Salmo 132 (131)

Haré germinar el vigor de David.
Salmo real.
El decimotercero de los salmos de subida.


Tema


Los temas principales de este salmo son el rey David y el pueblo de Sión. Indudablemente estamos en un ambiente de celebración litúrgica. Pero para comprender bien este salmo, es necesario interpretarlo como oración de súplica (1.10). El salmista, recordando la historia de David y de Sión, quiere fortalecer por medio de la oración la esperanza del pueblo. Parece que Israel se encuentra en una situación dura. Para despertar la esperanza del pueblo en esta situación, en un principio les recuerda los trabajos y afanes de David (1-10), y después la promesa que hizo a David en referencia a Sión (11-18). Israel reza a Dios para que se acuerde de las penalidades de David, pidiéndole que cumpla la promesa que le hizo. Así, rezando este salmo, el pueblo de Israel vivía esperando al sucesor de David, el Mesías, y la nueva Sión. ¡La esperanza de los peregrinos tenía aquí donde satisfacer su deseo!
    1-2: El pueblo invoca a Dios diciéndole que recuerde las fatigas de David.
    3-5: Las palabras que David dirigió a Dios (ver 2 S 7, 1-2).
    6-7: El pueblo busca el arca de la alianza y la encuentra: es la morada de Dios.
    8-9: Se dirige al arca de la alianza para que vaya a Jerusalén.
  10: Súplica a favor del rey.
  11-12: La promesa de Dios a David: Siempre habrá un sucesor de David en el trono real de Israel (ver 2 S 7, 8-16).
  13-18: Lo que Dios dijo cuando eligió a Sión para su morada: Porque Jerusalén es la morada de Dios, será fuente de bendiciones para Israel. Dios ya no se echará atrás jamás. El sucesor de David y Jerusalén aparecen bien unidos.

Salmo


  1 Señor, tenle en cuenta a David
     todos sus afanes:


  2 cómo juró al Señor
     e hizo voto al Fuerte de Jacob:


  3 «No entraré bajo el techo de mi casa,
     no subiré al lecho de mi descanso,


  4 no daré sueño a mis ojos,
     ni reposo a mis párpados,


  5 hasta que encuentre un lugar para el Señor,
     una morada para el Fuerte de Jacob».


  6 Oímos que estaba en Efrata,
     la encontramos en el Soto de Jaar:


  7 entremos en su morada,
     postrémonos ante el estrado de sus pies.


  8 Levántate, Señor, ven a tu mansión,
     ven con el arca de tu poder:


  9 que tus sacerdotes se vistan de gala,
     que tus fieles vitoreen.


10 Por amor a tu siervo David,
     no niegues audiencia a tu ungido.


11 El Señor ha jurado a David
     una promesa que no retractará:
     «A uno de tu linaje
     pondré sobre tu trono.


12 Si tus hijos guardan mi alianza,
     y los mandatos que les enseño,
     también tus hijos, por siempre,
     se sentarán sobre tu trono».


13 Porque el Señor ha elegido a Sión,
     ha deseado vivir en ella:


14 «Ésta es mi mansión por siempre;
     aquí viviré, porque la deseo.


15 Bendeciré sus provisiones,
     a sus pobres los saciaré de pan;


16 vestiré a sus sacerdotes de gala,
     y sus fieles aclamarán con vítores.


17 Haré germinar el vigor de David,
     enciendo una lámpara para mi ungido.


18 A sus enemigos los vestiré de ignominia,
     sobre él brillará mi diadema».


Palabras clave


- Reinado: Ungido (10.7), trono (11.12), se sentará (12), vigor (17), diadema (18).
- Sión: Ha elegido a Sión (13), mi mansión por siempre (14), aquí viviré porque la deseo (14), bendeciré sus provisiones (15), haré germinar el vigor de David (17).
- La promesa de Dios: Ha jurado a David (11), una promesa que no retractará (11), mi alianza (12), los mandatos que les enseño (12).


La luz del Nuevo Testamento


“Será grande, se llamará Hijo del Altísimo y el Señor Dios le dará el trono de David su padre; reinará para siempre en la casa de Jacob y su reinado no tendrá fin” (Lc 1, 32-33).
“Este Hombre tiene que padecer mucho” (Mc 8, 31).
“Pero era profeta y sabía que Dios le había prometido con juramento sentar en su trono a un descendiente suyo” (Hch 2, 30).
“El templo del que Él hablaba era su cuerpo” (Jn 2, 21).
“Por obra suya vais entrando vosotros con los demás en esa construcción, para formar por el Espíritu una morada para Dios” (Ef 2, 22).


Oración


Dios Todopoderoso,
en tu lealtad
has cumplido siempre tu palabra:
Es Cristo el sucesor que prometiste a David,
y el Cuerpo de Cristo, la Iglesia, es tu nueva morada.
Te suplicamos que, por la fuerza
de la Resurrección de tu Hijo,
germine la nueva humanidad,
y que podamos ofrecer al hombre de hoy
el camino verdadero que conduce a la salvación.