domingo, 15 de marzo de 2020

DOMINGO III DE CUARESMA (A)


Introducción al evangelio

-Textos:

       -Ex 17, 3-7
       -Sal 94, 1-2. 6-9
       -Ro 5, 1-2. 5-8
       -Jn 4, 5-42


Si conocieras el don de Dios y quien es el que te dice “Dame de beber”, le pedirías tú, y él te daría agua viva”

Queridas hermanas benedictinas y y queridos hermanos, los pocos que habéis llegado hasta aquí:

La pandemia del coronavirus acapara toda la atención y la mayor preocupación de todos nosotros en este momento. Pero tenemos la suerte de poder participar en la eucaristía de este tercer domingo de cuaresma, del ciclo A.

Merece la pena que hagamos un esfuerzo para recentrarnos en la atención y disponernos con toda la fe y la mejor disposición religiosa para escuchar la mejor catequesis que tenemos en los evangelios y que la Iglesia la escucha y la predica desde que el evangelista S. Juan nos la dejó escrita, y que muestra a Jesucristo como el mejor catequista que podemos pensar, modelo para todos cuantos tenemos el encargo de catequizar y de transmitir la fe y el evangelio.

No voy a hacer una homilía, me voy a limitar a daros unas notas previas a la proclamación del evangelio, que es largo pero extraordinariamente hermoso y rico en enseñanzas, para que podamos escucharlo con mayor provecho.

La primera, la preciosa frase de Jesús en la que partiendo de la sed física y natural, pasa a hablar en términos muy sugerentes del agua viva: -“Si conocieras el don de Dios y quien es el que te dice “Dame de beber”, le pedirías tú, y él te daría agua viva”

En segundo lugar, merece la pena que nos fijemos en la mujer samaritana. Ella es pagana y solo vive de los sentidos y necesidades inmediatas, a través del diálogo con Jesús, llega a confesar sus pecados y termina anunciando el evangelio y llamando a la gente para que acuda a Jesús.

Todavía un tercer acento, nos podemos fijar en Jesús. Tomar nota de los títulos que le atribuyen: primero profeta, después mesias, después, Cristo, y por fin solemnemente la afirmación de sus propios labios: ”Yo soy”, soy Cristo, el Ungido, el Hijo de Dios. Pero no dejemos de recoger otra frase suya: “Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió y llevar a término su obra”.

Y la última nota que me permito poner ante vosotros: “Ya no creemos por lo que tú nos dices; nosotros mismos lo hemos oído y sabemos que él es de verdad el Salvador del mundo” ¿Podemos nosotros decir lo mismo?