domingo, 8 de enero de 2023

FIESTA DEL BAUTISMO DEL SE3ÑOR (A)

-Textos:

            -Is 60, 1-6

            -Sal 71, 2. 7-8. 10-11. 12-13

            -Ef 3, 2-3. 5-6.

-Mt 2, 1-12

Conviene que así cumplamos toda justicia”

-Queridas hermanas benedictinas y queridos hermanos todos:

La fiesta del bautismo de Jesús  es el broche de oro de la Navidad, la presentación de Jesucristo como adulto que se lanza a la gran tarea de anunciar el anuncio más esperado por el pueblo judío y la campaña más interesante que podían escuchar todos los paganos o creyentes de alguna religión.

Para nosotros, hoy, el acontecimiento del bautismo de Jesús en el rio Jordán es la invitación a seguir a Jesucristo con nuevo entusiasmo, convencidos de que algo  muy importante y muy nuevo, que no hemos descubierto todavía.

Esta mañana, Dios mismo por fin, cumple sus promesas y nos dice hoy a nosotros: “Este es mi hijo amado, en quien me complazco”.

Hoy, Jesús, ya no aparece como el niño, que atrae y encanta a cuantos lo contemplamos en brazos de María, protegido por la compañía de José.

Hoy aparece Jesús ante nosotros como un joven adulto, libre y consciente de sus actos, que se pone a la cola de los pecadores, como si necesitará purificarse y ser perdonado de unos pecados que él no ha cometido. – Recordad las palabras de San Pablo en Filipenses: “El cual, siendo de condición divina,  no retuvo ávidamente ser  igual a Dios, al contrario, se despojó de sí mismo… se humilló  a sí mismo, hecho obediente hasta la muerte…”.

Jesucristo, libre, dueño de su destino, pero obediente a su Padre Dios –“Conviene que así cumplamos toda justicia” dice a su amigo y profeta Juan Bautista-,  y Jesús se bautiza como si fuera un pecador.

Porque quien ha venido a perdonar todos los pecados del mundo, -así son los planes de Dios-, tenía que cargar sobre si con los pecados de todos los hombres, aparecer como pecador y adentrarse en el mundo de los pecadores, para que nos acercáramos a él. Y pudiéramos recibir el perdón de los pecados y participar de la salvación de Dios.

“A penas se bautizó  Jesús, salió del agua, se abrieron los cielos y vio que el Espíritu de Dios bajaba como una paloma y se posaba sobre Él”.

Es el Espíritu Santo, quien interviene para darle el impulso. En este momento Jesús entiende que su Padre, Dios, le manda salir a la vida pública y predicar el evangelio.

Algunos Padres de la Iglesia dicen: “Al sumergirse Jesús en las aguas del Jordán sanó todas las aguas haciéndolas aptas para que cuantos quisieran escuchar la voz de Dios y convertirse a Jesucristo, pudieran quedar purificados con  las aguas bautismales.

Concluyamos con algunas consecuencias prácticas:

A partir de hoy, todos los domingos, y cada vez que venimos a la eucaristía, pongamos los ojos de la fe en Jesús: Jesucristo es el camino, y la verdad y la vida.

Humildad, humildad, humildad, decía Santa Teresa de Jesús. La humildad es la base, el humus, la tierra buena donde pude germinar y crecer la fe; el orgullo y la soberbia son la raíz del pecado, de la división y de la guerra entre los humanos. Y posiblemente la primera causa de falta de fe en muchos contemporáneos nuestros.

El bautismo, el de niños y el de adultos es el acto más fecundo y más importante y necesario, que nos puede ocurrir a los hombres y mujeres que venimos a este mundo.