domingo, 25 de marzo de 2018

DOMINGO DE RAMOS (B)


-Textos:
       -Is 50, 4-7
       -Sal 21
       -Fl 2, 6-11
       -Mc 15, 1-39

Queridas hermanas benedictinas y queridos hermanos todos:

Domingo de Ramos, comenzamos la Semana Santa. El Jueves Santo iniciaremos con la Cena del Señor, la eucaristía, el Triduo Pascual.

Un primer mensaje me permito poner como primer objeto de vuestra atención: En la Semana Santa, muy especialmente en el Triduo Pascual, Dios tiene preparada una gracia singular para toda la Iglesia y para cada uno de nosotros. La revelación máxima del amor de Dios en la Cena de Jueves Santo, la entrega de Cristo por amor a Dios Padre y a los hombres, patente e irrefutable en el Calvario, la tarde de Viernes Santo, la luz deslumbrante de la Gran Vigilia Pascual: en el espejo de la historia de Salvación de Dios, descubrimos el sentido de nuestra propia historia: Dios es fiel, resucita a su Hijo, para que todos podamos resucitar con él; la catarata de gozo y alegría del domingo de resurrección, que nos impulsa a salir a la calle gritando: “Hay esperanza cierta para esta humanidad atormentada y dolorida: Cristo resucitado ha vencido a la muerte y al pecado; un cielo nuevo y una tierra nueva nos espera.

Cada día un misterio rico, fecundo y trascendental, cada día del Triduo Pascual una gracia singular nos espera. No la dejemos pasar de largo.

Y ahora, permitidme que esboce el misterio de este domingo: Jesucristo entra triunfante y vitoreado en Jerusalén. El hecho es un presagio de la resurrección gloriosa y la victoria sobre la muerte y el pecado que ocurrirá al término de los tres días.

Pero acabamos de escuchar el relato trágico de la pasión y muerte de Jesús: La angustia del Huerto de los Olivos, los discípulos lo dejan sólo, los soldados lo maltratan, la gente importante se burla de él, la sensación de abandono frente a su Padre Dios… ¡Qué misterio! ¿Nos escandaliza? ¿Nos hace pensar? ¿Quién es Jesús? Hijo de Dios verdadero y hombre igual a nosotros en todo menos en el pecado. Nos Atrae el Cristo de los milagros, dejamos de lado al Cristo crucificado; por la cruz a la luz; el que guarda su vida la pierde, el que pierde su vida por seguir a Jesús la encuentra.

Todo esto y mucho más es el misterio que celebramos en la eucaristía de esta mañana, y que se nos irá desvelando a los largo de la Semana Santa, especialmente, del Triduo Pascual.