domingo, 29 de octubre de 2023

DOMINGO XXX T.O. (A)

-Textos:

            -Ex 22, 21-26

            -Tes 1, 5c-10

            -Mt 22, 34-40

“Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley?

Queridas hermanas benedictinas y queridos hermanos todos:

¿Cuál es el mandamiento principal de la Ley?, ¿Cuál es el objetivo, la meta, el deseo, la ambición más importante que persigo en mi vida? ¿El dinero?, ¿la familia?, el prestigio profesional?, ¿la buena imagen y la consideración de los demás?, ¿una jubilación tranquila?, ¿la justicia?, ¿servir a los demás?, ¿alabar al Señor?

“Amarás al Señor, tu  Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser. Este mandamiento es el principal y primero. El segundo es semejante a él: “Amarás al prójimo como a ti mismo”.

Dios no solo nos manda amar, sino que primero y sobre todo nos da la capacidad de amar. La última palabra de nuestro corazón no es el egoísmo, sino el amor. Somos imagen de Dios, Dios es amor, nuestra vocación fundamental es el amor. Por eso podemos amar.

 Pero el corazón humano es muy complicado. En él anidan también otros sentimientos y otras inclinaciones perversas, que en apariencia nos proporcionan felicidad, pero a la larga nos  hacen daño a nosotros y a los demás.

Por eso tenemos que decir, que la vida es tarea de amor. Vivimos para amar y vivir es aprender a amar.

Entonces, ¿Qué es el amor? Todos entendemos algo de amor, pero ¿Cuál es el verdadero amor? Nosotros los cristianos lo tenemos muy claro: -“Amor, el de Cristo”. Jesucristo  en toda su vida no tuvo otro objetivo que cumplir la voluntad de su Padre Dios, dio la vida por sus amigos y murió perdonando a sus enemigos. Jesucristo amó a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a sí mismo, y más que a si mismo.

 Por eso Jesucristo ha dicho: El segundo es semejante a él: “Amarás al prójimo como a ti mismo”. Lo sabemos muy bien: en la religión cristiana el amor a Dios es inseparable del amor al prójimo. No se puede amar a Dios si no amamos al prójimo. Precisamente porque amamos a Dios, hemos de amar a todo lo que Dios ama y como Dios lo ama.

Lo dice muy claro la primera epístola de San Juan: “Cómo puedes decir que amas a Dios a quien no ves, si no amas al prójimo a quien ves?” (1 Jn 4, 20). Solo del amor a Dios puede nacer el amor al prójimo como respuesta. Pero el amor al prójimo es el camino imprescindible para amar a Dios. “El cerrar los ojos al prójimo nos convierte también en ciegos ante Dios”, es frase de Benedicto XVI.

Y en este amor al prójimo, el compromiso por la justicia y la preferencia por los pobres es lo primero. “No oprimirás ni vejarás al forastero, porque forasteros fuisteis vosotros en Egipto. Si prestas dinero… a un pobre que habita contigo, no serás con él usurero…”. Jesucristo es más contundente: “Señor, ¿Cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?... ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?... –En verdad os digo que cada vez que lo hicisteis con uno  de estos mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis” (Mt 25, 37-40).

Y una última nota para terminar: Benedicto XVI escribió en su día: “ En el culto mismo, en la comunión eucarística, está incluido a la vez  el ser amado y el amar a los otros. Una eucaristía que no comparte un ejercicio práctico del amor es fragmentaria”.

 

 

domingo, 22 de octubre de 2023

DOMINGO XIX T.O (A)

-Textos:

            -Is. 45, 1. 4-6

            -Sal 95, 1. 3-5. 7ac

            -Tes 1, 1-5b

            -Mt 22, 15-21

“Corazones ardientes-Pies en camino”. “Dad al Cesar lo que es del Cesar y  a Dios lo que es de Dios”.

Queridas hermanas benedictinas y queridos hermanos todos:

En este domingo cuarto de Octubre vamos a hablar, en primer lugar del DOMUND. La finalidad primera es económica: hacer una colecta que se manda a Roma. Para que desde el organismo de Propaganda Fide, se distribuya  en los múltiples lugares en estado de misión.

Pero otra finalidad muy importante y que desborda el sencillo compromiso de ayudar económicamente a las misiones, es el de encender y avivar en todos los cristianos la responsabilidad de vivir y extender el evangelio. El lema, ya lo hemos leído y escuchado: “Corazones ardientes, pies en camino”.

La misión de evangelizar nos espera a todos. En medio del Sínodo que se está realizando en Roma y  que quiere acentuar la corresponsabilidad de todos los católicos en la misión de la Iglesia, el DOMUND de este año enciende en nuestros corazones el fuego ardiente de tantos misioneros ejemplares, como San Francisco Javier, y otros muchos que conocemos, para sacudir nuestra comodidad y nuestro conformismo.

Y ahora, permitidme comentar en pocas palabras este dicho tan conocido por todos y tan famoso. “Dad al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios”:

Permitidme una consideración importante: Los fariseos y los herodianos preguntan a Jesús una sola cosa: “Es lícito pagar el tributo al Cesar o no? Jesús, con mucha sabiduría, no solo da respuesta a lo que le preguntan, sino que aprovecha y añade algo que no le han preguntado: “Dad a Dios lo que es de Dios”. Al responder de esta manera, Jesús deja claro que lo que más le importa a Él es  esto que no le han preguntado: “Que hay que dar a Dios lo que es de Dios”.

Antes de pronunciar esta sentencia tan importante, Jesús les pregunta sobre la imagen inscrita en la moneda: “¿De quién es esta imagen y esta inscripción? Jesús sabe muy bien, como saben los que hacen la pregunta, aquellas primeras palabras del Génesis: “Y Dios creó al hombre a su imagen y semejanza”. Es decir: Dad al Cesar lo  que es del Cesar, pero, antes y primero, y porque es mucho más importante, “dad a Dios lo que es de Dios”. Porque todos vosotros sois imagen de Dios, y por lo tanto sois pertenencia de Dios.

Hermanas y hermanos todos: Somos criaturas de Dios, los seres humanos no podemos olvidar que pertenecemos primero y principalmente a Dios. No es que tengamos que estar solo mirando al cielo y dedicarnos solo a Dios, también somos de este mundo, por eso, también tenemos que mojarnos en los asuntos, negocios y trabajos de este mundo y dar al Cesar lo que es del Cesar.

Pongamos por caso: El mal ejemplo que nos dan a  veces los políticos, nos lleva a pensar mal de la política y a decir que mejor no meterse en política. Pero tampoco este es el pensamiento de Jesús. Jesús piensa y enseña que primero y por encima de todo debemos amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos. Y solo de esta manera sabremos discernir y decidir correctamente qué debemos hacer y cómo debemos portarnos en los asuntos de este mundo, tan enmarañados muchas veces y tan difíciles.

En definitiva, primero y sobre todo “dar a Dios lo que es de Dios”, y desde la luz de Cristo y de su evangelio, “dar al Cesar lo que es del César.

           

domingo, 8 de octubre de 2023

DOMINGO XXVII T.O. (A)

 

-Textos:

-Is 5, 1-7

-Sal 79, 9. 12-16. 19-20

-Fil 4, 6-9

-Mt 21, 33-43

 Cuando vuelva el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos viñadores?

Queridas hermanas y  queridos hermanos, todos:

 Estos días nos encontramos, al menos en mi pueblo, en plena vendimia. En la primera lectura, hemos podido apreciar uno de los más hermosos poemas que nos trae la Biblia en el Antiguo testamento: un canto de amor  a la viña.

Jesús en el evangelio asume este canto y lo convierte en parábola. En  unas circunstancias en las que se encuentra ya en Jerusalén y en abierta polémica con los jefes religiosos más autorizados de la ciudad, sacerdotes e intérpretes de la Ley. 

Estos, según la parábola de Jesús, son los viñadores, arrendatarios de la viña, que han rechazado, lapidado y matado uno tras otro a  los profetas, enviados por el dueño, que es Dios. También se ha atrevido a matar al Hijo. Los viñadores se  niegan a dar los frutos debidos al dueño y además quiere apropiarse de la viña. Es decir, rechaza absolutamente a Jesús y quiere seguir siendo los intérpretes  y directores únicos de la religión judía.

Así termina la parábola; y tengamos en cuenta, en definitiva se trata del re chazo total, de la muerte del Hijo, de Jesús.

La respuesta de Dios al rechazo de Jesús, será en primer lugar, resucitar a Jesús de entre los muertos y convertirlo en piedra angular para la salvación de todos.

Pero, además, y esto es muy importante, Dios, el Dueño de la viña, decidido a llevar adelante el proyecto de salvar al mundo, quitará la viña a Israel, y la entregará a un pueblo que dé frutos.

Esta respuesta de entregar la viña, el mundo, a otros que den frutos, tiene una primera y clara interpretación. Se trata de la Iglesia que funda Jesús, cuando dice a Simón: “Ahora te llamarás Pedro y en esta piedra edificaré mi Iglesia”. Y cuando dice a todos los discípulos, a todos los bautizados: “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura”.

Esta respuesta de “entregar a otros que den frutos”, nos compromete a toda la Iglesia, en general, y a cada uno de los bautizados en particular.

La Iglesia, en estos  momentos, en  estos días precisamente, está en la tarea sumamente importante de llevar en Roma a buen puerto la Asamblea del Sínodo. Para nosotros, ahora es el momento, sobre todo de rezar para que esta Iglesia, fundada por el mismo Jesucristo, dé ciertamente buenos frutos.

En segundo lugar la parábola nos compromete en singular a cada uno de nosotros: “¿Somos lo que decimos que debemos ser: factores y signos de unión, de amor fraterno y de perdón? San Pablo nos dice en la segunda lectura con espíritu generoso y acogedor: “Hermanos: todo lo que es verdadero, noble, justo, puro, amable, todo lo que es virtud o mérito lo tengamos en cuenta… sea en hermanos cristianos, sea en personas de buena voluntad.

 Y un punto final: Para que nuestra vida pueda dar frutos, y no agrazones ácidos y amargos, es preciso cimentarla bien en  Cristo Jesús: Él dijo en otro momento: “Yo soy la vid, vosotros los sarmientos. Si permanecéis unidos a mí, daréis fruto”.

 

domingo, 1 de octubre de 2023

DOMINGO XXVI T.O. (A)

-Textos:

            -Ez 18, 21-28

            -Sal 24, 4-9

            -Fil 2, 1-11

            -Mt 21, 28-32

 

 “Dadme esta gran alegría: manteneos  unánimes y concordes con un mismo amor y un mismo sentir. No obréis por rivalidad ni por ostentación…

Queridas hermanas benedictinas y queridos hermanos todos:

La parábola del evangelio que hemos escuchado proclama una enseñanza muy clara denunciando a los fariseos y a cuantos tienen buenas palabras, pero luego no las cumplen. En castellano tenemos un refrán muy expresivo: “Obras son amores y no buenas razones”.

Pero me vais a permitir que hable de la segunda lectura, de lo que dice San Pablos a su querida comunidad de Filipos: -“Manteneos  unánimes y concordes con un mismo amor y un mismo sentir. No obréis por rivalidad ni por ostentación…

El texto que hemos escuchado es sumamente importante: San Pablo da primero unos cuantos consejos para saber y vivir en comunidad, en cualquier clase de comunidad cristiana, que se reúne para celebrar la eucaristía. Y hasta podemos decir  en los miembros de una nación o de una autonomía.

En la segunda parte del texto, San Pablo se limita a transcribir no algo suyo, sino un texto o un himno que cantaban las primerísimas comunidades cristianas en sus celebraciones.

Ahora vamos a escuchar los consejos y normas que San  Pablo nos da en el primer párrafo  de su carta. En las comunidades del tiempo de  San Pablo había problemas, como en las actuales nuestras: desavenencias, rivalidades, intrigas… y otras: San Pablo recomienda con especial acento dos: mostrar “entrañas compasivas”  con los demás hermanos, y “un mismo amor y un mismo sentir”. Luego da consignas que son de sentido común, pero que no son fáciles de poner en práctica: “dejaos llevar por la humildad y considerar siempre superiores  a los demás”.

La mayor parte de nuestros disgustos personales y de tensiones comunitarias se deben a nuestro orgullo. “Considerar superiores a los demás” no es muy popular en nuestro tiempo ni en la sociedad civil, ni en la eclesial.

San Pablo no se limita a dar consejos y normas, sino que propone los medios para poder ponerlos en práctica: San Pablo nos dice: “Nos une el mismo espíritu”, y sobre todo, “Tened entre vosotros los mismos sentimientos de Cristo Jesús”. Se dirige a la comunidad suya de Filipo, y en ella estamos todos los cristianos.

Para esto, no tiene reparo en copiar y proponernos el himno del que os he hablado. Lo hemos escuchado en la segunda lectura, pero qué bien nos vendrá a todos, si dedicamos hoy o algún día un tiempo de oración para interiorizar lo que dice este himno: “Tened entre vosotros los sentimientos propios de Cristo Jesús. El cual, siendo de condición divina, no retuvo ávidamente ser igual a Dios; al contrario, se  despojó de sí mismo, tomando la condición de esclavo,…  y así reconocido como hombre por su presencia, se humilló a sí mismo, hecho obediente hasta la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo exaltó sobre todo y le concedió el Nombre sobre todo nombre, de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble, en el cielo, en la tierra y en el abismo, y toda lengua proclame: Jesucristo es Señor para gloria de Dios Padre”.

Hermanos y hermanas: Qué gran favor  haremos a la sociedad y a todo el mundo, si todos los  cristianos: matrimonios, familias, monjes y monjas, comunidades de religiosos y religiosas, cristianos que participamos en la eucaristía de los domingo y de los días de labor, asociaciones y movimientos apostólicos, ponemos en práctica estas recomendaciones que nos da hoy San Pablo: “Tened entre vosotros los mismos sentimientos de Cristo Jesús”.