domingo, 6 de agosto de 2023

DOMINGO DE LA TRANSFIGURACIÓN DEL SEÑOR (A)

 

-Textos:

            -Dan 7, 9-10. 13-14

            -Sal 96,

-2 Pe 1, 16-19

-Mt 17, 1-9

 

“Este es mi Hijo, El amado, mi predilecto. Escuchadlo”

Queridas hermanas benedictinas y queridos hermanos todos:

Muchos jóvenes navarros, más de dos mil hoy, con el papa en Lisboa, y muchos jóvenes y mayores de nuestros pueblos en fiestas populares y religiosas.

Nosotros celebramos en este domingo, La Transfiguración del Señor en el monte Tabor ante los tres apóstoles más incondicionales de Jesús, Pedro, Santiago y Juan.

Jesús quiso manifestar este milagro, justo después de que Pedro confesara a la pregunta de Jesús: ¿Quién decís que soy Yo?, y contestara, con pleno acierto: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”.

Pero inmediatamente, Jesús anuncia que Él, el Hijo del Hombre, en Jerusalén, va a padecer mucho, va a ser condenado y ejecutado y resucitará al tercer día. Estas palabras dejaron a sus  discípulos muy desconcertados. Jesús, entonces, para confirmarlos en la fe en Él, realiza este milagro de la Transfiguración. En el Tabor los tres apóstoles ven a Jesús resucitado. Les hace ver como se dijéramos, el final de la historia de Jesús: resplandeciente, resucitado y lleno de la gloria divina que le corresponde  y que había ocultado desde el momento de su encarnación y nacimiento en Belén.

Pero además, los tres apóstoles escuchan la voz del  testigo más digno de crédito que se puede pensar, la voz del Padre Dios que dice: -“Este es mi Hijo, El amado, mi predilecto. Escuchadlo”

Esta declaración de Dios Padre, y esta visión de Cristo Resucitado, de momento confirmó a los discípulos en  la fe en Jesús, pero no tan firmemente como para resistir la prueba de ver a Jesús, apresado, condenado y muerto.

Pero sirvió para que una vez que lo volvieron ver resucitado, pudieran decir: “Sí, ya nos lo había dicho”.

Sí, hermanas y hermanos, creemos en Jesucristo que ha vencido a la muerte y al pecado, y ha resucitado, como Señor y Salvador del mundo. Pero creemos en Jesucristo, Dios y hombre verdadero, que para alcanzar ese triunfo y esa victoria que nos devuelve a todos la alegría de la fe y la esperanza de una vida feliz en el cielo, nos dice tenemos que pasar por las penas, las dificultades, que tiene la vida aquí en este mundo.  Sobre todo, si la queremos vivir practicando el amor y el perdón, la misericordia para con los necesitados, y trabajando con honradez  y con justicia.

Sí hermanos necesitamos: Escuchar esta mañana, las palabras de Dios en el Tabor: -“Este es mi Hijo, El amado, mi predilecto. Escuchadlo”.

Muchos pueblos de nuestra tierra están en fiestas, ¿Tendrán en cuenta suficientemente, la dimensión religiosas de las fiestas o se quedarán solo en la lo que tienen de diversión? Miles de jóvenes han acudido a rezar con el papa, Francisco, y a escucharle, cuando vuelvan a la vida ordinaria, ¿serán capaces de perseverar en la fe en Jesucristo y en las enseñanzas que han escuchado y con tanto entusiasmo han recibido?

  En la eucaristía, se hace presente Jesús, el Crucificado y el resucitado: No tengamos miedo, él mismo nos dice: “Sin mí no podéis hacer nada. Pero contigo, Señor, lo podemos todos” Vamos a la eucaristía.



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