domingo, 2 de junio de 2019

DOMINGO DE LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR A LOS CIELOS


-Textos:

       -Hch 1, 1-11
       -Sal 46, 2-3. 6-9
       -Ef 1, 17-23
       -Lc 24, 46-53

¿Qué hacéis ahí plantados mirando al cielo?”

Queridas hermanas benedictinas y queridos hermanos todos:

Hoy, en este día caluroso de junio, celebramos la gran fiesta de la Ascensión de nuestro Señor Jesucristo en cuerpo y alma a los cielos.

Es el triunfo apoteósico de Jesús. Sentado a la derecha del Padre como Señor de cielos y tierras. “Que Dios, Padre de la gloria, os dé a conocer… el poder que ejercitó en el Mesías, resucitándolo de la muerte y sentándolo a su diestra en el cielo por encima de toda autoridad y potestad y poder y soberanía, y de cualquier nombre que se pronuncie en este mundo o en el venidero. Todo lo ha sometido bajo sus pies, lo ha nombrado cabeza suprema de la Iglesia, que es su cuerpo”.

Así nos lo presenta san Pablo. A él le llena de admiración, de gozo y de entusiasmo contemplar así a Jesús.

Y a nosotros ¿nos conmueve celebrar este misterio glorioso de Jesús ascendido a los cielos?

Estamos bautizados, hemos recibido el Espíritu Santo que despierta y desarrolla en nosotros en sentido especial para sentir los mismos sentimientos de Cristo Jesús. Es él, Jesús, la persona que más ha influido e influye en nuestra vida. Quitad de la historia de vuestra vida todo lo que tiene alguna relación con la persona de Jesús, con la fe en él, y ¿qué queda de vuestra historia? Entonces, si Jesucristo es tan determinante en nuestra vida, ¿cómo no llenarnos de alegría viéndolo subido en el podium celeste, a la derecha de su Padre Dios, inundado del amor del Espíritu Santo y adorado y alabado por los ángeles y los santos?

Pero la fiesta de la ascensión del Señor, tiene también otra dimensión: “Galileos, ¿qué hacéis ahí plantados mirando al cielo?... Recibiréis la fuerza del Espíritu Santo que va a venir sobre vosotros y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaría y hasta el confín de la tierra”.

La fiesta de la Ascensión es una fiesta misionera. Señala dónde está Jesús, señala además, nuestro destino, la meta a la que estamos llamados los que creemos en Jesús.

Pero, en esta fiesta escuchamos las palabras de los ángeles a los discípulos que son palabras de Dios a nosotros hoy: “Galileos, ¿qué hacéis ahí plantados mirando al cielo?... Recibiréis la fuerza del Espíritu Santo que va a venir sobre vosotros y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaría y hasta el confín de la tierra”.

Ante la secularización progresiva de la sociedad en que vivimos, ante tantos jóvenes que abandonan o no cogen el testigo de la fe que nosotros vivimos; ante la escasez de sacerdotes y de misioneros, que de por vida se entreguen a la evangelización de los pueblos, ante la escasez de vocaciones a la vida consagrada…, ¿qué nos dicen y a qué nos llaman estas palabras de Jesús, dichas momentos antes de subir a los cielos?

Galileos, ¿qué hacéis ahí plantados mirando al cielo?... Recibiréis la fuerza del Espíritu Santo que va a venir sobre vosotros y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaría y hasta el confín de la tierra”.