domingo, 16 de febrero de 2020

DOMINGO VI T.O. (A)


-Textos:

       -Eclo 15, 16-21
       -Sal 118, 1-2. 4-5. 17-18. 33-34
       -1Co 2, 6-10
       -Mt 5, 17-37

No creáis que he venido a abolir la Ley y los Profetas; no he venido a abolir, sino a dar plenitud”.

Queridas hermanas benedictinas y queridos hermanos todos:

Estas normas tan radicales que escuchamos en el evangelio de hoy son parte del programa que Jesucristo propone en el Sermón de la Montaña para establecer el Reino de Dios en este mundo. Para que este mundo vaya conformándose al proyecto de Dios.

Y puede que digáis: Sí, son normas muy buenas, muy adecuadas y necesarias. Pero son muy difíciles de cumplir.

Hermanos: Jesucristo, al que hoy vemos dictando este programa para recrear y hacer un mundo nuevo, dice en otro lugar: “Venid a mí todo los que estáis cansados y agobiados y yo os aliviare. Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera” (Mt 11, 25-30).

Es necesario leer el evangelio de Jesús entero para que entendamos bien su mensaje.

Jesús nos propone unas normas, un modo de vivir, sí, pero Jesús, al mismo tiempo, nos ofrece la gracia, la fuerza y los medios para que podamos cumplir esas normas, y podamos llevar ese estilo de vida capaz de cambiar la sociedad y el mundo.

San Pablo en la epístola que hemos leído hoy nos habla de una sabiduría, que no es de los príncipes de este mundo, sino de una sabiduría divina… ¿Cuál es el secreto de esta sabiduría? El secreto está en que Jesucristo nos ha dado el Espíritu Santo; y con el Espíritu Santo nos ha dado la comunidad de seguidores suyos, la Iglesia, la Virgen María, los santos, los mártires, y con la Iglesia y el Espíritu Santo, nos ha dado la eucaristía, y la Palabra de Dios, y el perdón de los pecados y los demás sacramentos. Se nos ha dado él mismo. Nos ha dado su vida, porque nos ha hecho hijos de Dios en el bautismo. Y así podemos llegar a hacer lo que él ha hecho, amar como él ama, perdonar como él perdona, dominar y vencer las tentaciones, como él las venció.

Podemos vivir una vida nueva que fermente la masa de este mundo y lo transforme. Sí, esto está a nuestro alcance.

Podemos cumplir el programa que él nos propone, porque antes y después y empapando todo el programa, se nos ofrece la gracia de Dios, el Espíritu Santo, los medios para cumplir los mandamientos y el Sermón de la Montaña y todo el bello y admirable programa que puede transformar el mundo, hacerlo más humano y darnos la vida eterna.

Jesús propone normas, sí, pero nos da fuerza, motivos, gracia sobrenatural de Dios, medios que están a nuestro alcance, y que de aprovecharnos de ellos, nos hacen hombres y mujeres nuevos, personas libres, capaces de controlar las pasiones, cumplir la palabra de un matrimonio para siempre, ofrecer una vida entera consagrada a solo Dios en un monasterio, o en ambientes de increencia o pobreza, dolor, y miseria, ayudar a los pobres y anunciar el evangelio a quienes no lo han descubierto.

Así viven muchos misioneros y las hermanas que nos acogen en esta iglesia y los matrimonios que celebran las bodas de plata y las de oro y las de diamante. Sí, podemos vivir en medio de un mundo que se debate en su autismo y en su egolatría, una vida nueva de alegría y libertad, y ser luz y fermento, y aurora del Reino de Dios.