domingo, 19 de mayo de 2019

DOMINGO V DE PASCUA (C)


-Textos:

       -Hch 14, 21b-27
       -Sal 144, 8-13b
       -Ap 21, 1-5ª
       -Jn 13, 31-33ª. 34-35

En esto conocerán que sois discípulos míos: si os amáis unos a otros”.

Queridas hermanas benedictinas y queridos hermanos todos:

Agua de mayo, primavera, tiempo de Pascua, vida nueva. Las hojas tiernas de los árboles, la hierba frondosa de los ribazos, los trigos que exhiben ya las espigas en grano…, toda esta vida nos regala la primavera. Y al mismo tiempo somos testigos de niños que reciben la primera comunión, adolescentes que acuden a la Iglesia para confirmarse, matrimonios mayores que celebran sus bodas de oro… Todas estas alegrías nos la proporciona la Pascua de Jesús. Jesús resucitado que por medio de su Espíritu, anima nuestra fe, nuestra esperanza y nuestra caridad.

El evangelio de este domingo nos propone el mandamiento nuevo y principal de Jesús: “Que os améis unos a otros; como yo os he amado... En esto conocerán que sois mis discípulos”.

El evangelista Juan sitúa este mandato en la Última Cena, cuando es inminente el prendimiento, la pasión y muerte de Jesús. En ese contexto las palabras de Jesús tienen el carácter de un testamento solemne e íntimo. Pero la Iglesia, a través de la liturgia, nos lo vuelve a proponer en este tiempo pascual, y en este ambiente de Pascua el mismo mandato de Jesús tiene sobre todo un carácter de encargo misionero.

Si observamos atentamente, las manifestaciones de Jesús ante sus discípulos, después de su resurrección, tienen tres notas características muy dignas de ser recogidas: la alegría, el don del Espíritu Santo y la misión. La liturgia de este domingo pone en primer plano el encargo misionero.

Escuchad bien lo que nos dice Jesús hoy: “En esto conocerán todos que sois discípulos míos, si os amáis unos a otros”. Es en realidad un encargo misionero, se trata de dar testimonio; de darnos a conocer como discípulos de Jesús, para que otros se sientan llamados a ser también discípulos de Jesús. Y para esto hemos de amarnos como él nos ha amado.

El papa Francisco tiene una frase gráfica muy afortunada, dice: “El amor es el “documento de identidad del cristiano”, es el único documento válido para ser reconocidos como discípulos de Jesús: si caduca, renuévalo sin tardar”.

En este domingo de Pascua, hoy, tenemos la oportunidad de renovar nuestro documento de identidad cristiano: renovar, reavivar, reforzar, crecer en el amor, en un amor verdadero y cristiano, es decir, comprometernos a amar como Jesús nos ama. Así desempeñamos la misión que se nos ha encomendado: evangelizar, hacer discípulos de Jesús.

Estamos viviendo la primavera, sí, pero sobre todo, el tiempo de Pascua: Alegría, don del espíritu Santo, misión, encargo de evangelizar. Tiempo para oxigenar los pulmones de nuestra fe, tiempo de ilusionarnos, tiempo de soñar. Y para que estos sueños no queden en sueños, sino que se traduzcan en obras concretas de amor, de caridad, de testimonio coherente que convenza y atraiga a otros prójimos a la fe, la palabra del Apocalipsis en la segunda lectura confirma y despierta la esperanza que es necesaria e inseparable de la fe y del amor: Yo, Juan, vi un cielo nuevo y una tierra nueva… He aquí la morada de Dios entre los hombres, y morará entre ellos, ellos serán su pueblo, y “Dios con ellos” será su Dios. Y enjugará toda lágrima de sus ojos, y ya no habrá muerte, ni duelo, ni llanto, ni dolor, porque lo primero ha desaparecido. Y dijo el que está sentado en el trono: “Mira, hago nuevas todas las cosas”.