Salmo 61 (60)

Habitaré siempre
en tu morada.
Salmo de súplica. Individual.
De confianza.

Tema


El salmista se encuentra en país extranjero, con nostalgia, lejos de Jerusalén y de Dios. Tiene un deseo ardiente de encontrarse ante Dios en el templo. En esta situación acude a Dios pidiendo ayuda. En este salmo habla Cristo con ardiente deseo hacia el Padre. De la misma forma, la Iglesia ora al Padre con este salmo, deseando habitar para siempre en su morada.
 2.3a: Llama a Dios, exponiéndole su situación.
 3b-6: El sueño del salmista, vivir con Dios en el templo, y confía viendo la actuación de Dios.
 7-8: Oración a favor del rey.
 9: Confiando que alcanzará lo pedido, le promete la acción de gracias.

Salmo


1 Dios mío, escucha mi clamor,
   atiende a mi súplica.

3 Te invoco desde el confín de la tierra
   con el corazón abatido.
   Llévame a una roca inaccesible

4 porque tú eres mi refugio
   y mi bastión contra el enemigo.

5 Habitaré siempre en tu morada
   refugiado al amparo de tus alas;

6 porque tú, oh Dios, escucharás mis votos,
    y me darás la heredad de los que veneran tu nombre.

7 Añade días a los días del rey,
   que sus años alcancen varias generaciones;

8 que reine siempre en presencia de Dios,
   que tu gracia y tu lealtad le hagan guardia.

9 Yo tañeré siempre en tu honor,
   e iré cumpliendo mis votos día tras día.

Palabras clave

- País extranjero: Confín de la tierra (3), el corazón abatido (3), a una roca inaccesible (3).
- Súplica: Escucha (2), clamor (2), súplica (2), te invoco (3).
- Amparo de Dios: roca (3), refugio (4), bastión (4), morada (5), refugiado al amparo de tus alas (5).

La luz del Nuevo Testamento

“Cristo, en cambio, presentándose como sacerdote de los bienes definitivos, mediante el tabernáculo mayor y más perfecto, no hecho por hombres, es decir, no de este mundo creado, y mediante sangre no de cabras y becerros, sino suya propia, entró de una vez para siempre en el santuario, consiguiendo una liberación irrevocable” (Heb 9, 11-12).
“Amigos míos, como a forasteros y emigrantes que sois, os recomiendo que os mantengáis a distancia de esos bajos deseos que nos hacen la guerra” (1 Pe 2, 11).
“Es que sabemos que si nuestro albergue terrestre, esta tienda de campaña, se derrumba, tenemos un edificio que viene de Dios, un albergue eterno en el cielo no construido por hombres; y de hecho, por eso suspiramos, por el anhelo de vestirnos encima la morada que viene del cielo” (2 Cor 5, 1-2).

Oración

Jesús, Señor, admirable maestro.
Después de soportar la soledad de la cruz
llegaste a la morada del Padre en el cielo.
Llévanos también a nosotros a la soledad,
habla a nuestro corazón,
y a través de esta vida de cada día,
condúcenos a la morada del Padre
para que podamos permanecer siempre allí.