domingo, 27 de septiembre de 2015

Domingo XXVI, T. O. (B)


“El que no está contra nosotros está a favor nuestro”
Queridas hermanas benedictinas y queridos hermanos todos:
El evangelio de este domingo nos ofrece varios consejos que Jesús da a los discípulos que viven en comunidad con él y han de  salir a los pueblos y ciudades a predicar el evangelio.  Vamos a poner la atención solamente en el primero de estos consejos.
“Maestro, hemos visto a uno que echa demonios en tu nombre, y se lo hemos queridos impedir, porque no es de los nuestros”. Jesús responde: “No se lo impidáis, porque uno que hace milagros en mi nombre,  no puede luego hablar mal de mí. El que no está contra nosotros, está a favor nuestro”.
El espíritu  que late en el fondo de esta respuesta de Jesús es procurar el bien del hombre, por encima de cualquier norma o rasgo de identidad. Porque en definitiva, el evangelio y Jesús mismo es el bien del hombre.  Jesús  perdona los pecados, cura enfermos, se acerca a los leprosos, devuelve vivo al hijo de la mujer viuda y sola, anuncia que  el sábado es par hombre y no el hombre para el sábado. Jesús resume todas las normas y preceptos en el amor a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a uno mismo. El evangelio es el bien del hombre, Jesús mismo, su persona, es  el “camino, la verdad y la vida” para todos, hombres y  mujeres de todos los tiempos.
Por eso, cuando hacemos el bien a nuestro prójimo, estamos anunciando a  Jesucristo, estamos evangelizando.
A la hora de saber dónde está el bien del hermano, y a la hora de practicar el bien con el prójimo, unos  tenemos la suerte de contar  con la fe explícita en Jesucristo y el conocimiento de su evangelio, tal como se nos enseña en la Iglesia. Hay mucha gente también, que hace el bien porque está, en cierta manera, bajo la influencia cristiana, y otros, que como personas humanas, actúan correctamente siguiendo su propia conciencia. Unos y otros, los que nos confesamos cristianos y los que no, coincidimos en  trabajar por el bien del hombre; y de manera explícita, o implícitamente, unos y otros trabajamos por la causa de Jesús y la implantación del evangelio. Puesto que el evangelio es el bien del hombre, y la voluntad de Dios es que todos los hombres se salven y llegue al conocimiento de la verdad.
Estos días estamos viendo a nuestro querido Papa, Francisco, en Cuba y en Estados Unidos, con una agenda apretadísima, participando en múltiples encuentros y celebraciones. Unos contactos son explícitamente religiosos y de confesión católica, otros, son contactos con personas no católicas o que representan un pensamiento puramente laico, pero que sí intentan trabajar por una humanidad mejor.  El papa Francisco promueve y anima esos encuentros con unos y con otros, porque en el fondo todos  manifiestan la voluntad de buscar el bien de las personas, el bien del hombre.
No se trata de marcar límites y definir cotos cerrados, sino  de abrir caminos y buscar campos comunes donde poder trabajar juntos.
Este es el espíritu de Jesús que se manifiesta en el evangelio de hoy: “El que no está contra nosotros, está a favor nuestro”.
Este espíritu que nos propone Jesús y que el papa Francisco trata de practicar, nosotros hemos de saber vivirlo en nuestro pequeño mundo: buscar el bien de mis hermanas en la comunidad; de mi esposo o esposa y de mis hijos, antes que mi interés o mi comodidad; colaborar con instituciones  que  son claramente humanitarias, aunque no tengan el sello específico de cristianas.
Bebamos, sí, en la fuentes de nuestra fe en Jesucristo, pero salgamos al encuentro de nuestros prójimos para compartir el amor y hacer el bien.