domingo, 25 de junio de 2023

DOMINGO XII T.O. (A)

-Textos:

            -Jer 20, 10-13

            -Sal 68, 8-10. 14 y 17. 33-35

            -Ro 5, 12-15

            -Mt 10, 26-33

 “No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma”.

Queridas hermanas benedictinas y queridos hermanos todos:

Calor de verano, proximidad de los sanfermines, proyectos de vacaciones… estas vienen a ser las conversaciones normales entre amigos, y las preocupaciones, de estos días. Pero, esto no es todo: hay personas enfermas, otras a diario tienen que contar el dinero de que disponen, otras están trabajando y sirviendo para que los demás se diviertan. La vida es compleja y nos hace pensar. Venimos de Dios y vamos a Dios; y de Dios a Dios, Jesucristo, Camino Verdad y Vida. Estas verdades, son el suelo sobre el que se asienta nuestra vida.

Por eso, hoy atendemos con interés esta recomendación que, por tres veces nada menos, escuchamos de labios de Jesús: “No tengáis miedo”.

Jesús nos anunció varias veces, por una parte, que íbamos a tener dificultades. Los discípulos no pueden tener  mejor suerte que su maestro.  Pero por otra nos invita a la confianza: al final se reconocerá que el mensaje de Jesús será reconocido como el  mensaje verdadero, el que lleva a la felicidad plena y eterna; Todos estamos en las manos de Dios, que merece toda nuestra confianza, porque hasta los cabellos de nuestra cabeza están contados. El mismo Jesucristo ha prometido defendernos ante su Padre celestial, si damos la cara por él.

 “No tengáis miedo”. Las pruebas y dificultades de la vida no nos deben extrañar ni asustar. Todos pasamos por momentos de dificultad en nuestra vida de creyentes. A veces estas dificultades nos vienen de dentro de nosotros mismos: el cansancio, la tendencia hacia lo fácil, las dudas en nuestras convicciones. Otras, vienen de fuera, la sociedad en la que vivimos, el ambiente que se palpa en la calle y las opiniones que se comentan en las conversaciones, que muchos aprueban para no desentonar… Estas circunstancias no nos ayudan precisamente a ser fieles a Dios y mostrarnos como seguidores de Jesucristo y de la Iglesia.

Pero lo que nos lleva al éxito final  y a la felicidad verdadera es  nuestra fidelidad a Dios, a nuestra conciencia asentada sobre Jesús y las enseñanzas de la Iglesia.  Sabemos muy bien que seguir la voluntad de Dios es el camino de la felicidad, porque Dios que nos ha dado la vida y nos ha creado por amor, viendo nuestras limitaciones, nos enseña el camino y nos propone seguir los mejor y más conveniente para nosotros. Él nos dio a su propio Hijo, “no para condenar el mundo, sino para que el mundo se salve por Él”.

La comunidad de seguidores de Jesús lleva un  mensaje que a veces choca con  nuestros propios intereses y los valores que promueve este mundo. No nos tenemos que  cansar, ni  avergonzarnos  de dar testimonio de Cristo, sino seguir firmes en la fe, porque llegará el día en que todos reconozcan  que Jesús y su oferta del Reino de Dios es lo que salva al mundo. “No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alama. Temed a los que llevan a la perdición el alma y el cuerpo”.