Salmo 84 (83)

Dichosos los que viven en tu casa,
alabándote siempre.
Salmo de peregrinación.

Tema


Un peregrino que se dirige al templo de Jerusalén canta su gozo y felicidad interior. Dios tiene la morada en el templo, y allí encontrará el peregrino el rostro del Dios vivo. Sabe que Dios le escuchará la oración que le dirigirá allí. Con todo, no es lo más importante de la peregrinación el pedir ayuda a Dios, sino disfrutar de la intimidad de Dios, dándole gracias. La felicidad que le viene de la intimidad con Dios, le llena el corazón, y ese es su único sueño. Este salmo ilumina mucho a los que con frecuencia hoy en día ponemos nuestra felicidad y esperanza en la estancia de este mundo.
  2-3: Manifiesta el deseo ardiente que tiene por la morada de Dios.
  4-5: Menciona con nostalgia  la felicidad de los que viven en el templo.
  6-8: Felicidad de los que peregrinan a Jerusalén.
  9-10: Oración a favor del rey.
11-12: La felicidad que supone el vivir con Dios.
13: Final: Aunque el peregrino se aleja de Jerusalén, si cimienta su vida en la fe, no se separa ni de la presencia ni de la amistad con Dios.

Salmo


  2 ¡Qué deseables son tus moradas,
     Señor de los Ejércitos!

  3 Mi alma se consume y anhela
     los atrios del Señor,
     mi corazón y mi carne
     retozan por el Dios vivo.

  4 Hasta el gorrión ha encontrado una casa,
     y la golondrina, un nido
     donde colocar sus polluelos:
     tus altares, Señor Dios de los Ejércitos,
     rey mío y Dios mío.

  5 Dichosos los que viven en tu casa
     alabándote siempre.

  6 Dichosos los que encuentran en ti su fuerza
     al preparar su peregrinación:

  7 cuando atraviesan áridos valles
     los convierten en oasis,
     como si la lluvia temprana
     los cubriera de bendiciones;

  8 caminan de baluarte en baluarte
     hasta ver a Dios en Sión.

  9 Señor de los Ejércitos, escucha mi súplica,
     atiéndeme, Dios de Jacob.

10 Fíjate, oh Dios, en nuestro Escudo,
     mira el rostro de tu Ungido.

11 Vale más un día en tus atrios
     que mil en mi casa,
     y prefiero el umbral de la casa de Dios
     a vivir con los malvados.

12 Porque el Señor es sol y escudo,
     él da la gracia y la gloria.
     El Señor no niega sus bienes
     a los de conducta intachable.

13 ¡Señor de los Ejércitos, dichoso el hombre
     que confía en ti!

Palabras clave


- El templo: Tu morada (2), atrios del Señor (3), la casa de Dios (11), tus altares (4), tu casa (5), Sión (8), tus atrios (11).
- Anhelo de Dios: Qué deseable (2), mi alma se consume (3), anhela los atrios del señor (3), mi corazón y mi carne retozan por el Dios vivo (3).
- Felicidad: Retozan (3), dichosos (5.6.13), el Señor da la gracia y la gloria (12).

La luz del Nuevo Testamento


“Cuando Jesús cumplió doce años subieron a las fiestas según la costumbre… ¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo tenía que estar en la casa de mi Padre?” (Lc 2, 42.49).
“Se acerca la hora, o mejor dicho, ha llegado, en que los que den culto auténtico darán culto al Padre con espíritu y verdad” (Jn 4, 23).
“La casa de mi Padre tiene muchos aposentos. Si así no fuera, ¿os habría dicho que voy a prepararos sitio? Cuando vaya y os lo prepare, volveré para llevaros conmigo; así, donde esté yo, estaréis también vosotros” (Jn 14, 2-3).
“No tenemos ciudad permanente aquí, andamos en busca de la futura” (Heb 13, 14).

Oración


Oh Dios, fuente de la felicidad verdadera,
apoyándonos en la fe, caminamos en tu búsqueda
atravesando valles áridos,
tropezando y con dificultades muchas veces.
Nos llamas a vivir contigo.
Enciende en esta Iglesia tuya de nuestros días,
el ansia que Jesucristo tenía de vivir contigo.
Envíanos el fuego de tu Espíritu.
Que te encontremos ahora, llenos de gozo,
en los sacramentos y en tu Palabra,
en el prójimo y en nuestros corazones,
y que un día, llenos de gozo, nos alegremos
en tu luminosa morada.