domingo, 6 de enero de 2019

FIESTA DE LA EPIFANÍA DEL SEÑOR


-Textos:

       -Is 60, 1-6
       -Sal 71, 1-2. 7-8. 10-11. 12-13
       -Ef 2, 2-3ª. 5-6
       -Mt 2, 1-12

Vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron”

Hoy, seis de Enero de 2019, domingo y fiesta de la “Manifestación del Señor”. Los Reyes Magos nos ayudan a reconocer a Jesús, no sólo como Rey de Israel, sino como Dios y Salvador de todos los hombres, razas y pueblos.

¿Qué tienen los Magos, que les lleva al conocimiento de la verdad de Dios y a la fe? Ellos, muy probablemente, son astrólogos, especialistas en escudriñar los fenómenos naturales. Pero no se conforman con un conocimiento de datos puramente físicos y superficiales. Ellos saben descubrir en la naturaleza las huellas de Dios, perciben en una estrella el nacimiento del enviado de Dios, el Rey de los judíos.

Y se ponen en camino.

Buscando llegan hasta Jerusalén. Cuando desaparece la estrella, ellos siguen buscando y preguntan. Los sacerdotes y letrados saben la teoría y les dicen fríamente lo qué dice la Escritura. Los Magos escuchan la cita del Profeta como Palabra de Dios, la obedecen y llegan a Belén. Allí encuentran de nuevo la estrella.
Tomemos nota: la voz de la naturaleza, la estrella, y la voz de los profetas, la Palabra de Dios. Dos pistas que les llevan a descubrir en un niño pobre, recién nacido, a Dios.
Humildes y alegres adoran a Dios en Jesús y le ofrecen regalos, que es tanto como darse a sí mismos en los dones que regalan.

Todo esto, tan admirable y ejemplar, tienen los magos, que encuentran a Jesús y nos lo muestran a nosotros.

¿Qué tienen Herodes, los sacerdotes y letrados, y la ciudad de Jerusalén que oyen lo que dicen los Magos, pero en realidad, no se enteran de la gran Noticia? Herodes, ya sabemos, tiene miedo a perder el poder; los sacerdotes, letrados y ciudadanos de Jerusalén, tienen autosuficiencia, se creen ya poseedores de la verdad, no buscan y no encuentran. Uno y otros son incapaces de reconocer a Jesús como Dios y Salvador universal, y quedan como ejemplo de lo qué no hay que ser, si queremos descubrir la verdad de Dios y su salvación.

Pidamos hoy a los Reyes Magos el regalo de la gracia de Dios, para que los gobernantes de la tierra se preocupen menos de perder el poder y escuchen más la voz de los pobres y los humildes; para que los sacerdotes y teólogos no nos limitemos a explicar las Escrituras y los dogmas, sino que nos dejemos interrogar nosotros mismos por la Palabra de Dios que predicamos; para que los científicos y los investigadores no queden ofuscados por el descubrimientos de nuevas galaxias y nuevos elementos atómicos, y admitan la existencia de Dios que ha creado tales maravillas. Pedid vosotras, hermanas contemplativas, vivir con alegría y gratitud vuestra vocación para ahondar en la “lectio divina” y traducir en canto de alabanza los signos de los tiempos y el encanto de la naturaleza.

Y no olvidemos, la Epifanía es una fiesta misionera; el Hijo de Dios ha nacido en Belén y se ha hecho hombre, para salvar a todos los hombres, a los de Oriente y de Occidente, a todas las culturas de Asia, de África y de América, a todos los pueblos. Los Reyes Magos representan a todos los hombres. El Evangelio: el amor a Dios y al prójimos, el Dios justo y misericordioso, el perdón, y las bienaventuranzas son mensajes que necesitamos todos para vivir vida verdadera, y vida eterna. Despertemos el celo misionero, pidamos por los misioneros.

Queridos hermanos todos: Esta mañana la estrella de los magos se posa sobre el altar. En la apariencia material de unas migas de pan y unas gotas de vino, descubrimos la presencia humilde y amorosa de Jesucristo, verdadero Dios y Salvador de los hombres y del mundo.