Salmo 93 (92)

El Señor reina,
vestido de majestad.
Himno a Yahvé Rey.

Tema


El poeta celebra en este salmo la soberanía, el reinado de Dios, sobre todo en cuanto es Creador del mundo y organizador de su pueblo. El salmista tiene el corazón y los ojos vueltos a Dios. No mira tanto a su estado de ánimo y a la necesidad de dar una respuesta a Dios. Le basta confesar que Dios es grande, que es el Señor de toda la creación, y que es el guía del pueblo de Israel. Este salmo encuentra su plena realización en Jesucristo resucitado de entre los muertos. Es profecía de la realeza de Cristo.
1-2: Confiesa la realeza de Dios. Ensalza la eternidad de Dios (2) y su fuerza (1). La solidez del mundo también manifiesta el trabajo excelente de Dios.
3-4: Según las creencias de los babilonios, el oleaje del mar y las aguas de los ríos eran grandes enemigos para la humanidad, porque querían inundar de nuevo el mundo y destrozar todo. Dios es más poderoso que todo eso. No aparece ninguna lucha: Dios es amo de todo.
5: Además de amo de la creación, manifiesta también a Dios en la alianza con su pueblo. Además del trono real en el cielo, tiene también un lugar en el mundo para vivir con el hombre: El templo de Jerusalén.

Salmo


1 El Señor reina, vestido de majestad,
   el Señor, vestido y ceñido de poder:
   así está firme el orbe y no vacila.

2 Tu trono está firme desde siempre,
   y tú eres eterno.

3 Levantan los ríos, Señor
   levantan los ríos su voz,
   levantan los ríos su fragor;

4 pero más que la voz de aguas caudalosas,
   más potente que el oleaje del mar,
   más potente en el cielo es el Señor.

5 Tus mandatos son fieles y seguros,
   la santidad es el adorno de tu casa,
   Señor, por días sin término.

Palabras clave


- La realeza de Dios: El Señor reina (1), vestido de majestad (1), ceñido de poder (1), tu trono (2), más potente en el cielo es el Señor (4), tus mandatos (5), tu casa (5), santidad (5).
- La fuerza del agua: Levantan los ríos su voz (3), su fragor (3), la voz de aguas caudalosas (4), el oleaje del mar (4).

La luz del Nuevo Testamento


“Se despertó, increpó al viento y dijo al lago: ¡Silencio, cállate! el viento amainó y sobrevino una gran calma” (Mc 4, 39).
“Cuando el universo le quede sometido, entonces también el Hijo se someterá al que se lo sometió, y Dios lo será todo en todos” (1 Cor 15, 28).
“Aleluya. ¡Ha empezado a reinar el Señor nuestro Dios, soberano de todo! Hagamos fiesta, saltemos de gozo y démosle a él la gloria” (Ap 19, 6-7).

Oración


Señor Jesús,
en la antigüedad manifestaste
tu admirable poder,
sometiendo el aire y el mar.
Manifiesta también hoy en nuestro mundo perturbado
la serenidad de tu realeza,
la paz que brota de tu resurrección.
Danos la luz para descubrir la grandeza de Dios
en la naturaleza y en nuestra vida de cada día,
y que unidos a toda la creación
podamos alabar
al Dios que existe desde siempre.