Salmo 130 (129)

Desde lo hondo
a Ti grito, Señor.
Salmo de súplica. Individual.
Salmo penitencial. El decimoprimero
de los salmos de subida.


Tema


El tema de este salmo es el pecado del hombre y la misericordia de Dios. El salmista reconoce su pecado interior, pero no cae en la desesperación. Pone toda su confianza en Dios, porque conoce muy bien la grandeza de su misericordia. El arrepentimiento del pecador, se apoya más que en cualquier otra cosa en la misericordia y en el amor de Dios. El pecador no queda sumergido en la oscuridad del pecado, cuenta con la luz del amor de Dios.
1-2: El salmista llama a Dios, suplicando que le escuche.
3-4: El pecador se dirige a Dios, confesando su pecado porque conoce la misericordia de Dios.
5-6: El pecador pone toda su confianza en Dios. Las palabras de Dios le traerán la salvación.
7-8: Esta misma esperanza del salmista debe poseerla también todo el pueblo de Israel, en cuanto su pecado.

Salmo


1 Desde lo hondo a ti grito, Señor

2 Señor, escucha mi voz;
   estén tus oídos atentos
   a la voz de mi súplica.


3 Si llevas cuentas de los delitos, Señor
   ¿quién podrá resistir?


4 Pero de ti procede el perdón,
   y así infundes respeto.


5 Mi alna espera en el Señor,
   espera en su palabra;


6 mi alma aguarda al Señor
   más que el centinela a la aurora;

7 Aguarde Israel al Señor
   como el centinela a la aurora;
   porque del Señor viene la misericordia,
   la redención copiosa:


8 y él redimirá a Israel
   de todos sus delitos.


Palabras clave


- Imágenes para dar a entender el mal del pecado: Desde los hondo (1), noche (6.7), libertad (el que está sometido a la servidumbre necesita la libertad) (7.8).
- Súplica: A ti grito (1), voz de mi súplica (2), mi voz (2), mi alma espera en su palabra (5).
- El perdón: De ti procede el perdón (4), porque del Señor viene la misericordia (7), él redimirá a Israel (8).


La luz del Nuevo Testamento


“El salvará a su pueblo de los pecados” (Mt 1, 21).
“Le dijo: ¡Ánimo, hijo! Se te perdonan tus pecados” (Mt 9, 2).
“Si uno de vosotros tiene cien ovejas y se le pierde una, ¿no deja las noventa y nueve en el campo y va en busca de la descarriada hasta encontrarla” (15, 4).
“¡Desgraciado de mí! ¿Quién me librará de este ser mío, instrumento de muerte? Pero, ¡cuántas gracias le doy a Dios por Jesucristo Señor nuestro!” (Rom 7, 24-25).

Oración


Dios misericordioso.
Por medio de la sangre de tu Hijo
nos has librado de nuestros pecados.
Te damos infinitas gracias.
Despierta en nosotros la sed hacia Ti,
y aunque caigamos de nuevo
al abismo de nuestros pecados,
concédenos por obra del Espíritu de Cristo
mantener con un corazón dilatado
la esperanza en tu misericordia.
aún en nuestra ancianidad