Salmo 23 (22)

Nada temo,
porque Tú vas conmigo.
Salmo de confianza. Individual.
Con gratitud.

Tema


El salmista celebra su fe ardiente y su confianza en Dios con cantos y dando gracias. Emplea dos imágenes para expresar el cuidado admirable de Dios: la del pastor y la del servidor de la mesa. Cristo ha realizado estas dos imágenes: Él es el Buen Pastor, y Él nos comunica en el bautismo (fuente) su vida; en la Eucaristía su cuerpo (mesa), y en la confirmación (aceite) el vigor de su Espíritu.
1-4: Dios es el pastor del salmista.
5-6: Dios invita a su mesa al salmista. Le hace su huésped en el templo.

Salmo


  1 El Señor es mi Pastor,
     nada me falta:

  2 en verdes praderas me hace recostar;
     me conduce hacia fuentes tranquilas

  3 y repara mis fuerzas;
     me guía por el sendero justo,
     por el honor de su nombre.

  4 Aunque camine por cañadas oscuras,
     nada temo porque tú vas conmigo;
     tu vara y tu cayado me sosiegan.

  5 Preparas una mesa ante mí
     en frente de mis enemigos;
     me unges la cabeza con perfume,
     y mi copa rebosa.

  6 Tu bondad y tu misericordia me acompañan
     todos los días de mi vida,
     y habitaré en la casa del Señor
     por años sin término.

Palabras clave


- Pastoreo: Pastor (1), en verdes praderas me hace recostar (2), me guía por el sendero justo (3), tu vara y tu cayado (4).
- Comida: Preparas una mesa ante mí (5), me unges con perfume (5), mi copa rebosa (5).
- Actitud interior: Nada temo (4), me sosiegan (4), tu bondad  y tu misericordia (6).

La luz del Nuevo Testamento


“Yo soy el buen Pastor. El pastor bueno se desprende de su vida por las ovejas” (Jn 10, 11).
“Él se pondrá el delantal, los hará recostarse y les servirá uno a uno; si llega entrada la noche o incluso de madrugada y los encuentra así, dichosos ellos” (Lc 12, 37).
“El cordero que está ante el trono será su pastor y los conducirá a fuentes de agua viva; y Dios enjugará las lágrimas de sus ojos” (Ap 7, 17).

Oración


Señor Jesús, buen Pastor,
gracias por tu palabra,
y porque nos has llamado
a la mesa de la Eucaristía.
Unge nuestra cabeza
con el óleo de tu amor,
y concédenos tu felicidad
y tu gracia para todos los días
de nuestra vida.