Salmo 119 (118)

Inclina mi corazón
a tus preceptos.
Salmo Sapiencial.


Tema


El tema de este salmo es la ley de Dios. La ley no tiene aquí el significado incompleto que se le ha atribuido frecuentemente, una interpretación fría que se ha de cumplir quieras o no. Aquí la ley nos demuestra la voluntad de Dios, el camino que Dios emplea para manifestar al hombre su deseo y su amor. Semejante a la Palabra de Dios: luz del corazón, fuente de felicidad, fortaleza para el camino, amigo y consuelo en las adversidades.
Después del destierro de Babilonia, perdida el arca de la alianza, el corazón de los israelitas se apoyaba en la ley de Dios.   Reflexionaban en la palabra de Dios, que alimentaba su corazón e iluminaba su camino. Así surgió este salmo. El salmista tiene presente la ley día y noche, rumiándola amorosamente en su corazón. Así encuentra su felicidad, su luz, su gozo, y en la desgracia, el consuelo. El salmista nos demuestra en este salmo la experiencia de transformar en oración la Palabra de Dios.
Repite una y otra vez, sin cansarse, palabras y expresiones iguales o semejantes. Pero no es ingenuidad, sino una forma adecuada de celebrar su intenso amor a la ley. Quiere ensalzar la soberanía de la ley repitiendo la misma expresión, la misma palabra. Tiene un artificio literario especial: el autor sigue el alfabeto hebreo, dedicando a cada letra ocho versos que comienzan con dicha letra.
    1-8: El cumplimiento de los mandatos de Dios contribuye a la felicidad del hombre.
    9-16: No se puede seguir el buen camino, ni disfrutar una vida feliz, si no se reflexiona la ley de Dios con un corazón que ame.
  17-24: Pide ayuda a Dios para comprender desde el corazón la ley, y así, superando el miedo al enemigo, pueda tener la fortaleza para caminar por el buen camino.
  25-32: La ley de Dios nos anima en las adversidades.
  33-40: Pide la gracia de ahondar en la ley para poder escapar  de las malas intenciones de los incrédulos.
  41-48: Pide a Dios la gracia de cumplir siempre la ley
  49-56: En las contrariedades, el cumplimiento de la ley de Dios le proporciona gozo y consuelo al salmista.
  57-64: La herencia del salmista es Dios, y el cumplimiento de  su voluntad.
  65-72: De nuevo pide la gracia de profundizar con todo su corazón en la ley, después de haber percibido una nueva luz tras una etapa de sufrimiento.
  73-80: Desea la verdadera gracia de descubrir a Dios, para poder responderle cada vez con más generosidad. Así, los  buenos se alegrarán y los malos se avergonzarán.
  81-88: Súplica: desea la salvación contra el enemigo.
  89-96: La palabra de Dios es eterna y leal, y trae consigo la luz de la salvación.
  97-104: La ley es fuente de verdadera sabiduría, y trae consigo la luz de la felicidad.
105-112: En las desgracias y en las luchas  contra los enemigos, la ley del Señor es luz y fuerza.
113-120: Pide a Dios la gracia de ser fiel a la ley, para que no entre en los caminos de los malvados.
121-128: Ama la voluntad de Dios aún bajo la acometida del enemigo, y desea conocerla todavía con mayor profundidad.
129-136: El salmista anhela con todo el corazón los mandatos de Dios, le proporcionan luz para el camino.
137-144: La ley es recta y leal, a semejanza de Dios. De ahí espera el salmista el consuelo en la angustia.
145-152: Pide la ayuda de Dios contra los enemigos. Si tiene  cerca a los enemigos, más cerca tiene a Dios.
153-160: Suplica al Señor para que por medio de la ley le conceda la verdadera vida.
161-168: El salmista ha actuado con fidelidad a la ley, puesto que le proporciona paz, y el gozo de la salvación.
179-176: Última súplica al Señor, pidiendo la ayuda de Dios y renovando la fidelidad. El salmista celebra la ley de Dios dando gracias.

Salmo


  1 Dichoso el que con vida intachable
     camina en la voluntad del Señor;
 
  2 Dichoso el que, guardando sus preceptos,
     lo busca de todo corazón.
 
  4 Tú promulgas tus decretos,
     para que se observen exactamente;
 
  5 ojalá esté firme mi camino,
     para cumplir tus consignas.
 
  6 entonces no sentiré vergüenza
     al mirar tus mandatos;
 
  7 te alabaré con corazón sincero,
     cuando aprenda tus justos mandamientos;
 
  8 quiero guardar tus leyes exactamente,
     tú no me abandones.
 
  9 ¿Cómo podrá un joven andar honestamente?
     Cumpliendo tus palabras;
 
10 te busco de todo corazón,
     no consientas que me desvía de tus mandamientos;
 
11 en mi corazón escondo tus consignas,
     así no pecaré contra ti;
 
12 Bendito eres, Señor;
     enséñame tus leyes;
 
13 mis labios van enumerando
     los mandamientos de tu boca;
 
14 mi alegría es el camino de tus preceptos,
     más que todas las riquezas;
 
15 medito tus decretos,
     y me fijo en tus sendas;
 
16 tu voluntad es mi delicia,
     no olvidaré tus palabras.
 
17 Haz bien a tu siervo: viviré
     y cumpliré tus palabras;
 
18 ábreme los ojos y contemplaré
     las maravillas de tu voluntad;
 
19 yo soy un forastero en la tierra:
     no me ocultes tus promesas;
 
20 mi alma se consume, deseando
     continuamente tus mandamientos;
 
21 reprendes a los soberbios,
     malditos los que se apartan de tus mandatos;
 
22 aleja de mí las afrentas y el desprecio,
     porque observo tus preceptos;
 
23 Aunque los nobles se sientan a murmurar de mí,
     tu siervo medita tus leyes;
 
24 tus preceptos son mi delicia,
     tus decretos son mis consejeros.
 
25 Mi alma está apegada al polvo:
     reanímame con tus palabras;
 
26 te expliqué mi camino y me escuchaste:
     enséñame tus leyes;
 
27 instrúyeme en el camino de tus decretos,
     y meditaré tus maravillas;
 
28 mi alma llora de tristeza,
     consuélame con tus promesas:
 
29 apártame del camino falso,
     y dame la gracia de tu voluntad;
 
30 escogí el camino verdadero,
     deseé tus mandamientos;
 
31 me apegué a tus preceptos,
     Señor, no me defraudes;
 
32 correré por el camino de tus mandatos,
     cuando me ensanches el corazón.
 
33 Muéstrame, Señor, el camino de tus leyes,
     y lo seguiré puntualmente;
 
34 enséñame a cumplir tu voluntad
     y a guardarla de todo corazón;
 
35 guíame por la senda de tus mandatos,
     porque ella es mi gozo;
 
36 inclina mi corazón a tus preceptos,
     y no al interés;
 
37 aparta mis ojos de las vanidades,
     dame vida con tu palabra;
 
38 cumple a tu siervo la promesa
     que hiciste a tus fieles;
 
39 aparta de mí la afrenta que temo,
     porque tus mandamientos son amables;
 
40 mira cómo ansío tus decretos:
     dame vida con tu justicia.
 
41 Señor, que me alcance tu favor,
     tu salvación según tu promesa;
 
42 así responderé a los que me injurian
     que confío en tu palabra;
 
43 no quites de mi boca las palabras sinceras,
     porque yo espero en tus mandamientos;
 
44 cumpliré sin cesar tu voluntad,
     por siempre jamás;
 
45 andaré por un camino ancho,
     buscando tus decretos;
 
46 comentaré tus preceptos ante los reyes,
     y no me avergonzaré;
 
47 serán mi delicia tus mandatos,
     que tanto amo;
 
48 levantaré mis manos hacia ti
     recitando tus mandatos.
 
49 Recuerda la palabra que diste a tu siervo,
     de la que hiciste mi esperanza;
 
50 éste es mi consuelo en la aflicción:
     que tu promesa me da vida;
 
51 Los insolentes me insultan sin parar,
     pero yo no me aparto de tus mandatos;
 
52 recordando tus antiguos mandamientos,
     Señor, quedé consolado;
 
53 sentí indignación ante los malvados,
     que abandonan tu voluntad;
 
54 tus leyes eran mi canción,
     en tierra extranjera;
 
55 de noche pronuncio tu nombre,
     Señor, y velando, tus preceptos;
 
56 esto es lo que a mí me toca:
     guardar tus decretos.
 
57 Mi porción es el Señor:
     he resuelto guardar tus palabras;
 
58 de todo corazón busco tu favor:
     ten piedad de mí según tu promesa;
 
59 he examinado mi camino,
     para enderezar mis píes a tus preceptos;
 
60 con diligencia, sin tardanza,
     observo tus mandatos;
 
61 los lazos de los malvados me envuelven,
     pero no olvido tu voluntad;
 
62 a media noche me levanto para darte gracias
     por tus justos mandamientos;
 
63 me junto con tus fieles,
     que guardan tus decretos;
 
64 Señor, de tu bondad está llena la tierra;
     enséñame tus leyes.
 
65 Has dado bienes a tu siervo,
     Señor, con tus palabras;
 
66 enséñame a gustar y a comprender,
     porque me fío de tus mandatos;
 
67 andes de sufrir, yo andaba extraviado;
     pero ahora me ajusto a tu promesa;
 
68 tú eres bueno y haces el bien;
     instrúyeme en tus leyes;
 
69 los insolentes urden engaños contra mí,
     pero yo custodio tus leyes;
 
70 tienen el corazón espeso como grasa,
     pero mi delicia es tu voluntad;
 
71 me estuvo bien el sufrir,
     así aprendí tus mandamientos;
 
72 más estimo yo los preceptos de tu boca
     que miles de monedas de oro y plata.
 
73 Tus manos me hicieron y me formaron:
     instrúyeme para que aprenda tus mandatos;
 
74 tus fieles verán con alegría
     que he esperado en tu palabra;
 
75 reconozco, Señor, que tus mandamientos son justos,
     que con razón me hiciste sufrir;
 
76 que tu bondad me consuele,
     según la promesa hecha a tu siervo;
 
77 cuando me alcance tu compasión viviré
     y mis delicias serán tu voluntad;
 
78 que se avergüencen los insolentes del daño que me hacen,
     yo meditaré tus decretos;
 
79 vuelvan a mí tus fieles
     que hacen caso de tus preceptos;
 
80 sea mi corazón perfecto en tus leyes,
     así no quedaré avergonzado.
 
81 Me consumo ansiando tu salvación,
     y espero en tu palabra;
 
82 mis ojos se consumen ansiando tus promesas,
     Mientras digo:¿cuándo me consolarás?
 
83 Estoy como un odre puesto al humo,
     pero no olvido tus leyes;
 
84 ¿cuántos serán los días de tu siervo?
     ¿cuándo harás justicia de mis perseguidores?
 
85 Me han cavado fosas los insolentes,
     ignorando tu voluntad;
 
86 todos tus mandatos son leales;
      sin razón me persiguen, protégeme;
 
 87 casi dieron conmigo en la tumba,
      pero yo no abandoné tus decretos;
 
 88 por tu bondad dame vida,
      para que observe los preceptos de tu boca.
 
 89 Tu palabra, Señor, es eterna,
       más estable que el cielo;
 
  90 tu fidelidad de generación en generación,
       igual que fundaste la tierra y permanece;
 
  91 por tu mandamiento subsisten hasta hoy,
       porque todo está a tu servicio;
 
  92 si tu voluntad no fuera mi delicia,
       ya habría perecido en mi desgracia;
 
  93 jamás olvidaré tus decretos,
       pues con ellos me diste vida;
 
  94 soy tuyo, sálvame,
       que yo consulto tus leyes;
 
  95 los malvados me esperaban para perderme,
       pero yo meditaba tus preceptos;
 
  96 he visto el límite de todo lo perfecto:
       tu mandato se dilata sin término.
 
  97 Cuánto amo tu voluntad:
       todo el día la estoy meditando;
 
  98 tu mandato me hace más sabio que mis enemigos,
       siempre me acompaña;
 
  99 soy más docto que todos mis maestros,
       porque medito tus preceptos;
 
100 soy más sagaz que los ancianos,
       porque cumplo tus leyes;
 
101 aparto mi pie de toda senda mala,
       para guardar tu palabra;
 
102 no me aparto de tus mandamientos,
       porque tú me has instruido;
 
103 qué dulce al paladar tu promesa:
       más que miel en la boca;
 
104 considero tus decretos,
       y odio el camino de la mentira.
 
105 Lámpara es tu palabra para mis pasos,
       luz en mi sendero;
 
106 lo juro y lo cumpliré:
       guardaré tus justos mandamientos.
 
107 ¡Estoy tan afligido, Señor!
       dame vida según tu promesa;
 
108 acepta, Señor, los votos que pronuncio
       enséñame tus mandatos;
 
109 mi vidas está en peligro;
       pero no olvido tu voluntad;
 
110 los malvados me tendieron un lazo,
       pero no me desvié de tus decretos;
 
111 tus preceptos son mi herencia perpetua,
       la alegría de mi corazón;
 
112 inclino mi corazón a cumplir tus leyes,
       siempre y cabalmente.
 
113 Detesto a los inconstantes,
       y amo tu voluntad;
 
114 tú eres mi refugio y mi escudo,
       yo espero en tu palabra;
 
115 apartaos de mí, los perversos,
       y cumpliré tus mandatos, Dios mío;
 
116 sostenme con tu promesa, y viviré,
       que no quede frustrada mi esperanza;
 
117 dame apoyo y estaré a salvo,
       me fijaré en tus leyes sin cesar;
 
118 desprecias a los que se desvían de tus decretos,
       sus proyectos son engaño;
 
119 tienes por escoria a los malvados,
       por eso amo tus preceptos;
 
120 mi carne se estremece con tu temor,
       y respeto tus mandamientos.
 
121 Practico la justicia y el derecho,
       no me entregues a mis opresores;
 
122 da fianza a favor de tu siervo,
       que no me opriman los insolentes;
 
123 mis ojos se consumen aguardando
       tu salvación y tu promesa de justicia;
 
124 trata con misericordia a tu siervo,
       enséñame tus leyes;
 
125 yo soy tu siervo: dame inteligencia,
       y conocerá tus preceptos;
 
126 es hora de que actúes, Señor,
       han quebrantado tu voluntad;
 
127 yo amo tus mandatos,
       más que el oro purísimo;
 
128 por eso aprecio tus decretos
       y detesto el camino de la mentira.
 
129 Tus preceptos son admirables,
       por eso los guarda mi alma;
 
130 la explicación de tus palabras ilumina,
       da inteligencia a los ignorantes;
 
131 abro la boca y respiro
       ansiando tus mandamientos;
 
132 vuélvete a mí y ten misericordia,
       como es tu norma con los que aman tu nombre;
 
133 asegura mis pasos con tu promesa,
       que ninguna maldad me domine;
 
134 líbrame de la opresión de los hombres,
       y guardaré tus decretos;
 
135 haz brillar tu rostro sobre tu siervo,
       enséñame tus leyes;
 
136 arroyos de lágrimas bajan de mis ojos,
       por los que no cumplen tu voluntad.
 
137 Señor, tú eres justo,
       tus mandamientos son rectos;
 
138 has prescrito leyes justas
       sumamente estables;
 
139 me consume el celo,
       porque mis enemigos olvidan tus palabras;

140 tu promesa es acrisolada,
       y tu siervo la ama;

141 soy pequeño y despreciable,
       pero no olvido tus decretos;

142 tu justicia es justicia eterna,
       tu voluntad es verdadera;

143 me asaltan angustias y aprietos,
       tus mandatos son mi delicia;

144 la justicia de tus preceptos es eterna,
       dame inteligencia y tendré vida.

145 Te invoco de todo corazón:
       respóndeme, Señor, y guardaré tus leyes;

146 a ti grito: sálvame,
       y cumpliré tus decretos;

147 me adelantó a la aurora pidiendo auxilio,
       esperando tus palabras;

148 mis ojos se adelantan a las vigilias,
       meditando tu promesa;

149 escucha mi voz, por tu misericordia,
       con tus mandamientos dame vida;

150 ya se acercan mis inicuos perseguidores,
       están lejos de tu voluntad;

151 tú, Señor, estás cerca,
       y todos tus mandatos son estables;

152 hace tiempo comprendí que tus preceptos
       los fundaste para siempre.

153 Mira mi abatimiento y líbrame,
       porque no olvido tu voluntad;

154 defiende mi causa y rescátame,
       con tu promesa dame vida;

155 la justicia está lejos de los malvados
       que no buscan tus leyes;

156 grande es tu ternura, Señor,
       con tus mandamientos dame vida;

157 muchos son los enemigos que me persiguen,
       pero yo no me apartó de tus preceptos;

158 viendo a los renegados sentía asco,
       porque no guardan tus mandatos;

159 mira cómo amo tus decretos;
       Señor, por tu misericordia, dame vida;

160 el compendio de tu palabra es la verdad,
       y tus justos juicios son eternos.

161 Los nobles me perseguían sin motivo,
       pero mi corazón respetaba tus palabras;

162 yo me alegraba con tu promesa,
       como el que encuentra un rico botín;

163 detesto y aborrezco la mentira,
       y amo tu voluntad;

164 siete veces al día te alabo,
       por tus justos mandamientos;

165 mucha paz tienen los que aman tus leyes,
       y nada los hace tropezar;

166 aguardo tu salvación, Señor,
       y cumplo tus mandatos;

167 mi alma guarda tus preceptos,
       y los ama intensamente;

168 guardo tus decretos,
       y tú tienes presentes mis camino.

169 Que llegue mi clamor a tu presencia,
       Señor, con tus palabras dame inteligencia;

170 que mi súplica entre en tu presencia,
       líbrame según tu promesa;

171 de mis labios brota la alabanza,
       porque me enseñaste tus leyes;

172 mi lengua canta tu fidelidad,
       porque tus preceptos son justos;

173 que tu mano me auxilie,
       ya que prefiero tus decretos;

174 ansío tu salvación, Señor;
       tu voluntad es mi delicia;

175 que mi alma viva para alabarte,
       que tus mandamientos me auxilien;

176 me extravié como oveja perdida:
       busca a tu siervo, que no olvida tus mandatos.


Palabras clave


- Palabras para expresar la ley: El que guarda sus preceptos (2), decretos (4), consignas (5), mandatos (6), mandamientos (7), palabras (9).
- La excelencia de la ley: Tu palabra es eterna (89), más estable que el cielo (89), mejor que miles de monedas  de oro y plata (72), dulce al paladar tu promesa (103), más que miel en la boca (103).
- Conocer la ley: Enséñame tus leyes (12), no me ocultes tus promesas (19), enséñame tus leyes (26), tu siervo medita tus leyes (23), no olvidaré tus palabras (16), tus preceptos son mi delicia (24), serán mi delicia tus mandatos (47).
- Cumplimiento de la ley: Dichoso el que guarda tus preceptos (2), no consientas que me desvíe de tus mandamientos (10), lo seguiré puntualmente (33), inclino mi corazón a cumplir tus leyes, siempre y cabalmente (112), comentaré ante los reyes tus preceptos (46).
- Los frutos de la ley: La explicación de tus palabras ilumina (130), con tus mandamientos dame vida (156), mucha paz tienen los que aman tus leyes (165), tu mandato me hace más sabio que mis enemigos (98), soy más sagaz  que los ancianos porque cumplo tus leyes (100), con ellos me diste vida (93).
- Los que no aceptan la ley: Reprendes a los soberbios (21), malditos los que se apartan de tus mandatos (21), los insolentes me insultan sin parar (51), los insolentes urden engaños contra mi (69), los malvados me tendieron un lazo (110), que no me opriman los insolentes (122).


La luz del Nuevo Testamento


“Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió y realizar su obra” (Jn 4, 34).
“¡Abba! ¡Padre!: tú lo puedes todo, aparta de mi este trago, pero no se haga lo que yo quiero, sino lo que quieres tú” (Mc 14, 36).
“¡Dichosos los que escuchan el mensaje de Dios y lo cumplen!” (Lc 11, 28).
“Tanto amó Dios al mundo que le dio a su Hijo único, para que tenga vida eterna y no perezca ninguno de los que creen en él” (Jn 3, 16).
“El amor no causa daño al prójimo y, por tanto, el cumplimiento de la ley es el amor” (Rom 13,10).


Oración


Señor Dios,
enviando a tu Hijo al mundo,
nos has manifestado tus planes admirables.
Concédenos, que a semejanza de Jesucristo
busquemos en todo tu voluntad,
y profundizando en nuestro corazón
tu ley diariamente,
caminemos con sabiduría en esta vida
y alcancemos la felicidad de la vida eterna.