domingo, 22 de julio de 2018

DOMINGO XVI T.O. (B)


-Textos:

       -Je 23, 1-6
       -Sal 22, 1-6
       -Ef 2, 13-18
       -Mc 6, 30-34

Venid vosotros a solas a un lugar desierto a descansar un poco”

Queridas hermanas benedictinas y queridos hermanos todos:

En un domingo de verano y caluroso como hoy, ¡qué bien y qué oportunas suenas estas palabras que Jesús nos dirige hoy a nosotros!: “Venid vosotros a solos a un lugar desierto a descansar un poco”.

Necesitamos descanso y reposo. La vida es ritmo y si no respetamos ese ritmo, la vida no es fecunda, no da fruto; si no nos desgastamos y nos estresamos sin llegar a disfrutar de la vida y rendir como conviene.

Ya en los tiempos de Jesús ocurría lo que hoy ocurre a muchos sacerdotes y seglares dedicados al apostolado: “Porque eran tantos los que iban y venían que no encontraban tiempo ni para comer”. Y lo mismo, o más, ocurre a mucha gente por razones de trabajo, de dificultades económicas, o simplemente, porque los afanes de la vida imponen un ritmo que no obedece al bien de la persona. Lo cierto es que “no encontramos tiempo"

Sin embargo, Jesús hoy se nos muestra con ese gesto tan humano, y tan humanizador y nos dice: -“Venid vosotros a solas a un lugar desierto a descansar un poco”. Descanso, silencio, soledad…,para pensar, para reflexionar sobre la vida que llevamos y ver si vivimos como queremos vivir y nos gusta vivir o vivimos arrastrados por la corriente en la que nos hemos metido o nos han metido… Unos días, un lugar tranquilo para encontrarnos con nosotros mismos y con Dios, o para encontrar a Dios en nosotros mismos, escuchar su palabra y rehacer nuestra vida desde Dios, desde nosotros mismos, atendiendo a lo mejor y más íntimo que somos y tenemos.

Vosotras queridas hermanas benedictinas sois privilegiadas y envidiables. Desde los primeros años de vuestra vida, quizás, como dice el profeta, “desde el seno materno”, habéis descubierto la sabiduría del silencio, de la soledad, del camino fascinante y desconocido que recorre los rincones y los prados del mundo interior, del mundo donde Dios sale al encuentro y nos habla, y nos da luz y paz para afrontar la vida diaria y el mundo exterior y la relaciones personales, y de los trabajos necesarios. Es admirable este aspecto tan característico de vuestra vocación y sois un faro de referencia que orienta la vida de todos nosotros como cristianos y como personas humanas sencillamente.

Pero vosotras necesitáis, también, estar en guardia y revisaros desde las palabras de Jesús. La vida moderna tiene exigencias y modos de vida que son como aguas escurridizas incontenibles, capaces de penetrar e inundar hasta los claustros del monasterio. Lo sabéis muy bien y por eso es menester estar atentas y cuidar ese carisma característico de vuestra vida: oración, silencio y ese ritmo de vida tan sabio y tan reconocido universalmente, “ora et labora”, y tan conforme a la primacía de Dios y al evangelio de Jesús.

Así podéis ser para los demás, para nosotros, ese faro de referencia que ilumina y ese espacio de acogida; y donde podemos, los de fuera, poner en práctica las palabras que hoy nos recomienda Jesús: -“Venid vosotros a solas a un lugar desierto a descansar un poco”.