domingo, 4 de agosto de 2019

DOMINGO XVIII T.O. (C)


-Textos:

       -Ecl 1, 2; 2, 21-13
       -Sal 89, 3-6. 12-14 y 17
       -Col 3, 1-5. 9-11
       -Lc 12, 13-21

Necio, esta noche te van reclamar el alma, ¿de quién será lo que has preparado?

Queridas hermanas benedictinas y queridos hermanos todos:

¡Cuántos líos de familia por razón de herencias ocurren en nuestra sociedad! Vemos en el evangelio de hoy que a Jesús le piden que solucione uno. Jesús se niega a meterse en el lío. Pero no se desentiende de la cuestión y en vez de acceder directamente a su petición, entra en las causas profundas del problema y ofrece una enseñanza que viene a sanar de raíz los conflictos de herencias y otros muchos problemas.

En la parábola del hombre rico que, satisfecho y orgulloso, construye almacenes grandes para llenarlos de trigo y de otros bienes cosechados, Jesús no pone el acento en los bienes, si son muchos o pocos o demasiados, Jesús descalifica y trata de necio al hombre rico porque tiene puesta toda su felicidad y toda su confianza en sus riquezas.

Riquezas materiales y caducas, que por muchas que sean no pueden solucionarle el problema básico de la vida.

La parábola de Jesús es clarísima y convincente, todos la asentimos, porque refleja un modo de pensar, de sentir y de entender la vida muy común, enormemente generalizado, y del que quizás en alguna medida participamos todos.

Jesús, en este caso, no censura las riquezas, Jesús apunta al alma, al corazón. ¿Dónde está tu corazón? ¿Qué es aquello que amas con toda tu alma? “Donde está tu tesoro, allí está tu corazón”.

Es legítimo y necesario disponer de algunos bienes para tener un vida humana digna, pero advierte del peligro que acecha al que tiene bienes materiales, y deja ver la responsabilidad que implica adquirirlas y poseerlas. Sobre todo, cuando sabemos que hay tantos seres humanos que no disponen ni del más exiguo bien para vivir dignamente.

Los bienes materiales no pueden ser tu ídolo, tu dios. “No podéis servir a Dios y al dinero”. Jesús es claro, directo y sin rodeos: -“Necio, esta noche te van reclamar el alma, ¿de quién será lo que has preparado?

Pongamos la atención en la primera parte de esta frase: “Esta noche te van a reclamar el alma…

Hermanos, ¿el dinero resuelve el problema de la vida? A veces “escaqueamos” la pregunta bromeando: “El dinero, decimos, no da la felicidad, pero ayuda bastante”. Jesús dice: “Te van a reclamar el alma”. Hermanos: se muere el cuerpo, pero, ¿se muere el alma? ¿Cómo hacer para que el dinero me salve el alma? Muchos interrogantes, y muy serios, para una mañana de verano.

San Pablo en la segunda lectura nos ofrece una excelente respuesta a estas preguntas: “Si habéis resucitado con Cristo (por el bautismo), buscad los bienes de allá arriba; … aspirad a los bienes de arriba, no a los de la tierra…. “Dad muerte a todo lo terreno que hay en vosotros: la fornicación, la impureza, la codicia y la avaricia, que es una idolatría… Os habéis revestido de la nueva condición… donde no hay griego y judío…, esclavo o libre, sino Cristo, que lo es todo en todos”.

Termino con una oración que hemos rezado en una de las misas de la pasada semana: “Oh Dios, protector de los que en ti esperan, … multiplica en nosotros los signos de tu misericordia, para que… de tal modo nos sirvamos de los bienes pasajeros, que podamos adherirnos a los eternos”. Así sea.