miércoles, 6 de enero de 2016

FIESTA DE LA EPIFANÍA DEL SEÑOR

 
Textos:

            -Is 60, 1-6

            -Ef 3, 2-3ª. 5-6      

            -Mt 2, 1-12

¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo”.

-Queridas hermanas benedictinas y queridos hermanos todos:

-El relato de los Magos de Oriente es para nosotros hoy una ventana abierta que deja ver quién es  Jesús y cuál es la misión que trae al mundo; es, al mismo tiempo, un espejo donde podemos vernos reflejados y advertir si somos o no verdaderos seguidores de Jesús.

Los Magos de Oriente, que bien pudieron ser unos sabios o unos sacerdotes instruidos, estudian el firmamento y descubren una estrella especial. No sólo  investigan para adquirir conocimientos, sino que buscan la verdad de Dios y su voluntad. Para ellos las estrellas no sólo muestran las leyes que  rigen sus movimientos, sino que remiten a más allá de sí mismas, y pueden transmitir mensajes de Dios a los hombres. “Los cielos proclaman la gloria de Dios y el firmamento pregona la obra de sus manos”.

Tenemos aquí la primera enseñanza de este evangelio: Actualmente muchos se acercan a la naturaleza para descansar, para expansionarse, para liberarse del estrés; algunos científicos se llenan de vanidad, si dan con una nueva teoría que explica cómo se desarrolla el universo; vemos también que otros muchos recorren el mar, las montañas y las simas de la tierra con el único objetivo de encontrar recursos para explotar la naturaleza y montar negocios. Ninguno de ellos va más lejos.

Sin  embargo, los Magos de Oriente nos están diciendo que el mundo, el universo y también la historia nos hablan de Dios, nos remiten a Dios, y nos llevan a descubrir cuál es la voluntad de Dios. Una mirada contemplativa y religiosa de las cosas nos lleva a descubrir cuál es nuestra misión en el mundo. Los Magos observando las estrellas descubrieron a Dios.

Aún podemos aprender más de los Magos: Dice el evangelio: “Vieron al niño con María su Madre y cayendo de rodillas, lo adoraron”.

“Ponerse de rodillas y adorar”, esta frase revuelve las entrañas del hombre moderno. El orgullo y la autosuficiencia le hacen decir: “Yo no me arrodillo ante nadie”. Sin embargo, el hombre moderno no se da cuenta de cuántos son los ídolos que adora: el consumismo, la seguridad, el dinero, el poder, la fama, ídolos que lo esclavizan… Sólo el que reconoce a Dios como Dios y es humilde para arrodillarse ante él, es capaz de mantenerse erguido en su dignidad, sin doblegarse ante la seducción de cualquier otra criatura. Si creemos en Dios podremos cultivar la virtud y dominar nuestras pasiones. Si no amamos a Dios sobre todas las cosas, es muy fácil que nos hagamos esclavos adictos a cualquier criatura.

Los Magos, termina el evangelio, “se marcharon a su tierra por otro camino”. Buscaron a Dios y lo encontraron, y Dios cambio el rumbo de su vida.

Ojalá que nosotros sepamos vivir la vida en toda su profundidad y descubrir que todo, la naturaleza, los acontecimientos, las personas, todo, nos remita a Dios y nos hable de Dios. Que la fiesta de la Epifanía nos descubra que ese Niño en brazos de María es Dios de Dios y Luz de Luz, y que ahora, sobre el altar logremos ver bajo las especies humildes del pan y del vino la presencia real y resplandeciente de Jesucristo que nos invita a seguir un camino nuevo, el camino de Dios, que nos libera de los ídolos y nos salva.