domingo, 1 de enero de 2017

SANTA MARÍA MADRE DE DIOS Y JORNADA POR LA PAZ

-Textos:

       -Num 6, 22-27
       -Sal 66
       -Gal 4, 4-7
       -Lc 2, 16-21

¡María conservaba todas estas cosas meditándolas en su corazón”.

Queridas hermanas benedictinas y queridos hermanos todos:

¡Feliz Año Nuevo!, nos estamos diciendo unos a otros esta mañana, con el deseo sincero de comunicar el bien a la persona que saludamos.

Pero mucho más expresivas y ricas de contenido son las palabras que Dios mismo nos ha dirigido en la primera lectura: “El Señor os bendiga y os proteja, ilumine su rostro sobre vosotros y os conceda su favor; el Señor se fije en vosotros y os conceda la paz”.

Son deseos de Dios, sí, pero los deseos de Dios no son solo deseos, son dones reales que nos ofrece y pone a nuestra disposición.

Y ¿cómo se hacen realidad en nosotros estos agradables y consoladores deseos de Dios? Muy sencillo y muy real: Celebrando la fiesta que celebramos hoy.

Hoy, día uno de Enero y a ocho días de la Navidad, celebramos la fiesta de Santa María, Madre de Dios, y la Jornada mundial de la paz.

La liturgia nos invita a poner los ojos en la Virgen María. Hoy volvemos a contemplar la escena de Navidad: en el portal de Belén, los pastores adoran y cuentan maravillas, el Niño acostado en el pesebre, José escucha y ¡María conservaba todas estas cosas meditándolas en su corazón”.

Las excelencias que los pastores cuentan del Niño, según les han revelado los ángeles, repercuten en excelencias de la Madre. Jesús es el Salvador de los hombres, el venido del cielo, el Hijo de Dios bajado a la tierra. María es la madre de Jesús, madre del Salvador, madre del Hijo de Dios, Dios verdadero de Dios verdadero: ¡María Madre de Dios!

Es el título que mejor revela la dignidad sobrehumana que Dios le ha concedido y la misión única y extraordinaria que le ha encomendado: Madre de Dios.

Ella es una mujer joven y sencilla de Nazaret, y es madre de Jesús y , por el hecho mismo, certifica a los ojos del mundo que Jesús es hombre. Pero Jesús, hombre, es Salvador y Dios. Y por eso mismo, hace a su madre, María, Madre de Dios.

Madre de Dios y madre nuestra. María, madre de Jesús, Hijo de Dios, es también, en otro grado distinto, madre de todos los hijos de Dios. María, Madre de Dios, es madre nuestra. ¡Esta es la bendición de Dios, en el primer día del año!, que no se queda solo en mero deseo.

Pero, la bendición de Dios nos trae también la paz de Dios: “El Señor se fije en vosotros y os conceda la paz”.

Dios, nuestro Padre, al darnos hoy a María como Madre, al darnos a Jesús, en Navidad, como Salvador, nos da también el don precioso de la paz. Y nos da la paz, para que seamos hacedores, constructores de la paz en el mundo.

El papa Francisco, ha dicho en el discurso con motivo de la Jornada de la paz: “María es Reina de la Paz… Todos deseamos la paz, muchas personas la construyen cada día con pequeños gestos; muchos sufren y soportan pacientemente la fatiga de intentar edificarla… Todos podemos ser artesanos de la paz… Pidamos a la Virgen que sea ella quien nos guíe”.

Todos nos alegramos; todos de muy buena gana, nos acogemos bajo el manto de María. Queremos, con ella, caminar por el camino de la fe, siguiendo a Jesús, construyendo la paz.


Todos damos gracias a Dios en esta eucaristía primera del años 2017.