domingo, 20 de marzo de 2022

DOMINGO III DE CUARESMA (C)

-Textos:

            -Ex 3, 1-8a. 13-15

            -Sal 102, 1b-4. 6-8. 11

            -1 Co 10, 1-6. 10-12

            -Lc 13, 1-9


 “Señor, déjala todavía este año… a ver si da fruto en adelante”.

 

Queridas hermanas benedictinas y queridos hermanos todos:

 

Estamos en tiempo de cuaresma; hoy también celebramos el “Día del seminario”. Un motivo y otro nos llaman a la conversión, al cambio de vida. Alguno podrá decir: ¿Cambio de vida?  Eso es lo que vamos a tener que hacer, queramos o no queramos: La irracional guerra en Ucrania, la subida de los carburantes, la huelga de transportistas, el desabastecimiento  en los mercados… Si todo esto no se acaba pronto, no tendremos más remedio que cambiar de vida.

 

Pero se puede cambiar de vida por necesidad, o se puede cambiar de vida con cabeza; alguno quizás se cierre en sí mismo, pretenda bastarse a sí mismo y desentenderse de los demás. Pero se puede también afrontar la situación serenamente y desde la fe.

 

Los textos que hemos escuchado en la palabra de esta celebración son extraordinariamente oportunos e iluminadores para la circunstancia que estamos viviendo.

 

En la primera lectura oímos a Dios mismo que le dice a Moisés: “He visto la opresión de mi pueblo, he oído sus quejas, conozco su sufrimiento. He bajado a liberarlo…”. Hermanas y hermanos, Dios nuestro Padre del cielo, es sensible, tremendamente sensible a lo que pasa en el mundo. No sólo  es sensible, sino que se compromete a bajar, para liberarnos de nuestros sufrimientos. Y bajó. En Cristo, Dios se hizo hombre y habitó entre nosotros. Sí, Dios, interviene contando con la colaboración humana. Moisés, la Virgen María, y todos nosotros.-

Es importante tomar nota y descubrir cómo es Dios, el Dios en el que creemos: Él se interesa y se compromete fortísimamente ante las desgracias y los sufrimientos humanos.

 

Si repasamos el evangelio, vemos que Jesús está muy al tanto, muy al día, de los acontecimientos que pasan en la sociedad en la que vive. Los analiza y saca consecuencias. Ante el grupo de galileos ejecutados por  Pilatos, o ante el grupo de trabajadores muertos en un accidente laboral, Él nos enseña que no debemos pensar que han tenido esas desgracias por castigo de Dios o por ser pecadores. La consecuencia que saca Jesús, y que nos dice que la tengamos en cuenta, es que esos acontecimientos de actualidad son una llamada de Dios a la conversión. Tenemos que estar al día de lo que pasa en nuestro mundo, interesarnos y sentirnos comprometidos y entender que es Dios mismo el que nos está hablando a través de ellos, y nos dice que salgamos de nuestro egoísmo y nos convirtamos al amor, a la ayuda y a la colaboración posible. Dios, Jesucristo, se interesa por nosotros, nosotros, creyentes y discípulos suyos, hemos de interesarnos por nuestros hermanos prójimos. Es nuestra vocación, Dios nos habla y nos llama a través de los acontecimientos.

 

Es motivo de consuelo y esperanza cómo ha reaccionado gran parte de la sociedad ante los sucesos trágicos consiguientes a la invasión de Ucrania. Ojalá no sea solo un momento emocional fugaz y pasajero, sino que sea entendido como una llamada del mismo Dios a ser y obrar como hermanos. Y ahora, ante la situación social que se está creando, no caigamos en el egoísmo, sino que vengamos a ser todos hermanos de nuestros prójimos.

 

Y permitidme una mención del “Día del Seminario”. Nuestro señor arzobispo, D. Francisco, ha  repicado en la puerta de las comunidades cristianas, las parroquias, y también, muy encarecidamente, a la puerta de las familias, y evidentemente, ha querido repicar en el corazón los jóvenes, a los que pide que se abran a la amistad personal y subyugante y enriquecedora de Jesucristo.

 

Pidamos al Señor, por intercesión de san José,  que sean muchos los jóvenes  que respondan  con generosidad a la llamada del Dueño de la mies.