domingo, 3 de diciembre de 2023

DOMINGO I DE ADVIENTO (B)

 

-Textos:

            -Is 63, 16c-17. 19c; 64, 2

            -Sal 79, 2ac y 3b.15.18-19

            -1 Co 1, 3-9

            -Mc 13, 33-37

 “Lo que os digo a vosotros, lo digo a todos: Velad”

Queridas hermanas benedictinas y queridos hermanos todos:

Nos encontramos en el primer domingo de  Adviento. En términos litúrgicos, hoy comenzamos un año nuevo. Comenzamos un tiempo litúrgico fuerte, y de gran interés litúrgico y espiritual. Un tiempo fuerte en el que la Iglesia nos prepara para la Navidad.

Nos conviene tomar nota de la oportunidad  que nos da el Adviento: crecer en la fe, en la caridad y. sobre todo. la esperanza. Aquí, en la celebración de esta misa dominical, hemos hablado varias veces del sentido que tiene nuestra vida y hemos dicho una fórmula sencilla y fácil de entender: “Venimos de Dios, vamos a Dios; y de Dios a Dios, Jesucristo Camino, Verdad y Vida”. Esta fórmula, da sentido a nuestra vida. No sé si advertimos suficientemente la fuerza para vivir, trabajar, sufrir y gozar, que nos proporciona esta breve frase.

San Bernardo de Claraval, en una de las lecturas del Oficio divino de la primera semana de este tiempo de adviento dice otra frase para explicar el sentido del adviento, que, además, ayuda  también a descubrir el sentido de la vida. Dice San Bernardo: “Conocemos tres venidas del Señor… En la primera, el Señor se manifestó en la tierra y vivió entre nosotros… En la última (al final de los tiempos) contemplaremos todos y reconoceremos a Cristo como Señor a quien traspasaron. La venida intermedia es oculta, solo la ven los elegidos.  Es como un camino que va  de la primera a la  última. En la primera Cristo fue nuestra redención, en la última Cristo se manifestará como nuestra vida, en esta venida intermedia Cristo es nuestro descanso y  nuestro consuelo".

Actualmente, entendemos el adviento como un tiempo para preparar la Navidad. Es verdad, y debemos poner el máximo interés en descubrir y vivir todas las facetas  de carácter religioso que se encierran en el misterio de esta fiesta. La primera, el tiempo de adviento bien vivido reafirma nuestra fe en Jesucristo, hijo de Dios, que se hizo hombre y nació en Belén.

Pero también debemos descubrir cómo el nacimiento de Jesús nos  da la posibilidad de creer en él, de ser hijos adoptivos de Dios, como nos ha sucedido en el bautismo y alcanzar como él y por medio de él, una vida eterna y feliz. Todo esto encierra  dentro de si el misterio de la Navidad. El adviento es tiempo para redescubrir este misterio, que, si lo vivimos de verdad, nos llena de alegría y llena de sentido nuestro diario vivir. Sí, venimos de Dios, vamos a Dios y de Dios a Dios, Jesucristo camino, verdad y vida.

¿Y qué podemos hacer para vivir bien el adviento? Velar, sí, velar, que quiere decir, en primer lugar, esperar al Señor como se espera a aquel que es mi camino, mi verdad y mi vida. Velar es también, dar a la navidad un sentido religioso y cristiano: Reconciliarnos con Dios en la confesión, participar en la eucaristía, compartir en familia la fiesta en unión y amistad. Y contribuir económicamente a que otros menos favorecidos, puedan disfrutar de una Navidad religiosa y solidaria como la fe y la tradición de la Iglesia nos enseñan.