domingo, 18 de junio de 2023

DOMINGO XI T.O (A)

Textos:

            -Ex 19, 2-6ª

            -Sal 99, 1b. 3-5

            -Ro 5, 6-12

            -Mt 9, 36-10-8

Al ver a las muchedumbres se compadecía de ellas, porque estaba extenuadas y abandonadas, “como ovejas que no tienen pastor”. Entonces dice: “La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos, rogad, pues,  al Señor de la mies que envíe trabajadores a su mies”.

Queridas hermanas benedictinas y queridos hermanos todos:

Justo en este domingo, que Jesús nos dice que los trabajadores son pocos, en nuestra Diócesis, hoy a las seis de la tarde van a ser ordenados para ser sacerdotes siete diáconos, número que no ha tenido lugar desde hace muchos años. Es un motivo de alegría, y debemos dar gracias a Dios.

Pero permitidme que ponga la atención en algo muy claro en el pensamiento y la misión de Jesús: En el evangelio de hoy Jesús envía a la misión a un número reducido de seguidores, a los Doce. Pero en otros lugares, invita a todos sus seguidores a predicar el Reino. San Lucas dice: “El Señor mandó a otros setenta y dos discípulos, y les decía: “La mies es abundante…poneos en camino”. Al decir setenta y dos, quiere decir a todos los discípulos. Toda la Iglesia, todos los bautizados tenemos la misión de anunciar el evangelio: Jesucristo, las bienaventuranzas, las obras de misericordia, el amor  de  Dios y el perdón.

Pero, permitidme que pregunte, como me pregunto a mí mismo: ¿Sentimos la conmoción que sentía Jesús al mirar las muchedumbres, al mirar el mundo en que vivimos? Nos consideramos creyentes en Jesucristo. Pero creer, de verdad, nos han dicho de muchas maneras los papas modernos, es  tener la experiencia de vivir una verdadera amistad con Jesucristo. Esta experiencia da lugar a mirar como mira Jesús, a sentir como siente Jesús, a anunciar el Reino con una e alegre y entusiasta.

Pero para terminar, quiero ir al principio del evangelio de hoy: -“Jesús al ver a las muchedumbres se compadecía de ellas, porque estaba extenuadas y abandonadas”. La biblia dice “se compadecía”, pero el verbo literalmente dice más, dice “sentía conmoción en su propias entrañas”. Este es el secreto del verdadero apóstol, del verdadero creyente. Mirar la situación de nuestra sociedad, y poner la atención donde la pone Jesucristo: No creen en Dios, viven como si Dios no existiera, parecen felices, pero están extenuadas y abandonadas “como ovejas que no tienen pastor”, y dar lugar a que hasta nuestras entrañas se conmocionen, porque no han descubierto la fe como una verdadera amistad con Jesucristo.

Señor, dame la gracia de sentir una compasión como la tuya, que se me conmuevan las entrañas y que sea capaz de anunciar la fe con el ejemplo, con la palabra, con el entusiasmo de quien se conmueve como tú ante la gente, que no cree o que abandona la fe y no ha descubierto el amor de Dios y la amistad contigo.