a ti mismo”.

Dios no solo nos manda amar, sino que primero y sobre todo nos da la capacidad de amar. La última palabra de nuestro corazón no es el egoísmo, sino el amor. Somos imagen de Dios, Dios es amor, nuestra vocación fundamental es el amor. Por eso podemos amar.

 Pero el corazón humano es muy complicado. En él anidan también otros sentimientos y otras inclinaciones perversas, que en apariencia nos proporcionan felicidad, pero a la larga nos  hacen daño a nosotros y a los demás.

Por eso tenemos que decir, que la vida es tarea de amor. Vivimos para amar y vivir es aprender a amar.

Entonces, ¿Qué es el amor? Todos entendemos algo de amor, pero ¿Cuál es el verdadero amor? Nosotros los cristianos lo tenemos muy claro: -“Amor, el de Cristo”. Jesucristo  en toda su vida no tuvo otro objetivo que cumplir la voluntad de su Padre Dios, dio la vida por sus amigos y murió perdonando a sus enemigos. Jesucristo amó a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a sí mismo, y más que a si mismo.

 Por eso Jesucristo ha dicho: El segundo es semejante a él: “Amarás al prójimo como a ti mismo”. Lo sabemos muy bien: en la religión cristiana el amor a Dios es inseparable del amor al prójimo. No se puede amar a Dios si no amamos al prójimo. Precisamente porque amamos a Dios, hemos de amar a todo lo que Dios ama y como Dios lo ama.

Lo dice muy claro la primera epístola de San Juan: “Cómo puedes decir que amas a Dios a quien no ves, si no amas al prójimo a quien ves?” (1 Jn 4, 20). Solo del amor a Dios puede nacer el amor al prójimo como respuesta. Pero el amor al prójimo es el camino imprescindible para amar a Dios. “El cerrar los ojos al prójimo nos convierte también en ciegos ante Dios”, es frase de Benedicto XVI.

Y en este amor al prójimo, el compromiso por la justicia y la preferencia por los pobres es lo primero. “No oprimirás ni vejarás al forastero, porque forasteros fuisteis vosotros en Egipto. Si prestas dinero… a un pobre que habita contigo, no serás con él usurero…”. Jesucristo es más contundente: “Señor, ¿Cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?... ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?... –En verdad os digo que cada vez que lo hicisteis con uno  de estos mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis” (Mt 25, 37-40).

Y una última nota para terminar: Benedicto XVI escribió en su día: “ En el culto mismo, en la comunión eucarística, está incluido a la vez  el ser amado y el amar a los otros. Una eucaristía que no comparte un ejercicio práctico del amor es fragmentaria”.

 

 

domingo, 22 de octubre de 2023

DOMINGO XIX T.O (A)

-Textos:

            -Is. 45, 1. 4-6

            -Sal 95, 1. 3-5. 7ac

            -Tes 1, 1-5b

            -Mt 22, 15-21

“Corazones ardientes-Pies en camino”. “Dad al Cesar lo que es del Cesar y  a Dios lo que es de Dios”.

Queridas hermanas benedictinas y queridos hermanos todos:

En este domingo cuarto de Octubre vamos a hablar, en primer lugar del DOMUND. La finalidad primera es económica: hacer una colecta que se manda a Roma. Para que desde el organismo de Propaganda Fide, se distribuya  en los múltiples lugares en estado de misión.

Pero otra finalidad muy importante y que desborda el sencillo compromiso de ayudar económicamente a las misiones, es el de encender y avivar en todos los cristianos la responsabilidad de vivir y extender el evangelio. El lema, ya lo hemos leído y escuchado: “Corazones ardientes, pies en camino”.

La misión de evangelizar nos espera a todos. En medio del Sínodo que se está realizando en Roma y  que quiere acentuar la corresponsabilidad de todos los católicos en la misión de la Iglesia, el DOMUND de este año enciende en nuestros corazones el fuego ardiente de tantos misioneros ejemplares, como San Francisco Javier, y otros muchos que conocemos, para sacudir nuestra comodidad y nuestro conformismo.

Y ahora, permitidme comentar en pocas palabras este dicho tan conocido por todos y tan famoso. “Dad al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios”:

Permitidme una consideración importante: Los fariseos y los herodianos preguntan a Jesús una sola cosa: “Es lícito pagar el tributo al Cesar o no? Jesús, con mucha sabiduría, no solo da respuesta a lo que le preguntan, sino que aprovecha y añade algo que no le han preguntado: “Dad a Dios lo que es de Dios”. Al responder de esta manera, Jesús deja claro que lo que más le importa a Él es  esto que no le han preguntado: “Que hay que dar a Dios lo que es de Dios”.

Antes de pronunciar esta sentencia tan importante, Jesús les pregunta sobre la imagen inscrita en la moneda: “¿De quién es esta imagen y esta inscripción? Jesús sabe muy bien, como saben los que hacen la pregunta, aquellas primeras palabras del Génesis: “Y Dios creó al hombre a su imagen y semejanza”. Es decir: Dad al Cesar lo  que es del Cesar, pero, antes y primero, y porque es mucho más importante, “dad a Dios lo que es de Dios”. Porque todos vosotros sois imagen de Dios, y por lo tanto sois pertenencia de Dios.

Hermanas y hermanos todos: Somos criaturas de Dios, los seres humanos no podemos olvidar que pertenecemos primero y principalmente a Dios. No es que tengamos que estar solo mirando al cielo y dedicarnos solo a Dios, también somos de este mundo, por eso, también tenemos que mojarnos en los asuntos, negocios y trabajos de este mundo y dar al Cesar lo que es del Cesar.

Pongamos por caso: El mal ejemplo que nos dan a  veces los políticos, nos lleva a pensar mal de la política y a decir que mejor no meterse en política. Pero tampoco este es el pensamiento de Jesús. Jesús piensa y enseña que primero y por encima de todo debemos amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos. Y solo de esta manera sabremos discernir y decidir correctamente qué debemos hacer y cómo debemos portarnos en los asuntos de este mundo, tan enmarañados muchas veces y tan difíciles.

En definitiva, primero y sobre todo “dar a Dios lo que es de Dios”, y desde la luz de Cristo y de su evangelio, “dar al Cesar lo que es del César.

           

domingo, 8 de octubre de 2023

DOMINGO XXVII T.O. (A)

 

-Textos:

-Is 5, 1-7

-Sal 79, 9. 12-16. 19-20

-Fil 4, 6-9

-Mt 21, 33-43

 Cuando vuelva el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos viñadores?

Queridas hermanas y  queridos hermanos, todos:

 Estos días nos encontramos, al menos en mi pueblo, en plena vendimia. En la primera lectura, hemos podido apreciar uno de los más hermosos poemas que nos trae la Biblia en el Antiguo testamento: un canto de amor  a la viña.

Jesús en el evangelio asume este canto y lo convierte en parábola. En  unas circunstancias en las que se encuentra ya en Jerusalén y en abierta polémica con los jefes religiosos más autorizados de la ciudad, sacerdotes e intérpretes de la Ley. 

Estos, según la parábola de Jesús, son los viñadores, arrendatarios de la viña, que han rechazado, lapidado y matado uno tras otro a  los profetas, enviados por el dueño, que es Dios. También se ha atrevido a matar al Hijo. Los viñadores se  niegan a dar los frutos debidos al dueño y además quiere apropiarse de la viña. Es decir, rechaza absolutamente a Jesús y quiere seguir siendo los intérpretes  y directores únicos de la religión judía.

Así termina la parábola; y tengamos en cuenta, en definitiva se trata del re chazo total, de la muerte del Hijo, de Jesús.

La respuesta de Dios al rechazo de Jesús, será en primer lugar, resucitar a Jesús de entre los muertos y convertirlo en piedra angular para la salvación de todos.

Pero, además, y esto es muy importante, Dios, el Dueño de la viña, decidido a llevar adelante el proyecto de salvar al mundo, quitará la viña a Israel, y la entregará a un pueblo que dé frutos.

Esta respuesta de entregar la viña, el mundo, a otros que den frutos, tiene una primera y clara interpretación. Se trata de la Iglesia que funda Jesús, cuando dice a Simón: “Ahora te llamarás Pedro y en esta piedra edificaré mi Iglesia”. Y cuando dice a todos los discípulos, a todos los bautizados: “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura”.

Esta respuesta de “entregar a otros que den frutos”, nos compromete a toda la Iglesia, en general, y a cada uno de los bautizados en particular.

La Iglesia, en estos  momentos, en  estos días precisamente, está en la tarea sumamente importante de llevar en Roma a buen puerto la Asamblea del Sínodo. Para nosotros, ahora es el momento, sobre todo de rezar para que esta Iglesia, fundada por el mismo Jesucristo, dé ciertamente buenos frutos.

En segundo lugar la parábola nos compromete en singular a cada uno de nosotros: “¿Somos lo que decimos que debemos ser: factores y signos de unión, de amor fraterno y de perdón? San Pablo nos dice en la segunda lectura con espíritu generoso y acogedor: “Hermanos: todo lo que es verdadero, noble, justo, puro, amable, todo lo que es virtud o mérito lo tengamos en cuenta… sea en hermanos cristianos, sea en personas de buena voluntad.

 Y un punto final: Para que nuestra vida pueda dar frutos, y no agrazones ácidos y amargos, es preciso cimentarla bien en  Cristo Jesús: Él dijo en otro momento: “Yo soy la vid, vosotros los sarmientos. Si permanecéis unidos a mí, daréis fruto”.

 

domingo, 1 de octubre de 2023

DOMINGO XXVI T.O. (A)

-Textos:

            -Ez 18, 21-28

            -Sal 24, 4-9

            -Fil 2, 1-11

            -Mt 21, 28-32

 

 “Dadme esta gran alegría: manteneos  unánimes y concordes con un mismo amor y un mismo sentir. No obréis por rivalidad ni por ostentación…

Queridas hermanas benedictinas y queridos hermanos todos:

La parábola del evangelio que hemos escuchado proclama una enseñanza muy clara denunciando a los fariseos y a cuantos tienen buenas palabras, pero luego no las cumplen. En castellano tenemos un refrán muy expresivo: “Obras son amores y no buenas razones”.

Pero me vais a permitir que hable de la segunda lectura, de lo que dice San Pablos a su querida comunidad de Filipos: -“Manteneos  unánimes y concordes con un mismo amor y un mismo sentir. No obréis por rivalidad ni por ostentación…

El texto que hemos escuchado es sumamente importante: San Pablo da primero unos cuantos consejos para saber y vivir en comunidad, en cualquier clase de comunidad cristiana, que se reúne para celebrar la eucaristía. Y hasta podemos decir  en los miembros de una nación o de una autonomía.

En la segunda parte del texto, San Pablo se limita a transcribir no algo suyo, sino un texto o un himno que cantaban las primerísimas comunidades cristianas en sus celebraciones.

Ahora vamos a escuchar los consejos y normas que San  Pablo nos da en el primer párrafo  de su carta. En las comunidades del tiempo de  San Pablo había problemas, como en las actuales nuestras: desavenencias, rivalidades, intrigas… y otras: San Pablo recomienda con especial acento dos: mostrar “entrañas compasivas”  con los demás hermanos, y “un mismo amor y un mismo sentir”. Luego da consignas que son de sentido común, pero que no son fáciles de poner en práctica: “dejaos llevar por la humildad y considerar siempre superiores  a los demás”.

La mayor parte de nuestros disgustos personales y de tensiones comunitarias se deben a nuestro orgullo. “Considerar superiores a los demás” no es muy popular en nuestro tiempo ni en la sociedad civil, ni en la eclesial.

San Pablo no se limita a dar consejos y normas, sino que propone los medios para poder ponerlos en práctica: San Pablo nos dice: “Nos une el mismo espíritu”, y sobre todo, “Tened entre vosotros los mismos sentimientos de Cristo Jesús”. Se dirige a la comunidad suya de Filipo, y en ella estamos todos los cristianos.

Para esto, no tiene reparo en copiar y proponernos el himno del que os he hablado. Lo hemos escuchado en la segunda lectura, pero qué bien nos vendrá a todos, si dedicamos hoy o algún día un tiempo de oración para interiorizar lo que dice este himno: “Tened entre vosotros los sentimientos propios de Cristo Jesús. El cual, siendo de condición divina, no retuvo ávidamente ser igual a Dios; al contrario, se  despojó de sí mismo, tomando la condición de esclavo,…  y así reconocido como hombre por su presencia, se humilló a sí mismo, hecho obediente hasta la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo exaltó sobre todo y le concedió el Nombre sobre todo nombre, de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble, en el cielo, en la tierra y en el abismo, y toda lengua proclame: Jesucristo es Señor para gloria de Dios Padre”.

Hermanos y hermanas: Qué gran favor  haremos a la sociedad y a todo el mundo, si todos los  cristianos: matrimonios, familias, monjes y monjas, comunidades de religiosos y religiosas, cristianos que participamos en la eucaristía de los domingo y de los días de labor, asociaciones y movimientos apostólicos, ponemos en práctica estas recomendaciones que nos da hoy San Pablo: “Tened entre vosotros los mismos sentimientos de Cristo Jesús”.