jueves, 6 de enero de 2022

FIESTA DE LA EPIFANÍA DEL SEÑOR

-Textos:

            -Is 60, 1-6

            -Sal 71, 2. 7-8. 10-11. 12-13

            -Ef 3, 2-3ª. 5-6

            -Mt 2,  1-12

 “¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo”.

Queridas hermanas benedictinas y queridos hermanos todos:

"Día de los Reyes," se oye en la calle; Fiesta de la Epifanía del Señor", decimos nosotros.

“Los Magos de Oriente buscaron al Salvador en el medio natural que ellos conocían, en las estrellas, y el Salvador se les manifestó. Mejor que magos habría que llamarlos sabios. Sabios porque sabían el arte de descubrir la huella de Dios o las señales con las que Dios nos va señalando el camino de la fa felicidad y la salvación.

¡Como necesitamos, queridos hermanos, para nosotros mismos y para educar a nuestros niños, cómo necesitamos, la verdadera sabiduría, la sabiduría de los Magos del Evangelio! Saber mirar al cielo y a los acontecimientos diarios de nuestro trabajo y de nuestra vida ordinaria: saber mirar con ojos limpios y preguntar por las huellas de Dios, las señales que Él nos emite continuamente. Dios habla siempre, pero hay que estar atentos para escucharlo. Los Magos del evangelio  vieron en una estrella la señal de Dios. Y era ciertamente una señal de Dios.

Hoy, nuestros niños, los que esperan los regalos de los reyes juegan con videojuegos  de héroes salvadores, que se defienden o se hacen amigos de otros héroes que vienen de otros mundos, y que manejan máquinas y realizan acciones mágicas con efectos que deslumbran y aturden.

Logramos fácilmente  introducir a nuestros niños, tan bien dotados para la admiración y la fantasía, en un mundo mágico, pero irreal. Pero para muchos de nosotros es más difícil iniciar a los niños en el arte, en la sabiduría de mirar el mundo y descubrir en él la huella de Dios. Les hablamos de magia, pero no les iniciamos en la fe que descubre que “Los cielos proclaman la gloria de Dios; y el firmamento pregona las obras de sus manos”; o que Jesucristo es verdaderamente “el camino, la verdad y la vida”, para todos.

Sabemos qué carreras son más buscadas y qué negocios rinden más dinero. Enseñamos a los niños un mundo útil, técnico y científico. Pero nos sentimos inseguros cuando hablamos de Dios a nuestros niños; y aún nos cuesta más despertar al sentido religioso de la vida y facilitarles el encuentro con Jesús.

Los Magos del evangelio buscan sinceramente a Dios, y lo buscan en los fenómenos de la naturaleza. Para ellos la naturaleza no es un puro objeto para investigar o explotar: la naturaleza habla de Dios. Es un primer paso. Pero además, -es el segundo paso- , miran la naturaleza desde la Palabra de Dios. Ellos han oído hablar de un Salvador y ellos preguntan a los que conocen la Escritura, la Ley y los Profetas.

Así descubren las huellas de Dios, y ellos encuentran, reconocen y adoran a Jesucristo, el Salvador del mundo.

Escuchar la Palabra de Dios, primero, y saber descubrir consecuentemente en la naturaleza, en los acontecimientos y en las personas las huellas de Dios: Estos son los regalos básicos y más importantes que podemos hacer a nuestros niños, para que no sean magos, ni sólo productores y consumidores, sino sabios, porque saben descubrir en la vida  la verdadera felicidad, la felicidad de encontrar a Dios y a Jesucristo Salvador de todos los hombres.