domingo, 14 de febrero de 2016

DOMINGO I DE CUARESMA (C)

 
Textos:
            -Dt. 26, 4-10

            -Rom. 10, 8-13
            -Lc. 4, 1-13           

“El Espíritu lo fue llevando por el desierto, mientras era tentado por el diablo”.
Queridas hermanas benedictinas y queridos hermanos todos:
La cuaresma, tiempo de gracia, regalo de Dios para revisarnos y poner a punto nuestra vida cristiana. De manera que al llegar a la Pascua podamos celebrar no sólo el triunfo de Cristo sobre la muerte, sino la alegría de haber renovado nuestra fe y nuestra adhesión a Cristo.
Creer en Jesucristo, es la invitación que nos hace san Pablo en la segunda lectura: “Si tus labios profesan que Jesús es el Señor,  y tu corazón cree que Dios lo resucitó de entre los muertos, te salvarás”.
En medio de una sociedad incrédula y que deserta de la fe, revisar la autenticidad de nuestra fe, afianzarnos en la fe, crecer en la fe puede ser sin duda un objetivo muy conveniente para estos días cuaresmales.
En la primera lectura encontramos criterios y pistas para  evaluar la calidad de nuestra fe. Quizás no nos hemos advertido el credo tan original que recitaba en aquel entonces, y aún ahora,  el pueblo de Israel.
Para profesar su fe en Dios, lo que hace es contar las veces que Dios ha actuado eficazmente en la historia del pueblo, para librarlo de la esclavitud y de los ídolos falsos: “Mi pueblo era un arameo errante, que bajó a Egipto… Los egipcios nos maltrataron y nos oprimieron… Entonces clamamos al Señor…, y el Señor escuchó nuestra voz… y nos sacó de Egipto con mano fuerte…, nos introdujo en esta tierra…”.
¿Veis esto? Tenemos fe, si podemos decir de verdad que Dios ha actuado en nuestra vida, en este momento y en el otro y en el otro…  Si podemos decir: “Invoqué al Señor y él me libró, y me dio fuerza para no desesperar, y me dio luz para no ceder al chantaje, y paciencia para hablar con calma a mis hijos, y generosidad para perdonar  de verdad…”. ¿Podemos decir con verdad cosas como estas?
La cuaresma, un tiempo de gracia para examinar la fe y acrecentarla.
Afianzamos nuestra fe, en la medida que seguimos a Jesucristo.
Jesucristo hizo su cuaresma. En realidad, los cuarenta días de Jesús en el desierto son  una metáfora que representa todo lo que fue la vida de Jesús: Dejarse llevar del Espíritu Santo, y ante las dificultades, las tentaciones  que el demonio y los hombres de su tiempo le iban poniendo, preguntarse cuál era la voluntad de su Padre, Dios, y cumplirla por encima de todo:
Ante la tentación de la abundancia y del dinero, la voluntad del Padre Dios, ante la tentación del poder político  sobre reinos y personas, la voluntad del Padre Dios, ante la tentación de la vanidad  y de manipular a Dios con prodigios caprichos, la voluntad de Dios… Y si mi Padre Dios me pide despojarme de mi categoría de Dios y morir en una cruz, yo obedezco, y por amor a los hombres, mis hermanos, doy la vida.
Este es el misterio de las tentaciones  de Jesús en el desierto.
Creer es contar con Jesucristo en todas las decisiones de la vida y en tal medida que la fuerza de su Espíritu actúa en mí y me hace capaz  de amar siempre y en todo a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a mí mismo.
La cuaresma es escuela de la vida y escuela de la fe. Bien claro vemos la necesidad que tenemos de hacer un buen plan para este tiempo de gracia para  que al llegar a la Pascua podamos decir: He crecido en la fe, Jesucristo realmente libera mi vida y me salva.