Salmo 51 (50)

Devuélveme la alegría
de tu salvación.
Salmo de súplica
Súplica del pecador arrepentido.

Tema


La confesión de los pecados aparece con frecuencia en los salmos de súplica. De hecho, en la antigüedad el pecado se consideraba como fuente de aflicción, y el camino adecuado para librarse de este pesar era la confesión de los pecados. Por otra parte también sabían que el perdón procedía de la misericordia de Dios, la verdadera salvación. El pecador deposita su confianza en el corazón bondadoso de Dios, y desea celebrar la bondad de ese corazón; por eso termina el salmo con una oración de acción de gracias. El tema de este salmo va cuajando cada día en la vida de las personas: la desgracia del hombre y la misericordia de Dios, el pecado del hombre y el amor de Dios. Dios creará en nosotros un corazón nuevo por obra del Espíritu Santo.
  3-4: El salmista pide a Dios que le perdone.
  5-8: Confiesa sus pecados a Dios
  9-14: Además del perdón, desea una recreación total de su corazón.
15-19: Con plena esperanza de que adquirirá lo que ha pedido, da gracias a Dios, ofreciendo como sacrificio su corazón arrepentido.
20-21: Oración a favor de Jerusalén. Parece un añadido de la época del destierro.

Salmo


  3 Misericordia, Dios mío, por tu bondad,
     por tu inmensa compasión borra mi culpa.

  4 lava del todo mi delito,
     limpia mi pecado.

  5 Pues yo reconozco mi culpa,
     tengo siempre presente mi pecado.

  6 Contra ti, contra ti solo pequé,
     cometí la maldad que aborreces.

  7 Mira, en la culpa nací,
     pecador me concibió mi madre.

  8 Te gusta un corazón sincero
     y en mi interior me inculcas sabiduría.

  9 Rocíame con el hisopo: quedaré limpio;
     lávame: quedaré más blanco que la nieve.

10 Hazme oír el gozo y la alegría,
     que se alegren los huesos quebrantados.

11 Aparta de mi pecado tu vista,
     borra en mi toda culpa.

12 Oh Dios, crea en mí un corazón puro,
     renuévame por dentro con espíritu firme;

13 no me arrojes lejos de tu rostro,
     no me quites tu santo espíritu;

14 devuélveme la alegría de tu salvación,
     afiánzame con espíritu generoso.

15 Enseñaré a los malvados tus caminos,
     los pecadores volverán a ti.

16 ¡Líbrame de la sangre, oh Dios,
     Dios Salvador mío!
     y cantará mi lengua tu justicia.

17 Señor, me abrirás los labios,
     y mi boca proclamará tu alabanza.

18 Los sacrificios no te satisfacen,
     si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.

19 Mi sacrificio es un espíritu quebrantado,
     un corazón quebrantado y humillado tú no lo desprecias.

20 Señor, por tu bondad, favorece a Sión,
     reconstruye las murallas de Jerusalén:

21 entonces aceptarás los sacrificios rituales,
     ofrendas y holocaustos,
     sobre tu altar se inmolarán novillos.

Palabras clave


- Bondad de Dios: Misericordia (3), por tu bondad (3), por tu inmensa compasión (3).
- Maldad del hombre: Mi culpa (3), mi pecado (4.5), mi delito (4), mi culpa (5), contra ti pequé (6), cometí la maldad que  aborreces (6), pecador me concibió (7), toda mi culpa (11).
- Perdón: Borra mi culpa (3.11), lava del todo mi delito (4), lávame (4.9), aparta de mi pecado tu vista (11).
- Renovación: Hazme oír el gozo y la alegría (10), que se alegren los huesos quebrantados (10), crea en mí un corazón puro (12), devuélveme la alegría de la salvación (14), afiánzame con espíritu generoso (14).
- Oración de acción de gracias: Enseñaré a los malvados tus caminos (15), cantará mi lengua tu justicia (16), proclamará tu alabanza (17), mi sacrificio es un corazón quebrantado (19).

La Luz del Nuevo Testamento



“Porque este Hombre ha venido a buscar lo que estaba perdido y a salvarlo” (Lc 19, 10). “Dios, rico en misericordia, por el gran amor que nos tuvo, cuando estábamos muertos por las culpas nos dio vida con Cristo –estáis salvados por pura generosidad-, con El nos resucitó y con El nos hizo sentar en el cielo, en la persona de Cristo Jesús” (Ef 2, 4-6).
“Donde hay un cristiano, hay humanidad nueva; lo viejo ha pasado, mirad, existe algo nuevo” (2 Cor 5, 17).
“Amar al prójimo como a uno mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios” (Mc 12,33).

Oración


Dios misericordioso y bondadoso,
no quieres la perdición del hombre sino su salvación.
Mirando a tu Hijo en la Cruz
descubrimos tu gran amor hacia nosotros.
Mira nuestro corazón arrepentido,
y límpianos completamente de nuestros pecados.
Fortalecidos por obra del Espíritu,
agradecidos, proclamaremos tu rectitud
y te celebraremos con himnos eternamente.