Salmo 78 (77)

El, en cambio,
sentía lástima,
y perdonaba la culpa.
Salmo sapiencial. De escucha
.

Tema


El tema de este salmo es el corazón bueno de Dios y la ingratitud del pueblo de Israel. El salmista, sirviéndose de la historia del pueblo de Israel, quiere dar una catequesis a los peregrinos que llegan al templo de Jerusalén. Introducción (1-8): el salmista comunica su proyecto. Al proponer unos hechos, utiliza unos puntos de la escuela del Deuteronomio en torno a la Alianza: Los beneficios de Dios, el pecado de, el castigo, el arrepentimiento y de nuevo la misericordia de Israel Dios y sus beneficios. Esta es la antigua historia de Israel, pero también la de cada creyente de hoy. Podemos escuchar hoy este salmo como palabra de Cristo que nos recuerda las exigencias de la Nueva Alianza.
   1-8: Introducción: El salmista nos expone su intención.
   9-39: Acontecimientos del Éxodo.
   9-12: Los efrainitas olvidaron las maravillas que realizó Dios a la salida de Egipto
 13-16: Las actuaciones de Dios a favor del pueblo.
 17-20: El pecado del pueblo.
 21-22: El castigo.
 23-29: El corazón bondadoso de Dios.
 30-31: La ingratitud de Israel y el enfado de Dios.
 32-37: La ceguera de los israelitas y el castigo de Dios.
 38-39: Dios siempre misericordioso y de corazón acogedor.
 40-55: La estancia en el desierto y época de Josué.
 40-41: De nuevo el pueblo duro de cerviz.
 42-55: Olvidaron los milagros que Dios había realizado a favor del pueblo.
 56-64: La época de los jueces.
 56-64: En Canaán también se alzaron contra Dios.
 65-66: La misericordia de Dios.
 67-72: Época de David. Marginó a Efraín y eligió a la tribu de Judá, y de Judá escogió a David para sí, para que apacentara a su pueblo de Israel.

Salmo


  1 Escucha, pueblo mío mi enseñanza,
     inclina el oído a las palabras de mi boca:

  2 que voy a abrir mi boca a las sentencias,
     para que broten los enigmas del pasado.

  3 Lo que oímos y aprendimos,
     lo que nuestros padres nos contaron,

  4 no lo ocultaremos a sus hijos,
     lo contaremos a la futura generación:
     las alabanzas del Señor, su poder,
     las maravillas que realizó.

  5 Porque él estableció una norma para Jacob,
     dio una ley a Israel:
     él mandó a nuestros padres
     que lo enseñaran a sus hijos,

  6 para que lo supiera la generación siguiente,
     y los hijos que nacieran después.
    Que surjan y lo cuenten a sus hijos,

  7 para que pongan en Dios su confianza
     y no olviden las acciones de Dios,
     sino que guarden sus mandamientos;

  8 para que no imiten a sus padres,
     generación rebelde y pertinaz;
     generación de corazón inconstante,
     de espíritu infiel a Dios.

  9 Los arqueros de la tribu de Efraín
     volvieron la espalda en la batalla.

10 No guardaron la alianza de Dios,
     se negaron a seguir su ley,

11 echando en olvido sus acciones,
     las maravillas que les había mostrado,

12 cuando hizo portentos a vista de sus padres,
     en el país de Egipto, en el campo de Soán:

13 hendió el mar para abrirles paso,
     sujetando las aguas como muros;

14 los guiaba de día con una nube,
     de noche, con el resplandor del fuego;

15 hendió la roca en el desierto,
     y les dio a beber raudales de agua;

16 sacó arroyos de la peña,
     hizo correr las aguas como ríos.

17 Pero ellos volvieron a pecar contra él,
     y se rebelaron en el desierto contra el Altísimo:

18 tentaron a Dios en sus corazones,
     pidiendo una comida a su gusto.

19 hablaron contra Dios: «¿Podrá Dios
     preparar una mesa en el desierto?

20 Él hirió la roca, brotó el agua
     y desbordaron los torrentes;
     pero ¿podrá también darnos pan,
     proveer de carne a su pueblo?».

21 Lo oyó el Señor, y se indignó,
     un fuego se encendió contra Jacob,
     hervía su cólera contra Israel;

22 porque no tenían fe en su Dios
     ni confiaban en su auxilio.

23 Pero dio orden a las altas nubes,
     abrió las compuertas del cielo:

24 hizo llover sobre ellos maná,
     les dio un trigo celeste;

25 y el hombre comió pan de ángeles,
     les mandó provisiones hasta la hartura.

26 Hizo soplar desde el cielo el Levante,
     y dirigió con su fuerza el viento Sur:

27 hizo llover carne como una polvareda,
     y volátiles como arena del mar;

28 los hizo caer en mitad del campamento,
     alrededor de sus tiendas.

29 Ellos comieron y se hartaron,
     así satisfizo su avidez;

30 pero con la avidez recién saciada,
     con la comida aún en la boca,

31 la ira de Dios hirvió contra ellos:
     mató a los más robustos,
     doblegó a la flor de Israel.

32 Y con todo, volvieron a pecar
     y no dieron fe a sus milagros:

33 entonces consumió sus días en un soplo,
     sus años en un momento;

34 y cuando los hacía morir, lo buscaban,
     y madrugaban para volverse hacia  Dios;

35 se acordaban de que Dios era su roca,
     el Dios Altísimo, su redentor.

36 Lo adulaban con sus bocas,
     pero sus lenguas mentían:

37 su corazón no era sincero con él,
     ni eran fieles a su alianza.

38 Él, en cambio, sentía lástima,
     perdonaba la culpa y no los destruía:
     una y otra vez reprimió su cólera,
     y no despertaba todo su furor;

39 acordándose de que eran de carne,
     un aliento fugaz que no torna.

40 ¡Qué rebeldes fueron en el desierto,
     enojando a Dios en la estepa!

41 Volvían a tentar a Dios,
     a irritar al Santo de Israel.

42 Sin acordarse de aquella mano
     que un día los rescató de la opresión:

43 cuando hizo prodigios en Egipto,
     portentos en el campo de Soán;

44 cuando convirtió en sangre los canales
     y los arroyos, para que no bebieran;

45 cuando les mandó tábanos que les picasen,
     y ranas que los hostigasen;

46 cuando entregó a la langosta sus cosechas,
     y a saltamontes el fruto de sus sudores;

47 cuando aplastó con granizo sus viñedos,
     y con escarcha sus higueras;

48 cuando entregó sus ganados al pedrisco,
     y al rayo sus rebaños;

49 cuando lanzó contra ellos el incendio de su ira,
     su cólera, su furor, su indignación,

50 y despachó a los siniestros mensajeros,
     dio curso libre a su ira:
     no los salvó de la muerte,
     entregó sus vidas a la peste;

51 cuando hirió a los primogénitos en Egipto,
    a las primicias de la virilidad en las tiendas de Cam:

52 sacó como un rebaño a su pueblo,
     los guió como un hato por el desierto;

53 los condujo seguro, sin alarmas,
     mientras el mar cubría a sus enemigos;

54 los hizo entrar por las santas fronteras
     hasta el monte que su diestra había adquirido;

55 ante ellos rechazó a las naciones,
     les asignó por suerte su heredad:
     instaló en sus tiendas a las tribus de Israel.

56 Pero ellos tentaron a Dios Altísimo, y se rebelaron
     negándose a guardar sus preceptos:

57 desertaron y traicionaron como sus padres,
     fallaron como un arco engañoso;

58 con sus altozanos lo irritaban,
     con sus ídolos provocaban sus celos.

59 Dios lo oyó y se indignó,
     y rechazó totalmente a Israel;

60 abandonó su morada de Silo
     la tienda en que habitaba con los hombres;

61 abandonó sus valientes al cautiverio,
     su orgullo, a las manos enemigas;

62 entregó su pueblo a la espada,
     encolerizado contra su heredad;

63 el fuego devoraba a los jóvenes,
     y las novias ya no tenían cantos;

64 los sacerdotes caían a espada,
     y sus viudas no las lloraban.

65 Pero el Señor se despertó como de un sueño,
     como un soldado vencido por el vino:

66 hirió al enemigo en la espalda,
     infligiéndole una derrota perdurable.

67 Repudió las tiendas de José,
     no escogió a la tribu de Efraín:

68 escogió la tribu de Judá
     y el monte Sión, su preferido.

69 Construyó su santuario como el cielo,
     como la tierra lo cimentó para siempre.

70 Escogió a David su siervo,
     los sacó de los apriscos del rebaño;

71 de andar tras las ovejas, lo llevó
     a pastorear a su pueblo, Jacob,
     a Israel, su heredad.

72 Los pastoreó con corazón íntegro,
     los guiaba con mano inteligente.

Palabras Clave


- Pecado: No guardaron la alianza de Dios (10), se negaron a seguir su ley (10), echando en olvido sus acciones (11), pero ellos volvieron a pecar (17), se revelaron el desierto contra el Altísimo (17), no tenían fe en su Dios (22).
- Castigo: El Señor se indignó (21), hervía su cólera contra Israel (21), mató a los más robustos (31), doblegó a la flor (31).
- Arrepentimiento: Cuando los hacía morir, lo buscaban (34), madrugaban para volverse hacia Dios (34), se acordaban de que Dios era su roca (35), el Altísimo, su redentor (35).
- El corazón bondadoso de Dios: Los guiaba de día con una nube (14), de noche con el resplandor del fuego (14), hizo llover sobre ellos maná (24), hizo llover carne como una polvareda (27), él en cambio sentía lástima, perdonaba la culpa (38), no los destruía (38), escogió a David su siervo (70).

La luz del Nuevo Testamento


“¡Gente sin fe y pervertida! ¿Hasta cuándo tendré que estar con vosotros? ¿Hasta cuándo tendré que soportar?” (Mt 17,17).
“Yo soy el pan de vida. Vuestros padres comieron el maná en el desierto, pero murieron; aquí está el pan que baja del cielo, para comerlo y no morir” (Jn 6, 48-50).
“Porque este Hombre ha venido a buscar lo que estaba perdido y a salvarlo” (Lc 19, 10).
“Pero donde proliferó el pecado sobreabundó la gracia” (Rom 5, 20).

Oración


Jesucristo, nuestro Buen Pastor.
Has venido a buscar y a salvar
lo que estaba perdido.
Tu misericordia no tiene límite.
Supera nuestra dejadez
con tu amor infinito,
y abre nuestro corazón
para que escuchemos tu palabra
y cumplamos tus mandatos.