Salmo 74 (73)

¿Por qué retraes tu mano?
Salmo de súplica. Colectivo.
Recuerda la alianza.

Tema


El pueblo pide ayuda a Dios llorando, porque los enemigos han derribado el Templo. La desgracia de Israel es grande. Esta situación del pueblo se va prolongando. Parece que Dios ha dejado de su mano al pueblo. El pueblo no puede comprender el silencio de Dios. A pesar de todo, el pueblo, en vez de encerrarse en su desgracia, acude a Dios confesando su fe y su amor. En todo el salmo tutea a Dios. En vez de resignarse, le recuerda a Dios su buen nombre, su fuerza salvadora y la alianza. El pueblo no pierde su fe a causa de la aflicción.
La esperanza se cimienta en las obras antiguas de Dios. La obra más luminosa de Dios, y la respuesta más contundente, los cristianos la tenemos en la resurrección de Cristo de entre los muertos. En esa resurrección de Cristo se comprende cómo pueden unirse la mano todopoderosa de Dios y la debilidad, inutilidad e impotencia de la humanidad.
  1-2: El pueblo llama a Dios en la aflicción. El enfado de Dios ha conducido al pueblo a esta situación. Para calmar el enfado, le recuerda a Dios las obras de antaño.
  3-8: El trabajo de los enemigo: han destrozado y profanado el templo.
  9-11: El silencio de Dios es causa de tropiezo para el pueblo. Parece que ha dejado de su mano a su pueblo.
12-17: Recuerda las maravillas que hizo Dios a favor de su pueblo en la antigüedad: Lo del éxodo (13-15), cuando creó el mundo (16-17).
18-23: Súplica de confianza, cimentándose en la alianza que hizo Dios con su pueblo.

Salmo


  1 ¿Por qué, oh Dios, nos tienes siempre abandonados,
     y está ardiendo tu cólera contra las ovejas de tu rebaño?

  2 Acuérdate de la comunidad que adquiriste desde antiguo,
     de la tribu que rescataste para posesión tuya,
     del monte Sión donde pusiste tu morada.

  3 Dirige tus pasos a estas ruinas sin remedio:
     el enemigo ha arrasado del todo el santuario.

  4 Rugían los agresores en medio de tu asamblea,
     levantaron sus propios estandartes.

  5 En la entrada superior
     abatieron a hachazos el entramado,

  6 después, con martillos y mazas
     destrozaron todas las esculturas;

  7 prendieron fuego a tu santuario,
     derribaron y profanaron la morada de tu nombre.

  8 Pensaban: «Acabaremos con ellos»,
     e incendiaron todos los templos del país.

  9 Ya no vemos nuestros signos, ni hay profeta:
     nadie entre nosotros sabe hasta cuándo.

10 ¿Hasta cuándo, Dios mío, nos va a afrentar el enemigo?
     ¿No cesará de despreciar tu nombre el adversario?

11 ¿Por qué retraes tu mano izquierda
     y tienes tu derecha escondida en el pecho?

12 Pero tú, Dios mío, eres rey desde siempre,
     tú ganaste la victoria en medio de la tierra.

13 Tú hendiste con fuerza el mar,
      rompiste la cabeza del dragón marino,

14 tú aplastaste la cabeza del Leviatán,
     se la echaste en pasto a las bestias del mar.

15 Tú alumbraste manantiales y torrentes,
     tú secaste ríos inagotables.

16 Tuyo es el día, tuya es la noche,
     tú colocaste la luna y el sol;

17 tú plantaste los linderos del orbe,
     tú formaste el verano y el invierno.

18 Tenlo en cuenta, Señor, que el enemigo te ultraja,
     que un pueblo insensato desprecia tu nombre;

19 no entregues a los buitres la vida de tu tórtola
     ni olvides sin remedio la vida de tus pobres.

20 Piensa en tu alianza: que los rincones del país
     están llenos de violencias.

21 Que el humilde no se marche defraudado,
     que pobres y afligidos alaben tu nombre.

22 Levántate, oh Dios, defiende tu causa:
     recuerda los ultrajes continuos del insensato:

23 no olvides las voces de tus enemigos,
     el tumulto creciente de los rebeldes contra ti.

Palabras clave


- Obra del enemigo: Ruinas sin remedio (3), el enemigo ha arrasado del todo el santuario (3), rugían en medio de tu asamblea (4), levantaron sus propios estandartes (4), destrozaron todas las esculturas (6), prendieron fuego a tu santuario (7), derribaron la morada de tu nombre (7), el enemigo te ultraja (18), los rincones del país están llenos de violencias (20), recuerda los ultrajes continuos del insensato (22).
- La obra de Dios: Tú ganaste la victoria en medio de la tierra (12), Tú hendiste con fuerza el más (13), rompiste la cabeza del dragón marino (13), Tú alumbraste manantiales y torrentes (15), secaste ríos inagotables (15), tuyo es el día, tuya la noche (16), Tú colocaste la luna y el sol (16), Tú formaste el verano y el invierno (17), piensa en tu alianza (20).
- El pueblo de Dios: La comunidad que adquiriste (2), de la tribu que rescataste para posesión tuya (2), la vida de tu tórtola (19), tus pobres (19), el humilde (21).

La luz del Nuevo Testamento


“Destruid este templo y en tres días lo levantaré…El templo de que Jesús les hablaba era su cuerpo. Cuando resucitó se acordaron los discípulos de lo que había dicho” (Jn 2, 19.21-22).
“Dios ha glorificado a su siervo Jesús, al que vosotros entregasteis y rechazasteis ante Pilato, cuando había decidido soltarlo. Rechazasteis al santo, al justo. Pero Dios lo resucitó” (Hch 3, 13-14).
“Nos aprietan por todos lados, pero no nos aplastan; estamos apurados, pero no desesperados; acosados, pero abandonados; nos derriban, pero no nos rematan. Paseamos continuamente en nuestro cuerpo el suplicio de Jesús, para que también la vida de Jesús se trasparente en nuestro cuerpo” (2 Cor 4,8-10).

Oración


Señor Dios,
al resucitar a tu Hijo de entre los muertos,
has suscitado la luz de la esperanza en el mundo.
No retires tu mano,
mira a tu alianza,
Tú conoces bien cómo estamos:
Los rincones del país están llenos de violencia,
predomina el orgullo entre nosotros.
No olvides la vida de tus desvalidos
y enséñanos a llevar en nuestro cuerpo
la muerte de Jesús,
para que también su vida
se manifieste en nuestro cuerpo.