domingo, 24 de diciembre de 2023

DOMINGO IV DE ADVIENTO (B)

-Textos:

            -Sam 7, 1 -5. 8b-11. 16

            -Sal 88, 2- 5. 27 y 29

            -Ro 16, 25-27

            -Lc 1, 26-38

“Concebirás en tu vientre y darás a luz a un hijo, y le pondrás por nombre Jesús”

Queridas hermanas benedictinas y queridos hermanos todos:

Este año este cuarto domingo de adviento tiene un carácter especial: Por la mañana celebramos el adviento, por la tarde-noche la noche buena.

La eucaristía de esta mañana de adviento  nos pone en ambiente para entender mejor la hondura del misterio que celebraremos por la tarde noche:

El evangelio  de San Lucas es admirable por lo que nos dice de cada uno de los personajes  que aparece en la escena:

En primer lugar, Dios Padre, representado en la voz del ángel Gabriel: Qué palabras más admirables dice a la joven Virgen María, desposada con san José: “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo”. María se turbó, no es para menos. María está tan repleta de la gracia de Dios, que  no le cabe absolutamente ningún pecado, ni siquiera el pecado original. Ella que en Nazaret es considerada como una joven sencilla comprometida con José. Pero además Dios Padre  le dice una palabra que todos querríamos escuchar: “No temas María”. “Dios: se ha fijado en ti, y te encomienda una misión absolutamente admirable: “Vas a dar a luz un hijo, al que podrás por nombre Jesús”, es decir, al Salvador del mundo.

A continuación aparece en  la escena la figura de Jesús, al que en esta noche buena celebraremos con gozo: Jesús es presentado por los nombres, los títulos, que el ángel, de parte de Dios, le pone: Dos títulos referidos a su persona: Jesús será grande y se llamará Hijo del Altísimo, y tres títulos, que nos dan la idea de la gran misión que va a realizar este Jesús, que María va a concebir: “El Señor le dará el trono de David, su padre; reinará  sobre la  casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin”. Este niño que va a nacer y al que el ángel le atribuye unos títulos de nobleza tan grandes abruman a María, le dejan asombrada. Ella se da cuenta de que el ángel es la voz de Dios, sí, pero no puede entender todo lo que significan esos títulos.

Pongamos la atención ahora en María.  ¿Qué dice? ¿Cómo reacciona? María con sencillez y sinceridad pregunta, no porque dude, sino porque no entiende bien: ¿Cómo será eso, pues no conozco varón? Y la voz de Dios, el ángel, le explica algo nuevo: “El Espíritu Santo vendrá sobre ti…, por eso, el  Santo que va a nacer  será llamado Hijo de Dios”.

Sólo Dios, puede hacer un milagro semejante, pero sí, Dios Padre, por medio del Espíritu Santo va a hacer que  nazca al mundo el Hijo de  Dios.

María no alcanza a comprender todo, pero entiende  que Dios habla por medio del ángel y que le solicita y le pide una misión. Ella que cree en Dios, le reza continuamente, y su  fe le lleva a cumplir siempre y en todo la voluntad de Dios, por eso, responde con una respuesta que abre los cielos e ilumina y salva a la tierra: “He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu Palabra”.

Y esto es lo que celebraremos esta Noche buena, que nos lleva a recibir la gran noticia del misterio de Navidad.

Espero que todos vengáis  a la misa de esta noche y no os quedéis solo con la cena.