domingo, 18 de febrero de 2018

DOMINGO I CUARESMA (B)

-Textos:

       -Gn 9, 8-15
       -Sal 24, 4-9
       -1 Pe 3, 18-22
       -Mc 1, 12-15

En aquel tiempo el Espíritu empujó al Señor al desierto”

Queridas hermanas benedictinas y queridos hermanos todos:

Hoy abrimos de par en par la cuaresma, tiempo de gracia de Dios, tiempo de salvación. “Si hoy escucháis la voz del Señor, no endurezcáis vuestro corazón”.

Las últimas palabras de Jesús en el evangelio de hoy nos anuncia con toda seriedad: Se ha cumplido el plazo, está cerca el Reino de Dios. Convertíos y creed la buena noticia”.

¡Convertíos! Pero, ¿es que no estamos convertidos? ¿No nos proclamamos cristianos? ¿No hemos recibido el bautismo?

El jueves de esta semana pasada, en preludio de la cuaresma, escuchábamos una lectura realmente impresionante: “Hoy pongo delante de ti la vida y el bien, la muerte y el mal”. En esta vida, hay un plan de Dios y un plan del mundo. El plan del mundo lo conocemos y, quizás, lo vivimos: “Come y bebe, banquetea, hazte con dinero, no importa cómo; hazte importante y que todos te envidien y te halaguen; para tranquilizar tu conciencia da a los pobres y desgraciados un poco de lo que te sobra.

Vive como dice el dicho “Comamos y bebamos que mañana moriremos”. Este es el plan del mundo, ¿cuál es el plan de Dios? lo encontramos esbozado en la primera lectura de hoy: “Yo hago un pacto con vosotros y con vuestros descendientes, con todos los animales que os acompañaron, aves, ganados, fieras, con todos los que salieron del arca y ahora viven en la tierra”. Un proyecto verdaderamente ecológico y amable, que se cumplirá al final de los tiempos.

Jesucristo también propone el plan de Dios, pero con otras palabras. “El Reino de Dios está cerca”, dice. Su programa es sumamente atractivo, pero lleva en su entraña carga explosiva y revolucionaria, un mundo nuevo, una sociedad alternativa: “Bienaventurados los pobres en el espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos, bienaventurados los que lloran, bienaventurados los limpios de corazón, bienaventurados cuando os persigan y calumnien por mi nombre…” “Venid benditos de mi Padre, porque tuve hambre y me distéis de comer, tuve sed y me distéis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis…”.

La cuaresma, queridos hermanos nos pone delante en toda su desnudez el plan de Dios y el plan del mundo. Quizás nos alivie, tener en cuenta otras palabras, proclamadas en los primeros días de esta cuaresma: “Si cumples que lo que yo te mando hoy, amando al Señor, siguiendo sus caminos, practicando sus preceptos…, vivirás y crecerás; el Señor tu Dios te bendecirá en la tierra que vas a poseer…”.

¿Dónde estamos nosotros? ¿Qué vida llevamos? Jesucristo termina el evangelio de hoy: Se ha cumplido el plazo, está cerca el Reino de Dios. Convertíos y creed la buena noticia”.

Jesucristo nos llama a vivir la cuaresma; el plan de Dios y de Jesucristo nos puede parecer algo demasiado serio y difícil. Pero él va delante. Se deja llevar por el Espíritu Santo y va decidido al desierto; al lugar inhóspito y duro, donde el antiguo pueblo de Dios fue tentado y cayó tantas veces; a la vida real que vivimos desde que el hombre es hombre.

Jesucristo fue al desierto y rechazó todas las tentaciones y venció. Para dejarnos claro que las tentaciones pueden ser vencidas; que el plan del mundo puede ser vencido y el plan de Dios puede ser vivido en esta vida y en esta sociedad.

Jesucristo sale del desierto victorioso y nos dice: Se ha cumplido el plazo, está cerca el Reino de Dios. Convertíos y creed en el evangelio”. Hermanas y hermanos, ha comenzado la cuaresma, tiempo de gracia, día de salvación: vivamos este tiempo; sigamos a Jesús: