domingo, 21 de noviembre de 2021

JESUCRISTO REY DEL UNIVERSO

-Textos:

            -Da 7, 13-14

            -Sal 92, 1-2. 5

            -Ap 1, 5-8

            -Jn 18, 33b-37

 Tú lo dices: Soy Rey”. “Mi reino no es de este mundo”

Queridas hermanas benedictinas y queridos hermanos todos:

Celebremos la fiesta de Jesucristo, Rey del universo, y convirtámonos todos en testigos y pregoneros de esperanza: Dios por medio de Jesucristo prepara para todos los hombres y para el universo entero un reino de “la verdad y la vida, el reino de la santidad y de la gracia, el reino de la justicia, el amor y la paz”.

Reafirmemos hoy nuestra fe en Jesucristo Rey del universo: En el evangelio, ante Pilato, Jesucristo declara firme y solemnemente: Si, “Mi reino no es de este mundo”, pero, “tú lo dices: yo soy rey”.

Pero, ¿Cómo es posible?, decimos nosotros; ¿Quién puede creerlo? Tu trono va a ser una cruz, tu cetro, una caña, tu corona, unas espinas punzantes. “¿Tú eres rey?”.

Sí, pero mi reino no se asienta sobre las armas, ni sobre el dinero, ni sobre el poder que viola la libertad, ni sobre la manipulación de las mentes y las conciencias, ni a través del miedo y la mentira. Mi Reino se cimienta en el amor.

Hermanas y hermanos, todos: Esta es la buena noticia de la fiesta de Cristo Rey: Dios cree en el amor; no en cualquier amor, sino  en su amor, el amor verdadero, cree en su amor infinito y divino: “Porque tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por él”.

Dios no se apoya en la fuerza que priva la libertad, Dios se apoya en el amor  verdadero que atrae y gana la libertad. Amor que sirve por amor. Ahí tenemos a Jesucristo lavando los pies de sus discípulos: “Si yo, el Maestro, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros”; “El que quiera ser primero entre vosotros, sea el servidor de todos”.

Ahí tenemos a Jesucristo,  maniatado y camino de la cruz. Porque nadie nos ama más verdaderamente que el que da la vida por nosotros. San Pablo dice lacónicamente: “Me amó y se entregó por mí”.

Hoy es un día para despertar a amar, sacudir nuestra mediocridad, y rendirnos al amor de Dios manifestado en Cristo Jesús, que nos amó y se entregó por nosotros.

Rendirnos al amor infinito de Cristo Rey, y convertirnos en testigos  de ese amor en el mundo. Nosotros los cristianos que bebemos de las fuentes del amor que mana del costado de Cristo, estamos llamados por Dios a impregnar el mundo de este amor.

¿Cómo? Al modo suyo: amar y servir. Servir por amor a todos, sobre todo, al necesitado.

Esperamos en Cristo, seamos testigos y sembradores del amor de Cristo: el reino de “la verdad y la vida, el reino de la santidad y de la gracia, el reino de la justicia, el amor y la paz”.