domingo, 1 de julio de 2018

DOMINGO XIII T.O. (B)


-Textos:

       -Sab 1, 13-15; 2, 23-25
       -Sal 29, 2-6.11-13
       -2Cor 8, 7-9.13-15
       -Mc 5, 21-30.33-43

Queridas hermanas y queridos hermanos todos:

Dios no hizo la muerte... Todo lo creó para que subsistiera… “No temas; basta que tengas fe”

Primer día de julio, domingo; algunos, los que pueden, habrán salido de vacaciones o estarán preparando el viaje y las maletas; otros piensan en los “Sanfermines”, muchos en el partido de futbol de esta misma tarde; habrá quien no pueda quitar de su pensamiento la preocupación por las dificultades económicas, o los problemas político-sociales de los refugiados y emigrantes.   

Nosotros no podemos vivir sin celebrar el domingo, aquí encontramos a Jesucristo como Señor y dador de vida. Nos alegra y nos llena de esperanza. ¡Qué reconfortantes las afirmaciones de la primera lectura: “Dios no hizo la muerte ni goza destruyendo a los vivientes. Todo lo creó para que subsistiera… Dios creó al hombre para la inmortalidad y lo hizo a imagen de su propio ser”.
Dios no es un Dios de muertos sino de vivos”. Jesucristo, su Hijo, es Señor de vivos y muertos.
Lo vemos muy claro en el evangelio que hemos escuchado:
 
Una mujer enferma y, además, marginada. Porque su enfermedad estaba declarada como impura y la gente debía huir de ella para evitar el contagio. Una niña que agoniza y muere. Un contrasentido, un absurdo que provoca el dolor de su padre y de toda su familia.., y de todos.
En medio de estas tragedias de la vida humana se encuentra Jesús y se muestra como Señor y dador de vida: cura a la mujer enferma: “Vete en paz y con salud”; resucita a la niña ya difunta: “Talitha qumi”: “Niña contigo hablo, levántate”. Y la niña se puso en pie inmediatamente y echó a andar”.

Jesucristo hace verdaderas las palabras del Libro de la Sabiduría: “Dios no hizo la muerte… Dios creó al hombre para la inmortalidad”.

No temas; basta que tengas fe”. Hoy estamos invitados todos a creer en Jesucristo, dador de vida. Y la fe provocará en nosotros la esperanza y los motivos para la fiesta. Para ello, tenemos que creer, y creer en Jesucristo.

Hoy, queridas hermanas benedictinas y queridos todos, no soplan vientos favorables para la fe. Mucha gente es crédula: cree a pie juntillas, acríticamente, es decir sin pensar mucho, y creyendo más de cuanto se debería creer, por ejemplo, en el dinero, en el señuelo del consumismo, en las afirmaciones de los científicos, en los adelantos de la técnica… Pero rechaza la fe como confianza merecida y razonable, sobre todo, reniega de la fe religiosa. Vive como si Dios no existiera.

Ahora vemos la importancia que tiene el “Credo”, que recitamos en la eucaristía de cada domingo.
Jesucristo nos dice hoy: “No temas; basta que tengas fe”, “porque Dios no hizo la muerte ni goza destruyendo a los vivientes”.

Digamos con más convicción que nunca: “Creo en Dios Padre….”