domingo, 1 de agosto de 2021

DOMINGO XVIII T.O. (B)

-Textos:

            -Éx 16, 2-4. 12-15

            -Sal 77, 3. 4bc. 23.15. 54

            -Ef 4, 17. 20-24

            -Jn 6, 24-35

 “Me buscáis, no porque habéis visto signos, sino porque comisteis pan hasta saciaros”.

Hoy, domingo, 1 de agosto, mes especial para  vacaciones. A pesar de la pandemia, son muchos, aunque no somos todos, los que estarán pensando en salir de vacaciones, si no es que ya las están disfrutando. Todos merecemos un descanso para reparar el desgaste del trabajo cotidiano y la pesantez de la rutina de la vida diaria.

Las vacaciones son un bien para la salud, un derecho laboral conquistado, y también un exponente de la sociedad del bienestar.

El bienestar material es para muchos la meta más alta a la que se puede llegar, el ideal supremo de la vida. Lo importante es vivir bien: tranquilidad, seguridad, salud, amor, y gozar de buena imagen ante los demás. En esto consiste la felicidad, no hay más.

Pero sucede que estos bienes: seguridad, salud, dinero y otros, que son bienes legítimos y necesarios, son bienes limitados y caducos. No logran hacernos plenamente felices, y nos vamos de este mundo, insatisfechos. “Me buscáis porque comisteis pan hasta saciaros”. ¿Basta con afanarnos por alcanzar el bienestar material?

Nos conviene entrar dentro de nosotros mismos, hacer silencio y dejar caer preguntas como: ¿Quién soy yo? ¿A dónde voy? Puede ser que entonces descubra que en el fondo, fondo, mi vocación es amar y ser amado, y que estoy hecho para una felicidad plena, absoluta y eterna. Soy un ser para la eternidad. Y si no alcanzo esa vocación ultima, mi vida queda frustrada.

Aquí viene el mensaje de Jesús en el evangelio de hoy, parece casi un reproche: “Me buscáis porque comisteis pan hasta saciaros”.

Pero Jesús, como siempre, no se queda en reproches, sino que nos propone un camino y nos ofrece una respuesta. Recojamos dos mensajes suyos en el evangelio de hoy. El primero, a la pregunta de la gente: “¿Qué tenemos que hacer para realizar las obras de Dios?” Jesús responde: “Esta es la obra de Dios: que creáis  en el que él ha enviado”.  Creer en Jesús; Jesús es el camino para la plena felicidad del hombre.

El segundo mensaje lo encontramos al final del evangelio: “Yo soy el pan de vida, el que viene a mí, no  tendrá hambre, el que  cree en mí no tendrá jamás sed”.

Jesucristo sacia el hambre de amor infinito, y  la sed de felicidad absoluta que sentimos, porque “él  es el pan de Dios que baja del cielo y da la vida al mundo”.

En la eucaristía vamos asimilando este pan de Dios que da la vida eterna.