domingo, 19 de marzo de 2017

DOMINGO III CUARESMA (A)

-Textos:

       -Ex 37, 3-7
       -Sal 94, 1-2.6-9
       -Ro 5, 1-2.5-8
       -Jn 4, 5-42

Soy yo: el que habla contigo”

Queridas hermanas benedictinas y queridos hermanos todos:

¿Vivimos con alegría nuestro bautismo? ¿Somos conscientes del regalo tan inmenso que nos hicieron el día que nos llevaron a bautizar? Otro aspecto: ¿Respondemos a nuestra vocación y cumplimos la misión y los compromisos que entraña nuestro bautismo? Conviene que nos hagamos estas preguntas en este domingo de cuaresma, que además celebramos el “Día del seminario”.

Porque el evangelio del “Diálogo de Jesús con la Samaritana” que hemos escuchado, es una preciosa catequesis bautismal. El dialogo de Jesús con la Samaritana es un retrato magistral de Jesús como evangelizador, que trata de despertar la fe en esta mujer de Samaría.

Todos necesitamos despertar nuestra fe, o al menos avivarla, hacerla militante, dar testimonio en casa, en la calle en el trabajo. Ahora más que nunca. Cuando vemos cada vez con mayor frecuencia y tratamos con personas que tienen otra fe y otra manera de vivirla; con personas que han abandonado la fe cristiana, que no creen o que incluso combaten la fe católica.

Hoy más que nunca necesitamos testigos de la fe y evangelizadores:

Evangelizadoras sois vosotras queridas hermanas benedictinas: Con vuestros cantos y vuestra vida vosotras nos descubrís que todos tenemos sed de Dios. Y nos invitáis a acudir a tomar el agua de la gracia en la oración y los sacramentos.

Evangelizadores somos los sacerdotes. Jesús nos da su Espíritu para que seamos hábiles predicadores de la palabra de Dios. Aquí y en Europa, cada día somos menos los sacerdotes. Son pocos los jóvenes que optan por una vocación tan excelente como es despertar en el corazón del hombre la sed de Dios, y proponer el encuentro con Jesucristo. Pidamos por las vocaciones al sacerdocio; creamos un ambiente en la familia, en las parroquias, en los colegios, donde pueda surgir una vocación.

Pero catequistas sois todos los seglares bautizados. Con los hijos, con los nietos, en el trabajo, con los amigos. También colaborando en instituciones que influyen en la opinión pública. Son muchos los seglares bautizados. Pero no son tantos los bautizados seglares comprometidos en trasmitir la fe y el evangelio.


Que todos podamos decir como aquellos samaritanos: “Nosotros mismos lo hemos oído y sabemos que él es en verdad el Salvador del mundo.”