domingo, 15 de noviembre de 2015

DOMINGO XXXIII, T.O. (B)



DÍA DE LA IGLESIA DIOCESANA

“Entonces veréis venir al Hijo del Hombre sobre las nubes con gran poder y majestad”
Queridas hermanas benedictinas y queridos hermanos todos:
Estamos llegando al final del año litúrgico. El próximo domingo fiesta de Cristo Rey  después ya el Adviento.  Pero hoy celebramos también el “Día de la Iglesia diocesana”. El lema de este año dice: “Un iglesia  miles de historias gracias a ti. Ayuda a tu parroquia, ganamos todos”.
Hemos reflexionado alguna vez sobre lo que significa la diócesis para cada uno de nosotros?
La diócesis es la Iglesia implantada en un territorio concreto. La diócesis contiene todos los elementos esenciales de la Iglesia. Es cierto que la mayoría de nosotros recibimos  los bienes  que nos ofrece la diócesis en la parroquia.
Hoy es un día para tomar conciencia de cuánto de bueno debemos a la diócesis: El bautismo, la confirmación, la eucaristía, el sacramento de la penitencia, la conciencia de pertenecer a una comunidad de fe y de seguimiento del Señor.
Nuestro carácter, nuestra identidad como personas nos viene básicamente de nuestros padres y de nuestra familia, pero esa identidad es enriquecida, configurada con unos rasgos extraordinariamente valiosos gracias a nuestra pertenencia a la Iglesia en la diócesis: la fe en Jesucristo, la esperanza en la vida eterna, los mandamientos y las enseñanzas de Jesús que orientan nuestra conciencia, sobre el amor el perdón, el interés por los pobres y necesitados… Estos y otros valores son rasgos que se nos dan normalmente a través de los padres, de la familia, de la catequesis, del colegio y de otras oportunidades de formación, como instituciones y medios que en definitiva encontramos en la diócesis.
Son valores que nos dan un sentido a nuestra vida, un modo de desenvolvernos en la sociedad, una claridad de ideas, unos criterios para realizar las metas y los objetivos que nos planteamos en la vida. ¡Cuánto recibimos de la Iglesia en la diócesis y en la parroquia!  Hoy es un día para reconocerlo.
“Una iglesia  miles de historias gracias a ti. Ayuda a tu parroquia, ganamos todos”,  reza el lema de este día. Un día para  examinar nuestro modo de situarnos y de participar en la parroquia y en la diócesis. Colaborar en servicios litúrgicos, en actividades pastorales, en grupos de formación… La vocación de los seglares es ser fermento de evangelio en una sociedad paganizada,  pero eso requiere el calor y la fuerza que se recibe cuando se frecuenta el ambiente, la comunidad y las parroquias y también los movimientos y otras asociaciones  que, en definitiva, se encuentran en la diócesis.
Hoy es un día también para contribuir económicamente a las necesidades materiales de la diócesis. Las necesidades son cada vez mayores, y son cada  vez menos los que practicamos y militamos de una manera activa en las parroquias y en la diócesis.  El sostenimiento de los sacerdotes, las iglesias y edificios antiguos que cuidar, nuevos templos en barrios nuevos….
La aportación económica es un buen termómetro para medir el interés y el sentido de parroquia y de diócesis que tenemos.
Para terminar vamos a situarnos en la liturgia de este domingo penúltimo del año litúrgico. Os dejo con el mensaje central del evangelio de hoy; es un mensaje de esperanza, que bien nos viene, en estos tiempos tan llenos de sobresaltos, discordias y crímenes terroristas: Jesús, resucitado, volverá, y volverá victorioso. Dice así: “Veréis venir al Hijo del Hombre con gran poder y majestad, enviará a los ángeles para reunir a sus elegidos”. Es palabra del Señor. No se turbe nuestro corazón. La victoria es de nuestro Dios.