domingo, 2 de abril de 2017

DOMINGO V CUARESMA (A)

-Textos:

-Ez 37, 12-14
-Sal 129, 1-8
-Ro 8, 8-11
-Jn 11, 1-45

Yo soy la resurrección y la vida”

Queridas hermanas benedictinas y queridos hermanos todos:

Morir sólo es morir; morir se acaba”. Somos criaturas de Dios para la eternidad. Esta es nuestra fe, y esta es la buena noticia que nos comunica el evangelio que hemos escuchado.

Lo que llamamos milagro de la resurrección de Lázaro, no es en sentido estricto una resurrección, es devolver a Lázaro a la vida de este mundo, a la vida natural. Lázaro después de algún tiempo, volvió a morir. Resurrección es lo que hizo Jesús, después de morir crucificado. Es decir, volver a vivir, una vida nueva, una vida que ya no muere. Una vida divina, la vida eterna, que a él le corresponde por su naturaleza divina.

Y esta vida divina y eterna, que ha vencido a la muerte, es la que Jesucristo nos ofrece por la fe en el bautismo. Nos la comunica en germen, en semilla, para que nosotros la vayamos cultivando mientras peregrinamos por la tierra.

El milagro de Jesús de devolver a la vida de este mundo a su amigo Lázaro es la prenda de garantía que nos presenta Jesús, para que creamos en él y en lo que él ha ganado para nosotros y para todos los hombres, si seguimos su camino y cumplimos la voluntad de Dios.

Hoy, desde la sed de vida y de felicidad que sentimos todos, tenemos que escuchar con los oídos bien abiertos estas palabras de Jesús: “Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre”.

Morir sólo es morir; morir se acaba. Sí. Porque, si creemos en Jesús, si seguimos sus pasos y cumplimos los mandamientos de Dios, se desplegará maduro y espléndido el germen de vida eterna que se nos dio en el bautismo. El morir será un paso, una puerta para entrar a participar plenamente de la felicidad y la vida divinas en Dios y con Dios y con todos los santos, sin las limitaciones del tiempo y del espacio y sin la pesantez de la vida de este mundo.

No he terminado, queridas hermanas y queridos hermanos: Quiero atraer vuestra atención sobre la pregunta que hace Jesús a Marta después de aquella trascendental revelación: “Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre”. Jesús le dice: “¿Crees esto?”." ¿Crees esto?", nos dice hoy Jesús a todos.

Nos quedamos con la respuesta de Marta: "-Sí Señor: yo creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo".