miércoles, 15 de agosto de 2018

FESTIVIDAD DE LA ASUNCIÓN DE MARÍA EN CUERPO Y ALMA A LOS CIELOS


-Textos:

        -Ap 11, 19a; 12, 1. 3-6a. 10ab
       -Sal 44, 10bc. 11-12ab. 16
       -1Co 15, 20-27ª
       -Lc 1,39-56

En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre”.

La virgen María, enseguida de haber dicho sí a Dios, fue a visitar a su prima Isabel y colmó de alegría a Isabel y al hijo, Juan el Bautista, que llevaba en su vientre.

María portadora de alegría hoy como entonces, porque lleva a Jesucristo en su corazón. Jesucristo es la alegría de los hombres y del mundo, y María es la causa de nuestra alegría, como decimos en las letanías de la Virgen.

Y este puede ser el mensaje que nos transmite esta fiesta: Nosotros podemos y debemos ser portadores de alegría. Ahora, sobre todo, en el verano y en vacaciones, cuando hacemos visitas y cumplidos que no podemos hacer en las épocas de trabajo. Pero portadores de alegría también en casa y en la familia, y en el trabajo, y en las salidas con los amigos… Allí donde estamos, allí donde vamos, seamos portadores de alegría.
Pero para comunicar alegría tenemos que llevarla y sentirla dentro de nosotros. ¿Dónde podemos encontrar las fuentes de una alegría desbordante, sana y que se contagia a los demás?

La Virgen de la Asunción nos acerca a esas fuentes de la alegría: En primer lugar, la Virgen María llevaba físicamente a Jesucristo en su seno. Esta era la causa de su alegría, llevar a Cristo dentro de sí. Nosotros, no físicamente, sino espiritualmente, por la fe, también somos portadores de Cristo. El papa Francisco ha dicho: “Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría”.

En segundo lugar, María va a visitar a su prima Isabel, para ayudarla, porque le ha dicho el ángel que su prima estaba embarazada. La disposición para servir al necesitado, también es fuente de alegría. La virgen tiene voluntad de atender y servir al necesitado. Esta disposición, esta voluntad, convierte a María en portadora de alegría.
El enfermo en la familia, el vecino sin trabajo, los mensajes de Cáritas y de otras asociaciones humanitarias, las llamadas de nuestras parroquias que solicitan colaboradores, catequistas, visitadores de enfermos… Y en otro nivel, el drama de los inmigrantes, las atrocidades de la guerra… son toques de atención, llamadas de Dios, para despertar en nosotros una disposición como la de la Virgen María, que marcha a toda prisa y sube a la montaña para ayudar a su prima. Así, ella fue portadora de alegría.

Por último, permitidme, y ateniéndonos a la fiesta que celebramos de la Asunción de la Virgen en cuerpo y alma a los cielos, una fuente importante para beber el agua fresca de la alegría y comunicarla es la esperanza; la esperanza cristiana en la vida eterna. María ha subido a los cielos, nuestro destino es el cielo. Quizás pensamos poco en el cielo.

En el prefacio de la fiesta de hoy vamos a proclamar con entusiasmo: “Porque hoy ha sido elevada al cielo la virgen María, Madre de Dios, ella es figura y primicia de la Iglesia que un día será glorificada, ella es consuelo y esperanza de tu pueblo, todavía peregrino en esta tierra”.

Continuemos la eucaristía, afirmemos nuestra fe, pidamos por las necesidades de nuestros prójimos y dejémonos impregnar de la esperanza de llegar un día a juntarnos con la Virgen María y con Dios, en el cielo.