domingo, 23 de abril de 2023

DOMINGO III DE PASCOA (A)

-Textos:

            -Hch 2, 14. 22-33

            -Sal 15, 1b-2a. 5. 7-11

            -1 Pe 1, 17-21

            -Lc 24, 13-35

 

“Quédate con nosotros porque atardece y el día va ya de caída”

 

Queridas hermanas benedictinas y queridos hermanos todos:

“El papa Benedicto XVI dice en una de sus encíclicas que la fe es la experiencia cierta de un encuentro personal con Jesucristo”.

 

En el evangelio de este tercer domingo de Pascua tenemos la preciosa narración de un encuentro personal de Jesús resucitado con dos de sus  discípulos.

Conviene prestar atención a cómo estos discípulos salen de Jerusalén a Emaús tristes y desanimados, y cómo luego vuelven a Jerusalén contentos, impacientes, con el corazón ardiendo y con ganas de  contar la experiencia de la cena con Jesús.

¿Cómo se explica este cambio, esta trasformación? Ellos han tenido la experiencia de un encuentro personal con Jesús Resucitado.

Hoy en día, estamos viendo lo que pasa con mucha gente, incluso con muchos cristianos bautizados. Han sido durante mucho tiempo creyentes  y hasta buenos practicante en la fe cristiana  y católica, pero luego, casi sin darse cuenta, en unos casos, y en otros,  en poco tiempo, han dejado las prácticas religiosas e incluso dicen abiertamente que ya no creen en lo que enseña la Iglesia. Ellos también tristes y decepcionados, como los dos discípulos de Emaús, que se van de Jerusalén.

Este fenómeno nos plantea un problema sumamente importante a todos nosotros también: ¿Cómo podemos experimentar, mantener y conseguir que arda de fe nuestro corazón, hasta el punto de salir  a la calle o volver a nuestra parroquia o a nuestro barrio, para contar cómo hemos conocido a Jesús,  y compartir con otros que también lo han visto, y se siente, como nosotros, llenos de  fe y entusiasmo?

Lucas, en el precioso relato que nos ha transmitido, da respuesta esta pregunta. Me permito anotar solo sólo cuatro vías que pueden dar lugar a tener, o reforzar, la experiencia de un encuentro personal con Jesús Resucitado:

En primer lugar, podemos encontrarnos con Jesús, en la Eucaristía: el sacramento más admirable que Jesús, en momentos de suma intimidad, en la Última Cena, pensó, para hacerse él mismo alimento para sus discípulos, en el camino de la fe.

Lo podemos reconocer en la escucha y la lectura de la Palabra de Dios: solos en oración, o juntos, en grupo o en comunidad.

Lo podemos reconocer  en la caridad fraterna, en la solidaridad con los enfermos, pobres y personas necesitadas. Ya vemos que gracia tan grande  recibieron los dos discípulos por decirle a Jesús: “Quédate con nosotros porque atardece  y el día va de caída”.

Lo  podemos reconocer en la comunidad, en la Iglesia: Cuando los dos de Emaús llegaron a donde estaba el grupo de Jerusalén, y allí, en la Iglesia, oyeron la buena noticia: que certificaba y avalaba su fe: “Era verdad, ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón Pedro”.

He señalado cuatro puntos de encuentro con Jesús.

Pero la verdad es que Jesús está siempre con nosotros y nos acompaña siempre en esta vida.

Ya vemos hemos venido este domingo a misa, y aquí lo tenemos esperándonos.