martes, 25 de julio de 2023

FESTIVIDAD DE SANTIAGO APÓSTOL

-Textos:

            -Hch 4, 33; 5, 12, 1-2

            -Sal 66

            2 Co 4, 7-15

            -Mt 20, 20-28

 

Mi cáliz beberéis”

Queridas hermanas benedictinas y queridos hermanos todos:

-Hoy festividad de Santiago apóstol. Este año tenemos la suerte de celebrar con la solemnidad que se merece este apóstol, primer mártir de la fe, y que después de su muerte ha tenido tanto influjo en la implantación de la fe en España y en Europa.

Una primera nota de su vida quiero destacar para provecho y examen de nuestra propia fe:

Para nosotros es muy conocido lo que llamamos el camino de Santiago. Nos referimos al camino, y a los caminos,  que discurren desde Europa y recorren por España hasta llegar a Santiago de Compostela. Pero es mucho más importante y  mucho más aleccionador el camino espiritual, interior, que anduvo  nuestro apóstol en el contacto directo y personal, siguiendo a Jesucristo por los caminos de Palestina.

En el evangelio de hoy vemos a Santiago y a su hermano Juan pedir, a través de su madre, Salomé, los primeros puesto, es decir, primeros ministros, diríamos hoy, cuando Jesús llegase a reinar, como rey temporal, en el reino que Santiago y Juan pensaban que Jesús pretendía establecer.

Esas pretensiones de Santiago y Juan dieron pie a Jesús para una extraordinaria y espléndida catequesis sobre la humildad, que dio a todos los discípulos después de haber explicado a los dos hermanos lo equivocados que estaban respecto a lo que era en realidad el Reino de Dios. “¿Podéis beber el cáliz  que yo voy a beber? les dijo. Y a continuación, dirigiéndose a todos dijo aquellas palabras que conocemos, pero que no sé ciertamente si consideramos la importancia que tienen para todos, También para nosotros, bautizados, que nos consideramos seguidores de Jesús: “Sabéis que los  jefes de los pueblos los tiranizan y que los grandes los oprimen. No será así entre vosotros: el que  quiera ser grande que sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero entre vosotros que sea vuestro esclavo. Igual que yo, el Hijo del Hombre, no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar la vida en rescate  por muchos”.

Sabemos muy bien que a los discípulos les costó mucho entender -tuvieron que ver a Jesús crucificado y resucitado-. Y sabemos muy bien que Santiago hizo ese camino, camino interior, en su corazón: que desde sus sueños de grandeza y de poder, llegar a comprender que el camino de seguir a Jesús era un camino de servir a los necesitados e incluso, un camino de muerte. Todo al revés y muy contrario de lo que piensa el mundo.

Santiago no tuvo duda de  seguir a Jesús por este camino, y lo hizo con valentía y sin medias tintas. No buscó la muerte, él entendió que su  misión, lo mejor que podía hacer en el mundo y para bien de  todos,  era  anunciar que Jesús había resucitado, y que la vida y el mensaje de Jesús  era, para todos, el único camino, el más seguro y necesario, para llegar a la verdadera vida, la vida eterna con Dios en el cielo.