domingo, 3 de abril de 2022

DOMINGO V DE CUARESMA (C)

-Textos:

            -Is 43, 16-21

            -Sal 125, 1b-6

            -Fil 3, 8-14

            -Jn 8, 1-11

Mirad que realizo algo nuevo; ya está brotando, ¿no lo notáis?”

Queridas hermanas benedictinas y queridos hermanos todos:

“Cualquier tiempo pasado fue mejor”. Así reza un refrán con el que hoy en día muchas personas  estarán en desacuerdo, pero que, si lo referimos a la cuestión religiosa y a la vida cristiana, también habrá muchos que estarán de acuerdo.

Las iglesias concurridas en las misas de los domingos…, casarse por la Iglesia, los movimientos matrimoniales y de Acción Católica…, la trasmisión de la fe y de las costumbres cristianas de padres a hijos…, las vocaciones a la vida contemplativa, y de sacerdotes para el seminario…, los misioneros y misioneras jóvenes esparcidos por el mundo….

No hace muchos años, pero, ¡qué cambio! Muchos cristianos y cristianas de edad madura no podemos menos de traer todo eso a la memoria con nostalgia, y decir: “Aquellos años eran mejores”.

Pero en la primera lectura de hoy parece que el  profeta Isaías no está del todo de acuerdo con nosotros y nos urge a  que cambiemos de mentalidad o, al menos de perspectiva. Nos dice de parte de Dios: -“Mirad que realizo algo nuevo; ya está brotando, ¿no lo notáis?”.

Y según nos dicen, cuando Isaías pregona este mensaje, la situación del pueblo de Dios no era nada halagüeña: están en el exilio, están desterrados, fuera de su patria, y en una tierra que ni aman ni les pertenece. En esta situación el profeta, en nombre de Dios, grita: -“Mirad que realizo algo nuevo; ya está brotando, ¿no lo notáis?”.

Dios quiere decirles: Esta situación, que vivís ahora no va a durar siempre, de nuevo tornaréis a la tierra prometida, y vuestro regreso será más feliz y venturoso que  la primera vez. Pero no miréis a lo viejo, no recordéis lo de antaño, la nostalgia paraliza. Mirad al futuro, creed la buena noticia: “Dios es capaz de abrir caminos en el mar y ríos en la estepa”; “Con Dios haremos proezas”.

Estas son palabra del profeta al pueblo de Israel, y son palabras de Dios mismo a nosotros en la eucaristía de hoy.

Se acerca la Pascua, estamos a menos de quince días. De nuevo, las celebraciones pascuales ponen delante de nosotros el máximo acontecimiento  que podemos presenciar, podemos participar y del que podemos beneficiarnos: Cristo Jesús, muerto por nuestros pecados,  resucitado por el poder de Dios, y constituido en esperanza de salvación para todos los hombres y para todo el mundo.

Siempre, pero desde ahora, hasta la pascua, pongamos los ojos fijos en Cristo resucitado. Escuchad con envidia las palabras de san Pablo en la segunda lectura: “Todo lo considero pérdida comparado con el conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor. Por él lo perdí todo, y todo lo considero basura con tal de ganar a Cristo… Todo para conocerlo a él y la fuerza de su resurrección… Olvidándome de lo que queda atrás y lanzándome  hacia lo que está por delante…”.

Queridas hermanas y queridos hermanos todos: Si tenemos fe, si creemos en estas palabras, tenemos que decir: “Lo mejor está por venir”; “En esta vida nos queda lo mejor”.

Esto es y puede ser verdad, pero no debido a nuestras propias fuerzas. Puede ser verdad, porque Dios  es fiel y cumple lo que dice, porque Cristo, Hijo de Dios, ha dado la vida por nosotros, y ha resucitado. Y en la Pascua podemos beneficiarnos de su victoria.

Faltan diez días solamente para la Pascua: Permitidme unas preguntas finales: ¿Se va a notar en nuestra vida personal algún cambio, algún “inicio nuevo”, en la Pascua de este año? Nos quedan todavía doce días para tomar decisiones, para reconciliarnos con Dios… Para dejar a Dios realizar en nosotros  ese “algo nuevo” que dice Él que ya está brotando.