domingo, 9 de agosto de 2020

DOMINGO XIX T.O. (A)


-Textos:

       -1Re 19, 9ª. 11-13ª
       -Sal 84, 9ab-10-14
       -Ro 9, 1-5
       -Mt 14, 22-33

¡Ánimo, soy yo, no tengáis miedo!

Queridas hermanas benedictinas y queridos hermanos todos:

El mar en la biblia aparece muchas veces como símbolo del mal, del peligro, de la muerte. Jesús camina sobre las aguas del mar; domina el mar; aparece sereno y soberano sobre las fuerzas que amenazan al hombre; el mal, el demonio, no tiene poder sobre él.

Los discípulos, que están sobre la barca, tienen en Jesús una fe todavía débil; todavía no conocen bien a Jesús. Por eso, al verlo entre brumas no lo reconocen, llegan a creer que es un fantasma. Pero el mismo Jesús se adelanta para sacarlos de dudas, y con una frase iluminadora, reconfortante y entrañablemente humana, les dice: ¡Ánimo, soy yo, no tengáis miedo!

Una frase, una palabra de Jesús, dicha entonces, que gracias a la liturgia de hoy suena como nueva en nuestros oídos; Jesús, Señor del mar, del cielo y de la tierra, nos dice esta mañana: ¡Ánimo, soy yo, no tengáis miedo!

Hoy, la gente, nosotros no tenemos reparo en confesar que sentimos miedo: Miedo a la pandemia y a las muchas y graves consecuencias que nos está trayendo: el paro, la incertidumbre económica, al problema de la escolarización de los hijos pequeños… Y otros miedos más profundos y más personales: Somos mucho más frágiles y vulnerables que lo que nos creíamos. Nos creíamos fuertes y capaces de superar cualquier limitación y peligro, y un virus imprevisible nos está sumiendo en la mayor incertidumbre y en la angustia, atenazados todos por el miedo a la enfermedad y a la muerte.

Un agarradero es poner nuestra esperanza en la vacuna, en los científicos. Pero esos recursos, ¿son capaces de apagar los miedos que han aflorado en mí a causa del coronavirus? ¿Me quedo tranquilo? ¿Son la respuesta cabal y completa a todo lo que estoy sintiendo y viviendo en mí y lo que veo a mi alrededor?

¿Y si comienzo a contar con Dios más de lo que he contado hasta ahora…? La frase de Jesús hoy puede que despierte en mí resonancias nuevas y profundas: -¡Ánimo, soy yo, no tengáis miedo!

El mundo, la sociedad en la que vivo, está más revuelta y embravecida que la más desatada y temible tormenta del mar.

Pongamos la atención en san Pedro: cuando él tiene los ojos puestos en Jesús camina seguro y sereno sobre la superficie del mar. Pero cuando arrecia la tormenta quita la vista de Jesús y la vuelve sobre sí mismo y sobre el peligro que corre su vida. Entonces comienza a hundirse. Jesús le tiende la mano, lo agarra y lo saca a flote, haciéndole una recomendación de la que nosotros también debemos tomar nota: “¡Hombre de poca fe! ¿Por qué has dudado? .

Hermanas y hermanos todos: Dos frases, dos mensajes para pensar y orar: -¡Ánimo, soy yo, no tengáis miedo! “¡Hombre de poca fe! ¿Por qué has dudado”?