lunes, 1 de enero de 2018

SANTA MARÍA MADRE DE DIOS

Textos:

-Núm 6, 22-27
-Sal 66, 2-8
-Gál 4, 4-7
-Lc 2, 16-21

Santa María Madre de Dios, ruega por nosotros”.

¡Feliz Año Nuevo, queridas hermanas benedictinas y queridos hermanos, todos!
Este año, sin duda, pondremos un especial acento al pronunciar el convencional saludo de “Feliz Año Nuevo”. Son muchos los problemas que sufre la humanidad.

Pero hoy, los cristianos nos sentimos también en la Octava de la Navidad, celebrando la fiesta grande de Santa María Virgen, Madre de Dios. Es este título, Madre de Dios, el más fundamental, el más valioso y la razón de todos los demás, que posee la que fue llamada justamente por el ángel como “La llena de gracia”, y respondió con fe y disponibilidad “Hágase en mí según tu Palabra".

Lo hemos oído en el evangelio, a Jesús le encuentran los pastores cerca de María, su madre. Ella “Conserva todas estas cosas, meditándolas en su corazón”. ¿Cuáles son estas cosas? Eran, ni más ni menos, que las palabras que había oído al ángel cuando le dijo en la anunciación: “Darás a luz un Hijo”; eran las palabras que los pastores contaban “de lo que les habían dicho de aquél niño”. Ella, María, la Madre de Dios y Madre nuestra, escuchaba y “meditaba en su corazón”.

María es el modelo perfecto de escucha de la Palabra de Dios. Tan perfectamente la escucha que en ella la Palabra personal de Dios, el Verbo de Dios, el Hijo de Dios, se hizo carne. Por eso, María que dio a luz a Jesús, el Hijo de Dios, es Madre de Dios.

Hágase en mí según tu Palabra”. La maternidad divina de María está íntimamente ligada a la escucha creyente y obediente de la Palabra de Dios. María, escuchó a Dios Padre, como hija fiel, cuando el ángel le anunció que “daría a luz un hijo”; María, escuchó a su Hijo, Jesús, como discípula, cuando le oyó decir: “Dichosos los que escuchan la Palabra y la ponen en práctica”; y en otro momento más decisivo, cuando le encomendó: “Madre, ahí tienes a tu hijo”.

Si María fue tan dichosa, se debió a que vivió pendiente de la Palabra desde el principio hasta el final de su vida.

Ante el año que comienza, sentimos como que el horizonte está oscuro y nublado. Alguien ha dicho que hemos puesto toda nuestra confianza en desarrollar la ciencia y la técnica, y hemos olvidado desarrollar los valores éticos y escuchar la voz de la conciencia moral.

Pues bien, imitemos a María, Madre de Dios y Madre nuestra. Introduzcamos en nuestra agenda, para todo el año, el propósito de escuchar la Palabra de Dios más frecuentemente y de ponerla en práctica con mayor coherencia.

Benedicto XVI nos dijo: “Nunca debemos olvidar que el fundamento de toda espiritualidad cristiana auténtica y viva es la Palabra de Dios anunciada, acogida, celebrada y meditada en la Iglesia”.

Escuchar la Palabra de Dios, meditarla y ponerla en práctica, esta es la invitación que nos hace la Virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra, al comenzar el año; este es el ajuste básico necesario, para que dé buen resultado cualquier otro ajuste o proyecto sea profesional, familiar o incluso económico.


Hoy, primer día del año nuevo, demos gracias a Dios y celebremos con gozo la fiesta de Santa María, Madre de Dios. Pero pongamos ante nuestros ojos su ejemplo y hagamos el propósito de escuchar la palabra de Dios durante todo el año y siempre, y digamos, como ella: “Hágase en mí según tu Palabra”.